Epidemia de trastornos mentales en niños puertorriqueños

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El debate de la salud mental en Puerto Rico, sobre todo entre niños, se ha tornado un tema de auge en los últimos años. Muchos maestros se quejan de la mala administración de fondos por parte del gobierno, o la falta de recursos tanto metálicos como humanos, que requiere atender a una población que prescinde de la educación especial. Basta con leer noticias en la prensa para dar fe de la cantidad de protestas que han surgido por esta problemática, en su mayoría infractuosas. Ante el complicado panorama económico, educativo, político y social que enfrenta la isla en la actualidad, atender este tema de manera minuciosa se ha tornado un juego de papa caliente, donde nadie quiere asumir responsabilidad y dedicar el esmero que requiere.

La necesidad de atender a una población vulnerable que padece de un sinfin de anomalías neuronales, tales como: autismo, trastorno de déficit de atención y déficit de atención con hiperactivismo, entre otros- presenta ante nosotros una serie de incógnitas.

¿Cómo se atenderá a esta población? ¿A qué se debe el incremento reciente en el índice de trastornos o condiciones mentales en nuestros niños y adolescentes?

Según una de las maestras de escuela elemental que entrevistamos, que prefirió mantener su identidad en el anonimato: “Estamos teniendo problemas serios, hay un crecimiento de problemas mentales últimamente. En mi salón, los alumnos, en su gran mayoría, pertenecen al programa de Educación Especial”.

No cabe duda de que el índice de niños que padecen de alguna discapacidad mental ha incrementado en Puerto Rico en los últimos años. Al autismo- una de las condiciones más comunes- se le conoce como una enfermedad que se caracteriza por “condiciones médicas que interrumpen el pensamiento, los sentimientos, el humor, la habilidad de relacionarse con otros y el funcionamiento diario de una persona. Son desórdenes que a veces disminuyen la capacidad que tienen las personas para afrontar las demandas ordinarias de la vida”, según la National Alliance on Mental Illnes (NAMI).

Otro estudio realizado por Batias en 2006 concluye que: “2 de cada 3 personas en Puerto Rico reportan tener algún tipo de enfermedad física o mental. Y la cifra es mayor especialmente cuando de niños se trata». 

Se ha determinado que una de las causas principales de este incremente se debe a actitudes que asumen las madres durante su embarazo. El consumo de alcohol durante la gestación, aunque se considera una actitud rechazada socialmente, ha mostrado ser una práctica habitual en muchos casos. Asimismo, según datos de la National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, en los últimos cinco años, el incremento de algunas condiciones mentales es el resultado de jóvenes que procrean, adolecen de un total conocimiento y son propensos a altos riesgos por su edad y por el alto consumo de alcohol.

A causa de esto, muchos niños que nacen fruto de estas relaciones tempranas, presentan las siguientes características: nacen prematuros, sufren problemas para comer o dormir, padecen dolencias auditivas y visuales, enfrentan dificultades para seguir instrucciones, confrontan barreras para aprender a realizar tareas simples y prestar atención, poseen necesidades especiales, sobre todo en el salón de clases -y padecen problemas al relacionarse con otras personas y para controlar su comportamiento, entre otros.

En el caso del autismo, se desconoce a ciencia cierta la principal causa de este padecimiento. No obstante, My Child withoutlimits. org expresa que, según estudios recientes, ocurre por problemas genéticos, biológicos y ambientales. “En una familia con un niño/a autista, la probabilidad de tener otro hijo/a con autismo es alrededor de 5 por ciento, o 1 de cada 20, más alta que en la población normal”, determinan las fuentes recogidas en esta página web.

Algunos de los síntomas de esta condición son: aislamiento social, dificultades para comunicarse y patrones estereotipados de conducta, es decir, gestos o expresiones que se repiten sin variación.

Por otra parte, el índice de niños y adolescentes que han sido recientemente diagnosticados con déficit de atención (ADD por sus siglas en inglés), también ha incrementado. Esta condición, según la página web trastornosconhiperactividad.com, se define como: “un trastorno de conducta que aparece en la infancia, y que se suele empezar a diagnosticar en torno a los siete años de edad, aunque en algunos casos, puede ser mucho antes. Se manifiesta como un aumento de la actividad física, impulsividad y dificultad para mantener la atención en una actividad durante un periodo de tiempo continuado”.

Asimismo, el déficit de atención se caracteriza por tres áreas fundamentales: el movimiento motriz atípico, impulsividad y problema de atención. Existen, por el momento, tres categorías dentro de esta condición: Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad impulsiva y Trastorno por Déficit de Atención combinado con las primeras dos.

