Sube a mis tacones, por favor

Por: Karla M. Cordero Rivera (karla.cordero1@upr.edu)

Hace poco, mientras navegaba por internet, me topé con unas fotos muy antiguas de parejas, que llevaba como título “Con lo que acabó el feminismo”.  Las fotos ilustraban a jóvenes enamorados entre los años 1950 y 1980, teniendo citas con sus novias.  No entendí qué relación guardaban imagenes de novios siendo detallistas, con la igualdad social de la mujer.  El comentario sexista posiblemente lo hizo una persona sin tener fundamentos. Alguien que, como muchos, piensan que “el feminismo es antónimo de machismo”.

Quizá es una justificación para la falta de caballerosidad hoy.

Me he preguntado cuál es el rol de los hombres en esta lucha. Seguro que lo básico debe estar en luchar por la igualdad de derechos y oportunidades, igualdad salarial y no discriminación en el acceso al trabajo. Terminar con la discriminación sexista, combatir con fuerza la violencia de género, el abuso y el acoso.  Es lo mínimo y, sin embargo, con esto aún estaremos muy lejos de la meta de una plena igualdad.

“Al final todas, ricas o pobres queríamos lo mismo, ser libres”. El feminismo es una lucha por la igualdad, es el reconocimiento y respeto mutuos de la dignidad de cada cual. Es también una oportunidad de evolución para todos nosotros como seres humanos, especialmente para los hombres.  Se trata, como mencioné anteriormente, de igualdad de derechos, no de ser mejor que otro. A fin de cuentas, hombres y mujeres somos lo mismo, un ser humano.

Cuento hasta diez antes de teclear cada palabra porque me da rabia cada vez que pienso en todas las mujeres que se encuentran sometidas por el patriarcado todavía en el siglo 21.  Desde hace siglos se ha visto el maltrato de jefes, maridos y hasta padres sobre las mujeres, pero me parece vulnerable que todo pueda evolucionar menos la posición de la mujer en la sociedad.  No es cuestión de que nos sobrevaloren, pero tampoco que nos tengan a la izquierda a estas alturas de la sociedad.

 “La canción dice que ‘el amor está en el aire’, pero no, lo que está en el aire es el machismo”. Esta frase es del médico español Miguel Lorente Acosta, quien, en una entrevista, relata cómo, investigando las omisiones en el Derecho de las violencias contra las mujeres, se aproximó al feminismo. Pero el verdadero detonante fue la respuesta de una mujer al preguntarle lo que le había pasado en la cara: “Mi marido me pega lo normal, pero esta vez se ha pasado y quiero denunciarlo”. Que el machismo está en el aire lo demuestran claramente las noticias de los últimos días.

La reciente ola ha sido como un efecto dominó de denuncias contra el acoso sexual. Han caído hombres muy poderosos. Solo para citar algunos: el presidente de Fox News, Bill O’Reilly; el productor de Hollywood Harvey Weinstein; el presentador de CBS This Morning, Charlie Rose; el exmédico del equipo de gimnasia de Estados Unidos Larry Nassar, entre muchos otros.

Según el autor de aquellas fotos antiguas, el feminismo ha acabado con el amor a la antigua, pero no confundan la lucha de derechos con la falta de caballerosidad.

De lo más reciente que he visto, ha sido la justificación de su falta de caballerosidad, con nuestra lucha por la igualdad.  Leo continuamente en las redes comentarios de hombres como: “Paga la cena tú también”, “Ábreme la puerta del carro para que haya igualdad”, “Pídeme matrimonio tú a mí”.  Es claro que debe de haber igualdad, pues por eso es por lo que las mujeres han luchado durante años, pero la línea de nuestra lucha se está yendo por otra tangente muy diferente.  En lugar de nosotras tener igualdad, los hombres están perdiendo caballerosidad.  Claro que podemos pagar la cuenta, seguro que también podemos sorprenderles a ustedes, pero ¿No creen que se está cambiando el rol del hombre en lo que, culturalmente, es una norma?

La hombría es una característica que durante siglos se ha visto relacionado con la lealtad y hasta con el rol del hombre en la sociedad. Esto es algo, que en mi opinión no debe perderse, porque es parte de la cultura y un toque, que, durante años, ha caracterizado el romanticismo. Tampoco pretendo quitarle lo bonito que tiene el mismo.  Lo que está mal es el abuso sexista al que se ve sometida la mujer aún durante este siglo.

No, no estoy utilizando nuestra cultura para evitar pagar la cuenta del restaurante, pues hoy en día las mujeres trabajamos y podemos hacerlo también, pero quiero exponer mi punto de vista. Hay costumbres culturales que no deben nunca pasar de moda, así como dar los buenos días y buenas noches, ayudar a un anciano a cruzar la calle o devolverle la sonrisa a quien te sonríe, el respeto hacia la mujer y la caballerosidad, tampoco deberían pasar de moda. La clave está en la educación.

Podemos desde nuestro hogar mejorar la sociedad y cambiar el pensamiento erróneo de dominio sobre la mujer.  Que no sea algo común decir “Mi marido me pega lo normal”, que no se vuelva algo conocido la falta de trato y caballerosidad hacia la mujer, y que no veamos más periódicos con las portadas llenas de feminicidios.

 Mujer: “Cabeza alta, orgullo y amor propio”.

Author: Karla Cordero

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