El piragüero del carrito viejo

Por: Krystal M. Vega López (krystal.vega1@upr.edu)

https://www.youtube.com/watch?v=B8BvmIR6tMI&t=24s

En la actualidad se escucha hablar sobre los jóvenes emprendedores que han creado sus propias empresas o pequeños negocios, pero poco conocemos de las personas de mediana edad que deciden o se ven obligados a reinventarse en Puerto Rico.

Este es el caso de Jorge Luis Crespo, quien lleva ya 15 años vendiendo piraguas a la orilla de la carretera en su barrio natal Bayaney en el pueblo de Hatillo. En su juventud nunca había pensado vender piraguas, pero el deseo de hacer algo luego de su retiro fue lo que lo impulsó a reinventarse a los 65 años. “Mi cheque no era muy grande y me dije:»bueno deja hacer algo más», y me resultó, pero es más mi «hobby.”

A sus 18 años partió hacia los Estados Unidos, en búsqueda de un mejor futuro. Estudió cocina en la Universidad de White Plains en Nueva York. Trabajó en varios restaurantes hasta que se retiró a sus 65 años, tras decidir volver a Puerto Rico junto a su señora esposa. Don Jorge, como le dicen cariñosamente, actualmente vive solo luego de su esposa haber fallecido hace cuatro años, por cáncer.

Don Jorge raspando hielo para una piragua de coco y papaya.

Vestido con guayabera y gorro fedora, acomoda su carrito a la orilla de la Carretera 129, donde además de vender piraguas añade a su oferta, los productos agrícolas que cosecha, como guineos y papayas. Sus manos son gruesas y su cabello ya se ha emblanquecido, sin embargo, a sus 81 años Don Jorge no ha considerado dejar de hacer lo que lo ha entretenido por años y a su vez mantiene vivo uno de los oficios representativos de la isla que, según él, lentamente se ha ido perdiendo.

Con un amplio conocimiento en la cocina, Crespo realiza sus propios siropes desde que comenzó a vender piraguas. En su tiempo libre se dedica a la cosecha. Sus dos parcelas de tierra fueron su motivación para crear sus siropes artesanales y en la actualidad, cuenta con alrededor de 14 sabores confeccionados por sus propias manos. “Hacer piraguas es muy fácil, lo más difícil es hacer los siropes. Pero si eres cocinero que has estudiado y sabes de medidas de pesas, sabes cuánto debes echar de azúcar, agua y frutas, te queda perfecto”.

Admitió que su motivación para comenzar a vender piraguas fue su carro de cartero o como él le llama, “carrito viejo”, por su aspecto único y antiguo que a la vez atrae clientes como un magneto. “Todo el mundo que viene aquí es por el carrito, porque lo encuentran curioso como está viejo y ya no se ven por ahí casi.”  

Carro de piraguas de Crespo.

Se trata de un Jeep DJ- 5D del 1977 que adquirió al llegar a Puerto Rico de los Estados Unidos. Curiosamente, la idea de vender piraguas en el carrito se la dio otra persona mientras él vendía brazos gitanos. “Lo que me motivó fue que cuando yo vendía brazos gitanos, vino una persona y me dijo: «que carro más bueno para hacer un carrito y vender piraguas», y me dió la idea. Rápido yo me fui a casa y busqué una nevera, un cajón, un fregadero, donde poner las botellas, y el hielo. A los tres días ya estaba raspando piraguas.”

En estos tres días se encargo de hacer el hielo, aprendió a raspar el hielo correctamente y decidió hacer su propio sirope. Además de emprender y alistar su carro para beneficiarse de lo que hace, Don Jorge admite que lo considera más bien su pasatiempo y no se encuentra todos los días vendiendo piraguas. Sin embargo, esto es lo que lo ha mantenido entrenido durante tantos años y siempre conectando con el público.

“Lo tengo más bien por hacer algo, porque uno llega a viejo y si se queda quieto sin hacer nada, se muere más rápido.”

Su Jeep ya está despintado y mantiene un aspecto “viejo”, el cual don Jorge prefiere preservar. Sin embargo, se encuentra en muy buenas condiciones y viaja en él cada día que decide vender sus piraguas. “He considerado pintarlo, pero lo dejo así porque la gracia es que esté feo.”

De misma forma el cartel pintado a mano que anuncia su codiciado y helado producto, ya se ha deteriorado, aunque también ha decidido dejarlo por su aspecto gracioso y de antaño. “El cartel no sé quién lo hizo. Vino una profesora de Quebradillas y me dijo «te traigo un regalo», yo no la había visto nunca, y yo ya le había dicho a mi hermano que sabe pintar que me hiciera uno, pero me quedé con este porque es gracioso y estaba bien hecho. Ya está roto, pero nunca supe de quién era, ni siquiera quiso una piragua, ella vino como un ángel.”

Cartel entregado a Don Jorge en la parte trasera de su carro.

Recostado de su carro y algo tímido frente a la cámara, Crespo finalizó dando un consejo a los jóvenes que se encuentran desesperados por no conseguir trabajo. Los instó a reinventarse y mantener la cultura puertorriqueña viva. “Los jóvenes tienen que animarse, a ellos no les gusta trabajar duro, pero esto es bien fácil, ademas de que el negocio de las piraguas lo dejaron caer y esto es cultura del país. Tanta gente que cuando ve una piragua se alegra y la saborean. Los jóvenes deberían animarse y echar (este mercado) hacia adelante.”

Krystal Vega
Author: Krystal Vega

Un comentario sobre “El piragüero del carrito viejo”

  1. Exelente history gracias por compartir una historia tan Hermosa yo soy fiel comprador de el saliendo con mi esposa de amigos en el noviazgo en nuestro matrimonio en nuestro embaraso la nena de bebe y ahora de Grande en verdad es un ser humilde

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