Vulnerables ante la soledad

Por: Jeisamar Rivera (jeisamar.rivera@upr.edu)

28 de noviembre. Me levanto a las 8:03am y ya había recibido un mensaje de mi papá que decía: ¿ya suben?

No es un día cualquiera. Es un día especial, de compartir y lo más importante: dar gracias. Pese a tener una semana demoledora por un calendario lleno de trabajos, exámenes y asignaciones de fin de semestre, solo anhelaba una cosa: ver a mi familia.

Durante esa última semana de noviembre encarné el rol de hermana mayor y cuidé de mi hermana de diez años (que no vive conmigo), pues su mamá se encuentra hospitalizada hace un mes. Soy criada en la Ciudad del Tomate, Jayuya. Sin embargo, debido a la distancia y a la búsqueda de un sueño- de querer educarme- hace cinco años Arecibo se ha convertido en mi segundo hogar.

Ya había planificado como sería mi día para dar gracias. Viajaría a Jayuya para estar con las personas que amo. Mia Nahir, quien es mi hermana menor tendría un día diferente: comería pavo en el cuarto del hospital en compañía de nuestro papá, su mamá y otros hermanos.

Tras viajar hora y media llegamos a nuestro destino. Suelo ser muy espontánea, sentimental y solidaria. Por eso, decidí hacer una primera parada en casa de nuestros abuelos paternos; es ahí donde comienza la historia.

Se presenciaba la soledad. Me estacioné y al bajarme del auto, apoyé mi cara en el portón gritando: ¡Lleeegueé! ¡Feliz día de Acción de Gracias!

Mi abuela se acercó a nosotras para abrir el portón. Mi abuelo sin ser notado, estaba en el balcón, sentado como de costumbre, apoyado en su andador, muy parecido a una silla de ruedas.

Sus ojos expresaron lo que ellos no hicieron con palabras. Noté la alegría de la visita. Rápidamente les expliqué que solo les visitábamos un rato y que el propósito era que nos vieran a ambas pero que Mia debía llegar a Ponce para ver a su mamá.

Mientras conversábamos, mi mente viajaba construyendo así diversos pensamientos. Mi familia es grande. ¿Cómo es posible que estén solos?

Su casa por largos años fue el lugar del “bembé”. Aquí, mi abuela elaboraba los mejores platos para el disfrute de todos. Si hay algo que nunca faltaba en la casa era la comida y la música. En silencio me preguntaba… ¿por qué ya nada es como antes?

En silencio me respondía… cada persona ha hecho su vida. Las responsabilidades y los problemas agotan, agobian y preocupan en sí a cada individuo.

Mamá Judith, como de cariño le apodamos, cocinaba un pavo, aún sin tener invitados para el día.  El arte culinario no le es olvidado luego de sufrir un derrame cerebral y un infarto hace unos años. Mi tía, aunque estaría visitando a su hijo en otro pueblo y es quien mayormente cuida de mis abuelos, dejó preparado el arroz y una rica papa majada con salsa de ajo.

Ver el sacrificio, el amor, el deseo de una unión familiar y el querer compañía en un día especial fue más que suficiente para estar de regreso en su hogar.

Me marché a llevar a mi hermana y les dije: ¡Regreso pronto!

Siempre que les visito, no importa el tiempo que pase con ellos… al irme me causa un mar de sentimientos encontrados. Quisiera tener más tiempo para verles, hacerles sentir que no están solos. Las lágrimas bajan por mi rostro una y otra vez que les veo. Nunca les demuestro mi tristeza y mis preocupaciones.

Realicé diferentes llamadas, invitando así a mi prima, hermana y tío a comer y a estar junto con mis abuelos. De esa manera podría regalarles un acto de amor. Aunque para muchos sea algo cotidiano, para otros, podría representar el regalo más hermoso: la compañía y el amor.

Destaco que lo importante no es solo el hecho de estar físicamente, es realmente hacer notar la presencia.

La sonrisa de mis viejos no puedo describirla. No existe palabra que describa lo que mis ojos vieron. Comimos, brindamos, reímos y dimos gracias una y otra vez.

Acción de Gracias 2019, junto a papá Israel

Sus semblantes habían cambiado.

Hay muchas formas de dar amor y cumplir el rol en la familia. Toca preocuparnos por nuestros viejos. Utilicemos uno de los mejores sentidos del ser humano: escuchar, para hacerles sentir que importan. La falta de tiempo y el ajoro no deben ser excusas para olvidarnos de ellos.

