Una pizca de felicidad detrás del sufrimiento

Notas escritas por varios compañeros expresando su sentir sobre la situación.

 

Por: Nesvannie Cruz Santana (nesvannie.cruz@upr.edu)

El tiempo pasa pero los recuerdos se quedan y no importa la fecha que sea, siempre quedará plasmada en mi memoria un suceso que aconteció,  el 4 de diciembre de 2007. Puede ser un poco antigua la fecha, ya que han pasado once años desde que ocurrió el velatorio de mi padre. No había hablado del suceso hasta hoy en día, luego de encontrar algo muy importante que hizo que viajara en el tiempo con solo mirarlo.

Recuerdo aquel día gris,  en la funeraria Vega Alta Memorial que estaba sentada en una silla en la sala de espera, ya que no me atrevía a pasar al memorial. El tiempo se hacía eterno; los minutos se convertían en horas, mientras miraba hacia la ventana, observaba que el cielo se estaba nublado como si fuera a pasar una tormenta.

Por motivos razonables no había asistido a la escuela Discípulos de Cristo. Para aquel entonces me encontraba en el nivel intermedio. Sin embargo, ese viernes cuando el reloj marcó las cuatro de la tarde, se asomaron unas caras conocidas a mi vida. Resultó ser que mi grupo de salón hogar que llegó a darme el pésame, en ese momento que les vi las caras a mis compañeros y no entendía porque estaban conmigo. Cuando ellos me vieron lo único que hicieron fue abrazarme y decirme que todo iba a estar mejor.

En ese instante, la querida maestra, la Señora Vázquez, me preguntó si había entrado a la capilla. Con una voz quebrantada les dije que no. Fue en ese instante que mis amigos decidieron entrar junto a mí, para que no me sintiera sola. Luego de haber compartido sentimientos y todos expresar lo gratificante que es la vida, la maestra se asomó con varios obsequios que entre todos habían comprado. Entre ellos, una enorme postal, del tamaño de una cartulina, expresaba cada sentir de cada estudiante con el que había estudiado en la Academia Discipulos de Cristo. Al abrir la postal, me pude dar cuenta que no solamente estaban mis amigos del salón hogar sino, también otros compañeros de diferentes grupos y parte de la facultad de la escuela. La portada de la postal tenía una frase muy hermosa que decía “ Los queremos. Tengan fe en Dios siempre”.

 

Postal que me entregaron mis compañeros con un dibujo hecho por Kenny O. Perez.

Han pasado más de diez años y aún conservo amistad con los compañeros que tomaron la iniciativa de llevar un poco de alegría en medio de la tormenta. Hay muchos textos que te tocan en la vida, pero hay uno que nunca me voy a olvidar: Proverbios 17.17: “Ama a un amigo y será como un hermano en los tiempos de angustia”. Les agradezco a mis compañeros por darme un regalo que siempre se quedará en mi vida.

Author: Nesvannie Cruz

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