La rabia y el orgullo de Oriana Fallaci

Publicado el Por Mariaelena Perez
oriana1
Oriana Fallaci, periodista italiana, autora, entrevistadora política y ex corresponsal de guerra (1929-2006)

Por: Mariaelena Pérez González

«Confío en que seas un hombre como siempre lo he soñado, dulce con los débiles, feroz con los prepotentes, generoso con quien te quiere, despiadado con quien te manda», así recitó uno de los versos del libro que la fenecida periodista italiana, también ex correponsal de guerra, -Oriana Fallaci, dedicó a su hijo que nunca nació.

El 29 de junio de 1929 Florencia, Italia vio nacer a una gran mujer, periodista, autora, corresponsal de guerra y entrevistadora política. Se llamaba Oriana Fallaci y aunque en un principio intentó formarse en medicina en la Universidad de Florencia, esa carrera terminaría abandonándola para dar paso al periodismo.

«Me matriculé en Medicina porque el tío Bruno decía que estudiar Medicina me ayudaría a ser escritora y en aquel tiempo la Universidad no era gratis: hacía falta costeársela. Luego me quedé en periodismo que me permitía escribir, y a la vez que realizaba los estudios universitarios, escribía pequeños reportajes para un diario de Florencia», expresó Fallaci.

Fue corresponsal de guerra en una época en que las mujeres no ejercían esta labor y siguió de cerca todos los conflictos de su época, desde Vietnam hasta la guerra del Medio Oriente. Y cómo no estar tan involucrada si toda su vida desde muy pequeña giró entre la paz y la guerra.

Se caracterizó por mostrar en sus obras, artículos y crónicas, un estilo muy personal que roza la provocación y se sitúa siempre en la más plena controversia.  Mujer de guerras, maestra de la entrevista y crítica feroz del islamismo radical.  Su curiosidad y coraje la llevaron a sentarse frente a poderosos políticos, como por ejemplo: Henry Kissinger, Ruhollah Hendi, Muammar Gadafi o Muamar el Gadafi y Leopoldo Galtieri.

La mayoría de sus entrevistados la detestaban lo que le daba aún más fuerza por continuar su imparable carrera. De hecho, una de las entrevistas más polémicas y, en donde se puede apreciar la fuerza y valentía de la italiana, fue  la realizada en 1978 al ayatolá Jomeini a diferencia de otros periodistas occidentales, que veían en el clérigo chií una alternativa razonable a la dictadura del shah, Fallaci se le enfrentó y criticó sus opiniones sobre las mujeres.

Por su parte, el ex presidente estadounidense Henry Kissinger llegó a escribir de ella que su entrevista había sido «la más desastrosa conversación individual jamás sostenida» que mantuvo con un miembro de la prensa después de que Fallaci lo azuzara hasta conseguir que el dirigente aceptara reconocer que la guerra de Vietnam fue «inútil».

«Cada entrevista es un retrato de mí misma», declaró Oriana al semanario ‘Time’. Cuando aún estaba en activo decía  «son una extraña mezcla de mis ideas, mi temperamento, mi paciencia y todo esto guía las preguntas».  Para sus trabajos, partía de la hipótesis, en una entrevista lo que cuenta no son las preguntas sino las respuestas para ella.

«Si una persona tiene talento, se le puede preguntar la cosa más trivial del mundo más  siempre responderá de modo brillante y profundo. Si una persona es mediocre, se le puede plantear la pregunta más inteligente del mundo y responderá siempre de manera mediocre», expresó.

Además de ser una de las mejores periodistas de su época, Oriana era una mujer tremendamente comprometida con el mundo que le tocó vivir.  La objetividad no iba con ella, pues la rabia y el orgullo que sentía, sobre todo hacia la desigualdad de las mujeres en el mundo árabe y la religión islámica, la acompañaron hasta sus últimos días y fueron fuente de inspiración. No dudó ni un instante en reflejar estas emociones en su docena de libros publicados, todos en italiano y traducidos en multitud de idiomas.

