Este texto representa una colaboración entre varios estudiantes del Departamento de Comunicación Tele-Radial de la UPR en Arecibo, quienes toman el curso Principios de Periodismo y dado la reapertura de los portones tras 48 días de huelga en su recinto, tienen ganas de hacerse escuchar.
Por: Ashley Figueroa, Julissa Gónzalez y Lisandra Torres
Desde hace casi dos meses nos acompañan las mismas imágenes en la televisión y en los medios nacionales del País. Personas anónimas encapuchadas, algunas corriendo y otras lanzando objetos, graffitti en las paredes del principal centro docente en la Isla, encontronazos entre sectores de la comunidad y figuras públicas y un ambiente general cargado de violencia, incertidumbre y temor por la situación actual que atraviesa el País.
En toda manifestación organizada a favor de la defensa de la UPR, no faltan los medios fotografiando a quienes lanzan piedras y manchan la imagen de la comunidad universitaria. ¿Pero y la otra cara de la moneda? Tal vez “no les dio el tiempo” captar al estudiante que pasivamente expresa su opinión y también ofrece propuestas. Aquellos que luchan conscientemente, porque de lo contrario, ¿qué será de un País que es incapaz de ofrecer los más elementales servicios y derechos para sus ciudadanos?
No hay duda de que los medios utilizan imágenes violentas y discursos tergiversados con el fin de manipular la opinión pública y propagar una actitud negativa generalizada en torno a la comunidad universitaria.
No tan solo los medios de comunicación se han dedicado a criminalizar a los estudiantes, sino también algunos políticos y líderes del País. Thomás Rivera Schatz es uno de ellos quien ha provocado de modo directo a los huelguistas y esperando su reacción inminente, luego insiste en mostrarlos como criminales. En términos generales, algunos líderes políticos como también la prensa y otros medios han utilizado la presente situación de angustia y precariedad colectiva para favorecerse y desviar la atención de los asuntos que verdaderamente afectan al Pueblo. De esta manera, el Pueblo se centra en las acciones de algunos de los manifestantes y no en la verdadera situación que amenaza con aniquilar la UPR y el futuro del País.
El estereotipo del estudiante maquiavélico se ha reproducido y multiplicado en las últimas semanas más que nunca antes. Durante todas las manifestaciones se ha desarrollado una serie de sobrenombres referentes a los estudiantes tales como: “pelús, los encapuchados, anarquistas, revolucionarios y mantenidos”, entre otros, que no hacen más que cegar y manipular la opinión pública.
Sin embargo, en realidad no se le da importancia a lo que de verdad merece: una educación pública y accesible al pueblo. Mientras que otros países como Corea del Sur y Finlandia alcanzan una educación de los más altos estándares, en nuestro País nos vestimos de luto ante el posible desmoronamiento de la única institución universitaria publica.
¡Me niego a aceptar esta como la única alternativa viable en términos económicos para el País!
Iupifobia
María A. Hernández De la Cruz y Annivette Cáceres Roldán
“El miedo equivale a una falsa evidencia, que simula ser real.”
Durante estos últimos meses hemos sido testigos de cómo la manipulación de la información ha ocasionado una ola de miedo por parte de los medios, que se ha visto reflejada en la ciudadanía hacia el sistema UPR. En una columna publicada hace casi un mes, Ana Lydia Vega expresa que:
“Existe aquí, como en otras partes del mundo, una desconfianza generalizada hacia la gente con estudios. Los muy “sabidos” y los muy “fisnos” se asocian no sólo con la pedantería sino con un cierto elitismo social. De hecho, el término “intelectual” cobra en ocasiones unos matices tan hostiles que a menudo los propios intelectuales lo rehúyen.”
En la columna “A Cuatro Ojos”, la escritora Ana Lydia Vega nos expone una idea no tan lejana que vive la comunidad universitaria, específicamente la UPR. A pesar de que la Universidad es apreciada por algunos, no es misterio que de igual forma sea reprochada por muchos otros.
¿Es la Iupifobia un mito o una realidad? Ana Lydia Vega deduce que la Iupi se ha convertido en una entidad que inspira temor. No tan solo es temida por el gobierno sino, también por algunos sectores del pueblo. Actualmente es muy común escuchar críticas sobre cómo los movimientos estudiantiles que se han levantado para defender la educación del País, se han tornado en sinónimo de malestar. Comentarios como: “Marihuaneros que lo que quieren es perder el tiempo”, “Socialistas que odian la autoridad Policiaca”, entre otros, se leen a menudo en las redes y sin duda, han contribuido a este miedo colectivo.
Contar con una institución de educación superior pública del calibre de la UPR es una muestra fehaciente del símbolo de progreso y desarrollo de una nación. Somos quienes somos gracias a las aportaciones en la salud por medio de proyectos generados e incentivados por el Recinto de Ciencias Médicas, gracias a las investigaciones que aportan al futuro de campos como la Agricultura, Ciencia, Psicología, etc. Parece mentira que la labor comunitaria y la producción intelectual y de recursos humanos que se genera gracias a la UPR no se le otorgue el reconocimiento que amerita.
Es por esto que hacemos una invitación a todo individuo que identifique algún síntoma que se vincule con la Iupifobia, a no temer al dialogo, a la búsqueda de información, pero sobre a crear y multiplicar la empatía y no generalizar ni ignorar la otra cara de la moneda.
El precio de la educación
by: Adyalin Reyes Santiago, Marié Rivera Díaz, Patricia Rodriguez Tejera.
El pasado mes de marzo, el Gobernador Ricardo Roselló anunció su estrategia para atender la deuda de Puerto Rico mediante un plan fiscal, basado primordialmente en recortes y no tanto, en desarrollo económico. Entre las decisiones que más malestar han causado en la población aparte de los recortes a la UPR. se encuentra el plan de restructuración de la Secretaria de Educación Julia Keleher, quien optó por cerrar alrededor de 180 planteles escolares como solución a la reducción de fondos del País.
Dicen que si añades un poco a lo poco y lo haces con frecuencia, pronto equivaldrá a mucho. Pero, ¿qué representa un grano de arena en medio de un desierto? Esto no es nada más que el mismo valor que representan los 7.7 millones de dólares que equivaldría al recorte en una deuda fiscal que alcanza 73,000 millones. La respuesta es simple: nada. Este no es el pensar de Keleher, quien asegura que el cierre de planteles beneficiará al País mediante la mejora del aprovechamiento académico y la reducción de personal administrativo.
Como respuesta a la indignación del Pueblo al cierre de estas escuelas, el gobernador Rosselló propuso traspasar las escuelas en desuso a entidades sin fines de lucro que brinden servicios “para personas sin hogar, albergues para animales abandonados, centros de rescate y tratamiento para personas drogodependientes, talleres de terapias o tutorías para niños y jóvenes, refugios para mujeres, niños o ancianos víctimas de maltrato, e incubadoras de microempresas comunitarias, entre otros proyectos de apoyo para la comunidad”. De primera instancia, parece ser un plan factible y hasta beneficioso para el País; el detalle está en utilizar como recurso primordial al maestro retirado, pues sale más barato compensarles mediante remuneración que pagarle un sueldo a un joven maestro. También buscan terminar con la contratación de conserjes, relevando esta responsabilidad a voluntarios como parte de un servicio comunitario.
Esto junto a la reforma laboral y la posible eliminación de la UPR representan decisiones malpensadas y nefastas para el País, en beneficio de unos pocos y a cuesta de unos muchos, pues no tan solo reduce la probabilidad de producir empleos dignos para la población joven, sino que también limita el acceso a una educación de calidad, creando así una pérdida mayor: la riqueza intelectual.