“La mejor ola es la vida misma”

“El surfing llegó a mí de una manera que uno no se lo espera”. Así describe Jesús “Chucho” Hernández la forma en la que el deporte del surf llegó a su vida.

Jesús»Chucho» Hernández practicando surf en los años 80. (Foto suministrada)
Pedazo de la entrevista a Jesus (Chucho) Hernandez

Desde que Chucho era chico, su hermano mayor Enio Ojeda y su tío Ibrahim Rivera, lo llevaban a pescar y bucear. Para Chucho, el menor de seis hermanos, esas salidas a pescar lo hicieron enamorarse del agua. También influyó la figura de su hermano mayor, que era su figura paterna ya que Chucho comenta que su madre, Fredeswinda Rivera Reyes, los crió sola luchando contra toda adversidad.

Chucho habla con una sonrisa en el rostro acerca de cómo incursionó en el deporte. Cuenta que cuando era chico unos surfers profesionales vinieron a Puerto Rico a practicar el deporte y no querían llevarse la tabla de vuelta, así que se la dejaron a él y otros muchachos que estaban en la playa. Luego de eso iban todos los días a surfear, sin tener conocimiento o experiencia previa. Disfrutaba de pasar esos tiempos de ocio en el agua con los demás chicos.

“Íbamos cinco o seis a usar una sola tabla en La Boca y nos turnábamos, pues era un grupito de la escuela, jóvenes, y poquito a poquito nos fuimos desarrollando”, relató Chucho.

Se crió en un caserío y para Chucho fueron muy importante los valores que le inculcó su madre. Fueron estos los que lo impulsaron a seguir adelante a pesar de las circunstancias. Mirando al horizonte, recordando, Chucho narró una experiencia desagradable en la que le dijeron a su madre que él andaba “con los pelús locos esos que usan drogas”, lo que conllevó que recibiera un castigo por parte de su madre. Para Chucho, la manera en que su madre lo crió, siendo una mujer fuerte de principios y valores, lo llevó a ser el ser humano que es hoy día.

“Mi mamá siempre estaba sola, en casa no teníamos el support de un padre que nos ayudara a echar hacia adelante en cualquier situación; mi mamá fue una titana”, comentó.

Hablando acerca de su estrategia como maestro de surf para niños y jóvenes- tarea a la que se dedica ahora- Chucho mencionó cinco puntos cruciales para ser un buen surfista: la disciplina, mantener la condición física, amar el deporte, confiar en sus propias destrezas y por último, ser un buen entrenador que transmita sus experiencias y conocimientos. Esta es la filosofía que él utiliza para entrenar nuevos surfistas.

Chucho impartiendo direcciones a sus estudiantes.

Como entrenador, Chucho no solamente tiene experiencia en la disciplina del surf, ya que muy contento habló de los años que pasó dirigiendo otro deporte: el baloncesto. Siempre le gustó estar entre niños y dirigió todas las categorías, desde infantil hasta juvenil. Durante aproximadamente 15 años Chucho fungió como coach de baloncesto en un intento por sacar a los jóvenes de las calles y los vicios. Riendo comparte que fue bastante exitoso, ya que se proclamó 14 veces campeón y una vez subcampeón en torneos locales.

“Dentro de las categorías menores, adoptamos la cancha de Catañito en Barceloneta, sacamos el problema de las drogas de ahí e hicimos deporte”, comentó.

Hablando acerca de los momentos más difíciles en su vida, surgió el tema de su diagnóstico y batalla contra el cáncer. Con un tono un poco jocoso, habló de cómo se automedicaba cuando sentía distintos dolores y no iba al médico. Un día estando en el trabajo Chucho sintió una incomodidad fuerte, cosa que lo llevó al hospital y a una cirugía de emergencia. Con los ojos llorosos habló acerca de lo difícil que fue estar postrado en una cama con tubos saliendo de su cuerpo y sin poder moverse.

Reflexionando comentó de cómo pensaba en sus hijos, en su familia, en si podría pararse de esa cama algún día o si nunca lograría salir de esa habitación de hospital. Atribuye su nueva oportunidad de vida a su fe y su condición física, ya que al ser atleta estaba en estado óptimo para mantenerse durante los tratamientos, y la fe lo ayudó a estar positivo y mantener esperanza de que saldría de esa situación.

“Yo me levanté con una cirugía, con cables nasogástricos, con un boquete aquí, la cicatriz, totalmente inmóvil en una cama y pasaban los días y días y uno iba para atrás, pero tanta fue la fe que después de un tiempo dije: Dios me va a sacar de esta”, relató Chucho.

Cuando habló acerca de qué impacto quiere tener en los jóvenes, mencionó que lo que le llena de satisfacción es que lo llamen estudiantes y le digan: “Chu me llamaron para ir a Aguadilla y tú me dijiste que hay buenas olas, ¿te tiras con nosotros?”. Para Chucho eso es vida; saber que impactó la vida de un joven positivamente por medio del deporte y que aún cuando ya no son sus estudiantes, lo llaman, lo ven en la calle y lo saludan y siempre aprecian la labor que él hizo durante tantos años.

Author: Luis Meléndez

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