Los siete pecados capitales de Hollywood  publicado en 1956 fue su primer libro en prosa. En sus página escribe con sarcasmo sobre el frívolo mundo del estrellato cinematográfico de los años 50, al que conoció con la ayuda de su gran amiga Sofía Loren. Por otra parte, El sexo inútil, publicado en 1961 trata de la crónica de sus viajes por diversas partes del mundo y sobre cómo son tratadas las mujeres en las diversas culturas y civilizaciones.

«Las mujeres no constituyen una fauna especial, y no comprendo la razón de que formen, especialmente en los diarios, un capítulo aparte: como el deporte, la política o el boletín meteorológico”, señaló la periodista.

Penélope en la guerra, publicado en 1962, recoge la historia Bill y Richard, dos homosexuales que se sienten oscuramente fascinados por la figura de Giovanna, una joven escritora al servicio de una productora cinematográfica encargada de preparar el guión de una coproducción italo-americana. Otros títulos le siguieron, incluyendo Carta a un niño que nunca nació de 1975 que retrata su experiencia personal de un embarazo y un aborto y se convirtió en su primer auténtico best seller mundial.

Un hombre publicado en 1979 se considera su libro más especial ya que cuenta la historia de su compañero sentimental Alekos Panagulis, héroe de la resistencia griega contra la dictadura, quien falleció de forma sospechosa en un  accidente de coche cuando estaba a punto de dar a conocer pruebas sobre la complicidad de varios políticos del nuevo sistema democrático con el régimen de los coroneles.  Inshallah es otra gran obra escrita en 1990. Se trata de una novela de no-ficción sobre la guerra de Líbano, en la que pone en evidencia algunas organizaciones musulmanas, en especial la OLP.  La rabia y el orgullo en 2001, es cuando comienza a plasmar su antagonismo sobre el Islám y la realidad política detrás de la Guerra Santa.

Más tarde en su libro Oriana Fallaci se entrevista a sí misma confesó que sus años más felices no eran cuando daba la vuelta al mundo y escribía para los periódicos, sino cuando estaba a solas consigo misma y escribiendo sus novelas. Suena extraño viniendo de una periodista como Fallaci. Sin embargo, había un personaje por el que decía que regresaría a las entrevistas y se trata de Osama Bin Laden. A pesar de su larga y muy exitosa carrera, Fallaci dejó varios sueños sin cumplir. Uno de ellos era tener un hijo, lo que nunca pudo lograr.

“Una mujer que lleva dentro otra vida tiene algo poderoso, triunfal, de una belleza incomparable.  Nunca he podido tener hijos, se morían antes de nacer.  Me pesa no dejar al menos uno”.  Posiblemente por esta razón haya expresado que cuando escribía y publicaba un libro, era la sensación más cercana que podía tener a dar a luz a un hijo.

Antes de morir en Florencia en 2006, Fallaci recibió un sinnúmero de galardones, incluídos: dos veces el premio periodístico St. Vincent, al igual que el Premio Bancarella en 1971, el Premio Viareggio en 1979, por Un Hombre y el Premio Antibes en 1993.  También,  Columbia College de la Universidad de Chicago le otorgó la «laurea ad honorem» en Literatura.  A principios de los años noventa, a causa del cáncer se retiró temporalmente de su labor periodística y escritora.  Hasta sus últimos días luchó por sus ideales en nombre de su rabia y su orgullo y el 14 de septiembre de 2006, sin perder su esencia y carácter, como nunca debemos de perderla nosotros, murió en su hogar toscano.

A pesar de dejarnos en cuerpo, su legado y espíritu revolucionario, inquieto y de denuncia e inconformidad, permanecerá, de eso no cabe duda.

Mariaelena Perez
Author: Mariaelena PerezEstudiante de Periodismo (mariaelena.perez@upr.edu)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *