Por: Chatelle Rivera Vélez (chatelle.rivera@upr.edu)
La hija de la Luna
Todo comenzó el 23 de junio del año 2000, el día de la Noche de San Juan tan celebrada en Puerto Rico. Ese día, mientras los puertorriqueños festejaban, una mujer se encontraba en la sala de partos esperando para traer al mundo a su tercera hija. El momento de pujar llegó y como ya tenía algo de experiencia, sin haber empezado bien, acabó. Una bebé llorando y varias caras asombradas fueron lo primero que distinguió. De pronto, una enfermera dice asombrada: “¡Válgame, pero que blanca!”.
Nació una niña con destellos dorados en su pequeña cabecita y la piel rosada casi transparente. La sorpresa de aquella madre fue tal, que quedó perpleja ante su criatura. Una niña albina, hija de la luna, (como tituló el compositor José María Cano una de sus canciones), fue el regalo inesperado de Brenda Vélez González, quien con una sonrisa en el rostro cuenta la historia una y otra vez luego de 17 años.
La familia, ansiosa, se encontraba en la sala de espera. Entretanto, Brenda aún no salía de su asombro. Veía a su recién nacida y solo repetía: “¡Tan blanca y con tanto pelo!”, algo que suena gracioso para semejante situación.
Al momento de abrir las cortinas del nursery, madre, padre, esposo y hermanos estaban pendientes para ver “la nueva miembro de la familia”. De pronto, un silencio absoluto paralizó el instante. El alboroto de los allí presentes los despertó un poco. “¡Pero que nena tan blanca!”, “¿Y esa plumilla de dónde salió?”, “Esa es la de ustedes, ¿verdad?”, eran algunos comentarios que se escuchaban en el pasillo.
Yanelis Rivera Vélez fue la luna brillante de aquella noche, la Noche de San Juan.
A sus 17 años sigue causando conmoción entre las personas, no deja de ser esa luz que resplandeció el 23 de junio. ¿Cómo lo sé? Soy su hermana mayor.
El albinismo
Puerto Rico es una isla con una relativa alta tasa de albinismo, ya que 1 de cada 1,600 habitantes ha sido diagnosticado oficialmente con esta condición. ¿Qué conlleva realmente esta condición? En principio, se trata de una mutación genética hereditaria portada por ambos padres. Esto no quiere decir que los portadores tendrán solo hijos albinos, sino que existe la probabilidad de que alguno de ellos lo sea.
Ese es el caso de mi familia. Luego de dos hijos “normales”, nació Yanelis, la combinación de dos genes mutados convertida en mi nueva hermanita. Aunque es una condición que ha existido desde siempre, tanto en humanos, como animales y plantas, la gente es desconocedora de ella.
Los albinos sufren diferentes enfermedades dependiendo del tipo de albinismo, estas pueden ser: falta de visión, hemofilia, fibrosis pulmonar, falta de melanina, entre otras cosas.
Independientemente de las dificultades que enfrentan, en ocasiones el albinismo se ha manifestado como una moda o una característica que ha fomentado que personas con esta condición incursionen en el campo de la música, el modelaje, la fotografía y la actuación. Por otra parte, en el continente africano, existen algunos países en los que el albinismo se considera un acto sobrenatural que representa maldición o bendición. En países como Tanzania, se han reportado numerosos casos de mutilación y asesinatos de niños albinos para vender partes y órganos de su cuerpo, ya que los catalogan como una maldición para las familias que los traen al mundo. Existe un mercado negro que mueve miles de dólares cada año, ya que aún se mantiene arraigada la creencia de que los huesos de los albinos cargan poderes mágicos que atraen la suerte y funcionan como amuleto para ahuyentar la muerte.
Aceptación
En su etapa escolar, Yanelis sufrió mucho por el rechazo de otros niños que la consideraban una “cosa rara”. Aprendió a lidiar con eso y con todos los sobrenombres con los que solían llamarle. “Ey blanquita”, “jinchita ven acá”, “plumilla”, “bizca”, “mira canita”, la lista es interminable.
Aceptó que era diferente a los demás, pero que eso no la hacía menos. Empezó a darle importancia a lo que sentía y no a lo que decían.
Hoy tiene 17 años y es una luchadora de sus sueños. Le gusta cantar, bailar, actuar y tocar varios instrumentos. Su popularidad y éxito la han llevado a participar en competencias televisivas como La Voz Kids. Ya no le importan los sobrenombres del pasado. Cuando lo cuenta suena muy chistosa, pues dice que la gente piensa que la ofende, pero ella se siente halagada porque se ganó la atención de aquel que la mencionó.