Opinión: ¡Qué viva el mantengo!

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Foto Suministrada

 

Según un artículo publicado por el periódico El Nuevo Dia, 1,3 millones de personas en Puerto Rico son beneficiarias del Programa de Nutrición Alimentaria (PAN), o mejor conocida como la Tarjeta de la Familia.

Trabajo alrededor de quince horas semanales en un establecimiento en el que estoy en constante contacto con el público, hecho que repudio y me agrada a la vez. Cada vez que atiendo a un cliente me tengo que aguantar sus quejas e insultos hacia el lugar donde laboro y hacia el gobierno. De este modo me entero de la vida de los clientes, de sus hijos, de donde viven y lo que hacen, de sus vecinos, del viejo que murió hace dos semanas, de sus enfermedades y padecimientos. En fin, todo lo relacionado con su que hacer.

A pesar de esto, no hay nada que me moleste más que escucharlos quejarse de la economía del país y a la hora de pagar no vacilen en sacar de su bolsillo el salvavidas violeta, mejor conocido como “el mantengo”. En ese instante, mi sentido de humor cambia por completo.

Según un reportaje del Nuevo Día, no fue hasta el pasado año que se inició la campaña para que jóvenes universitarios como yo puedan también ser beneficiarios de esta ayuda.

En mi caso, vengo de una familia de clase media trabajadora; mis padres se han tenido que joder por mantener a sus tres hijos de la mejor manera. Han tenido que dejar de comer para poder alimentarnos.

El escenario que vivo a diario en mi trabajo es muy diferente a la realidad que viví con mis padres. Cada día observo a personas desempleadas, vestidas en punta en blanco, con teléfonos último modelo, bien arreglados y arregladas, y a la hora de pagar es el gobierno quien paga sus dos carritos de compra, llenos a capacidad y carentes de IVU. En el momento en que les cobro levantan su mirada en asombro.

-“¡¿Cuánto?!”

A esta queja inicial le siguen otras, que según ellos se deben a la corrupción del gobernador y lo mal que habla inglés, por Obama, por Donald Trump y hasta por el pobre Papa que no tiene nada que ver con esto.

En ese momento el sentimiento de coraje corre por mi venas al saber que menos de la mitad de estos beneficiarios que representan 272,000 unidades, reportan algún ingreso.

Aún así me tengo que aguantar las ganas de decirle que no se quejen tanto porque se encuentran en una pocisión privilegiada. Como también, que si tanto le molesta la mala administración que se pongan a trabajar y a darle una mejor educación a sus hijos en vez de estar gritándole o estar regañándolos.

Como por ejemplo, aquel lunes que como de costumbre estaba recogiendo la tienda y me topo con esta madre que regañaba a su hija por estar leyendo los letreros de las gondolas, privándole de una lectura libre.

Pero nada, por éticas de la empresa solo me queda sonreír y decirle “Gracias por su compra. Tenga buen día.”

Zabdiel Barreto
Author: Zabdiel Barreto

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