Otra de las causas del autismo se cree que se debe al tabaco. Los estudios demostraron que madres que fumaron durante el periodo de gestación, aumentaron tres veces el riesgo de concebir niños con esta enfermedad mental, según el libro Desórdenes Emocionales o de Conducta de Nancy López.

“La nicotina cruza fácilmente la placenta y las concentraciones de esta sustancia en el feto pueden ser hasta 15 por ciento más altas que los niveles maternos. La nicotina se concentra en la sangre fetal, en el líquido amniótico y en la leche materna. La combinación de estos factores puede tener consecuencias graves en los fetos y en los bebés de las madres fumadoras, como con problemas de aprendizaje y de comportamiento en los niños”, según la National Institute on Drug Abuse (NIH por sus siglas en inglés).

Si de causas se trata, no podemos dejar a un lado el aislamiento social y su correlación con los serios problemas mentales. Morton Prince, psiquiatra y psicoterapeuta norteamericano, enfatiza que: “los factores culturales juegan un papel importante en la evolución de los síntomas emocionales y de conducta”. Muchos casos en los que niños tienden a ser agresivos y están enajenados de todo, ocurren por esta razón.

Por último, los disturbios emocionales también juegan un papel significativo en el incremento de padecimientos mentales entre niños. Este aquejamiento se define como una condición que se exhibe a través de un largo período de tiempo y afecta desfavorablemente el rendimiento educacional del niño.

Según estudios realizados por el Departamento de Salud de Puerto Rico:“el 12% de la población menor de 18 años sufre algún desorden emocional; 2 de cada 3 personas reportan tener algún tipo de enfermedad física o mental, y solo el 25% de los niños o jóvenes diagnosticados con disturbios emocionales recibieron algún tipo de ayuda”.

Como parte de este reportaje, se realizó trabajo de campo en la Escuela República del Ecuador en el pueblo de Ciales, Puerto Rico. En entrevista, Ramón Burgos La Luz, maestro de Educación Especial de esta institución, expresó:

«Cada año es más difícil manejar estas situaciones.  El incremento y la imposibilidad de manejar la enfermedad son porque el factor familia se supone que juegue un papel importante en la vida de cada niño. No obstante, siendo la mayoría padres y madres demasiado jóvenes, no pueden atender de manera complementada los problemas mentales de sus hijo/as», expresó.

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Ramón Burgos, maestro de Educación Especial, con dos alumnos

Otra causa se debe, según el maestro, a la endogamia, es decir, la práctica de contraer matrimonio entre personas de ascendencia común o naturales de una pequeña localidad.

«Esto se ve diariamente en los barrios apartados. La unión entre familias provoca genéticamente daños mentales cuando se procrea, ya que ambos padres tienen los mismos genes recesivos y esto consecuentemente resulta ser unos de los causantes que pertenezcan al programa de Educación Especial».

Efectos sociales, familiares y la tecnología

Tras ser diagnosticados con un problema crítico mental, muchos niños con dichas capacidades, no tienen a quien acudir y están carentes de modelos adultos a seguir. Por esta razón, la tecnología ha mostrado ser un escape de la realidad para estos niños y jóvenes.

En muchos casos ambos padres trabajan fuera del hogar y dejan a sus hijos al cuidado de otras personas. A esto se añade el cansancio, pues ambos padres  llegan cansados y los hijos exigen ciertas atenciones, ¿Cuál es la solución? Sustituir sus deberes como padre por aparatos electrónicos. Esto puede crear una adicción tecnológica para el niños y sin duda alguna también afecta su comunicación interpersonal.

Según el maestro entrevistado, a estos estudiantes se les dan las facilidades para su mejoría, pero no se puede adentrar en responsabilidades no correspondientes. Obtienen terapias y citas con sicólogos. Pero, la deficiencia de responsabilidad, la presión de la sociedad y la competencia tecnológica complican aún más el panorama.

El incremento de problemas mentales es un riesgo que se transmite a la vida cotidiana, a la sociedad y a los patrones de enseñanza en conjunto a su enfermedad. Se ha tornado imprescindible transformar la educación tanto pública como privada en un sistema eficiente que sea capaz de atender todos los casos mencionados anteriormente. Las ayudas deben extenderse no solamente a los niños que son el producto en muchas ocasiones, de conductas inapropiadas durante el proceso de gestión y temprana edad, sino también a sus padres o tutores. Esta población amerita y prescinde de educación y recursos que les faciliten el manejo de sus hijos. Factores biológicos y genéticos, ciertamente juegan un rol importante en el desarrollo de estas condiciones, sin embargo, la clave necesaria para corregir esta situación es, sin duda alguna, la educación y fomentar patrones saludables tanto en la enseñanza escolar, como en el hogar.

Pamela Hernandez Cabiya
Author: Pamela Hernandez CabiyaEstudiante de Comunicación (pamela.hernandez2@upr.edu)

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