Ama, vive, pero no olvides. Crea lazos irremplazables porque los recuerdos son los que se atesoran en el corazón.

Jeisamar Rivera
Author: Jeisamar RiveraNacida en Ponce y criada en Jayuya. Soy estudiante de Comunicaciones en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. Mis áreas de énfasis son: Noticias / Producción y Dirección.

14 comentarios en “Vulnerables ante la soledad”

  1. Wow sin palabras. hermoso ?que Dios te acompañe, yo se que lo ama y si sentien solo, sus cara valía un million cuando llegue, pk esperando a tu tía, no llego tu papi llego muerto cansado y los ojos de tu mam juthe se les aguaron es una lástima que, tanto
    bembes, tantas cosas que se hacía ahy y ella
    complaciendo a todos, ahora este sola , te felicito por este escrito sobre
    tus abuelos, Exito siempre

  2. Muy hermosa y emotiva esta narración. Mis lágrimas me salieron sin mi autorización, es una realidad que estamos viviendo. La soledad .

  3. Jeisamar…Dios te conceda larga vida para que consigas hacerlos sonreir a menudo. Nuestros viejos necesitan amor y compañía y lamentablemente se les da si sobra el tiempo y el espacio. Te deseo éxitos en tu carrera. En ti vemos esperanza…

  4. Tú y yo sólo hemos compartido una vez (de playita ?) y desde ese instante conocí la bondad de tu corazón. Tienes una madre ejemplar, a quien quiero como una hermana. Cuando comencé a leer, ya mis ojos definían mi sentir, estoy al ? x ciento de acuerdo en no poner excusas y ser responsables con nuestros viejos para alegrar sus días. Ellos nos necesitan AHORA!!
    Bendiciones y éxito ?

  5. SIN PALABRAS CONOZCO A LA TÍA JUDITH COMO LE DIJE SIEMPRE TREMENDO SER HUMANO, ATENDÍ A SU HERMANA DOÑA PERPETUA RIP Y ERA UNA PERSONA QUE LLEGABA A LOS HOGARES A AYUDAR QUE TREMENDA ES LA VIDA BENDICIONES PARA LA TIA JUDITH Y FAMILIA ATT . CLASS LA ENFERMERA DE HOSPICIO SAN LUCAS. FELIZ NAVIDAD

  6. Wao sin palabras !! Que orgullosos deben estar tus PADRES porque yo me siento con el pecho inflado solo por leerte, Ver que con los años tus vecinos te vimos crecer , que llevamos parranda a tus amados abuelos,(donde nació un nuevo deep)Pregúntale a tu papá y son El mejor ejemplo de abuelos Que siempre recordarás
    Un abrazo Jackie

  7. Wao!… Hermoso lo que hiciste por tus abuelos. Eso es con lo que uno se queda cuando ya no están. Te felicito por la iniciativa de escribir.

  8. Wow Jesi que te puedo decir si lo has dicho todo. En mi caso son mis viejos que son mi todooo y ya q no vivo en Jayuya pq estoy por Manati trato fielmente de bajar un fin de semana si y uno no para compartir con ellos y hacerles sentir q no estan ni estaran solo . Te felicito muy muy buen escrito eres una campeona en todo el sentido de la palabra

  9. Me encantó el artículo. Soy del barrio y se de lo que hablas. Nunca es tarde para reflexionar sobre nuestros mayores. Saber que dieron todo por levantar una familia y cuando llegan a su vejez lo mínimo que podemos reciprocarles es atención, cuidado y compañía.
    Éxito en tus estudios y futura vida profesional!!!

  10. Luego de leer esta conmovedora historia me haces remontar a una década atrás y al mismo tiempo compararlas con la década de los ’70 y ’80. Vivir esa experiencia de palpar la tristeza por la cual viven nuestros abuelos y los ancianos. Es toda una realidad que se vive a diario en nuestro querido Puerto Rico. Tener la soledad como compañera no es bueno. A veces nuestros queridos viejitos sólo necesitan la medicina o la pastilla pero que sea de presencia, alegría, escucha. El hecho de estar tan sólo un rato con ellos y escucharlos, les devuelve esa buena salud, alegría y sobretodo la fe de continuar viviendo. Jeisa siempre te he admirado en lo poco que te conozco y hoy con este artículo me haces reafirmarlo. Que Dios te bendiga siempre.

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