Opinión: El problema no es el arma, es quien la porta

Publicado el Por Kevin Gerena
(Foto suministrada).

Por: Kevin Gerena Miranda (kevin.gerena@upr.edu)

No es justo utilizar los derechos de la primera enmienda para socavar los de la segunda.

Cuando se regulan los derechos, estos dejan de serlo. Si cree justo que se elimine un derecho otorgado por la Constitución, ¿por qué entonces no los quitamos todos?

(25) El término “zona escolar” significa: (A) en, o en el terreno de, una escuela pública, parroquial o privada; o (B) a una distancia de 1000 pies de los terrenos de una escuela pública, parroquial o privada. (26) El término “escuela” significa una escuela que proporciona educación primaria o secundaria, según lo determinado por la ley estatal.  Así cita el Código 18, parte 1, capítulo 44, incisos 25 y 26 de la Ley de Zonas Escolares Libres de Armas, (GFSZA, por sus siglas en inglés).

Como ven, las escuelas se encuentran protegidas bajo una ley que prohíbe la portación y utilización de armas de fuego cerca y dentro de los centros educativos en los Estados Unidos. Aun así, cabe destacar que, a pesar de la ley, lamentablemente los tiroteos masivos en los planteles escolares siguen en aumento. Pero, ¿cuál es la verdadera causante? ¿Se necesitan más regulaciones a las armas para detenerlo?

Según datos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades, (CDC, por sus siglas en inglés), el número de muertes a consecuencia del uso de armas de fuego en los Estados Unidos no llega ni a las primeras diez causas de decesos en el país. Los homicidios acumulan un total de 17,793 casos, donde 12,979 son a causa de armas de fuego. Esto representa 4 muertes por cada 100,000 habitantes debido al uso de armas.

No, amigos. No se necesitan más regulaciones a la posesión y portación de armas. Lo que se necesita es más acción ciudadana para combatir el verdadero problema, la salud mental. Un arma no se dispara sola, si no hay alguien quien la detone. El problema está en quien presiona el gatillo. Y, por más crudo que suene, nosotros como sociedad somos culpables de cada uno de los lamentables sucesos que han ocurrido donde se han visto envueltas armas de fuego.

Si algo hay en común en estos fatales eventos, aparte de las muertes, es el móvil de los hechos. La razón que induce a un individuo o individuos a cometer cierta acción. En este caso, el bagaje emocional y psicológico con el que cargan los perpetradores. El ejemplo más reciente, Nikolas Cruz, autor de la masacre de Parkland, Florida el 14 de febrero pasado. Un joven que, con 19 años de edad, pasó por momentos difíciles en términos emocionales. Fue adoptado y luego huérfano, al sus padres adoptivo fallecer a causa de complicaciones de salud.

Catalogado como “raro”, “solitario” y que siempre permanecía en silencio. Sin embargo, un excompañero de Nikolas, comentó que, aunque era un chico solitario, si le preguntabas por algo, comenzaba a hablar. También, le contó que quería unirse al ejército. El joven sufría de depresión tras la muerte de su madre adoptiva en noviembre pasado, pero, ¿quién no lo estaría?

No, no intento ser abogado del diablo. Pero este es un caso donde el victimario pasa a ser víctima de un sistema ineficiente, inútil y ciego. Algún miembro de la facultad, un consejero, un maestro, pudo haberse acercado al joven y hacer algo. Las señales eran evidentes, una tras otra, día tras día. Nadie hizo nada. Todos ignoraron la situación.

Hemos sido testigos de muchos casos más, similares al de Nikolas Cruz, en los que nosotros como sociedad aislamos a las personas simplemente porque son “raras”. Somos parte de una sociedad, que, como dice un dicho: “hacemos leña del árbol caído”, sin percatarnos que un día esa leña puede incendiarse. No, no somos tan culpables; lo somos mucho más que ellos. Porque en lugar de hacer algo, nos hacemos de la vista larga.

No presionemos por más regulaciones innecesarias a la portación de armas. Presionemos por un mayor financiamiento y servicio más accesible a agencias que atienden la salud mental, emocional y psicológica. Exijamos que se revisen los vacíos que permiten que personas con algún tipo de enfermedad mental consigan un arma.

De ningún modo nos prestemos como marionetas para agilizar agendas políticas partidarias. Es tiempo de abrir los ojos y darnos cuenta de que nos utilizan y que se aprovechan de sucesos lamentables, como un tiroteo masivo en una escuela, para beneficiar sus campañas. Porque, si nos detenemos a pensar, desde el 2013 estos actos de violencia con armas de fuego en los planteles escolares han ido en aumento. Pero no es hasta ahora que surge un movimiento para presionar al Congreso. Les cuento, que, el 6 de noviembre próximo, son las elecciones legislativas de la Cámara de Representantes y Senado Federal. ¿Coincidencia?

Talleres de control de emociones, adiestramientos sobre qué hacer en casos de emergencia, talleres de defensa, cursos de primeros auxilios y reanimación cardiopulmonar (CPR), entre otros, son mucho más efectivos que pararse horas bajo el sol con una pancarta en mano.

Tomar acciones que nos hagan sentir que estamos marcando la diferencia, no es suficiente. Debemos realmente marcar la diferencia.

 

Author: Kevin GerenaEstudiante de Relaciones Públicas, Publicidad y Mercadeo.

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