La obesidad en Puerto Rico ha llegado a niveles alarmantes. Según el Departamento de Salud de Puerto Rico, casi el 70% de los adultos en la isla sufre de algún tipo de sobrepeso u obesidad. Lo más preocupante es que el problema no se limita a los adultos. Según datos del Departamento de Salud de Puerto Rico publicados hace dos años, se ha registrado una prevalencia de sobrepeso y obesidad en 24% de la niñez. Esta cifra solo ha subido desde entonces y debería encender las alarmas en nuestra sociedad, ya que la obesidad no es solo un asunto estético; es un problema de salud pública con consecuencias graves a largo plazo, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardíacas.
La raíz de este problema tiene tres componentes principales: la falta de una buena alimentación, la falta de ejercicio y la falta de educación sobre la importancia del movimiento físico en nuestra juventud.
La dieta promedio en Puerto Rico ha cambiado drásticamente en las últimas décadas. Hemos pasado de una alimentación basada en productos frescos, como frutas, vegetales y granos, a una dieta cargada de comida rápida, ultraprocesados y bebidas azucaradas. Los alimentos altos en grasas saturadas y azúcares añadidos se han convertido en la norma, y son opciones que, aunque económicas, son sumamente perjudiciales para la salud. Según un estudio realizado por la Universidad de Puerto Rico, el 80% de los adultos en la isla no consume la cantidad recomendada de frutas y verduras diarias .
Además, la accesibilidad económica a alimentos saludables es un factor clave. En muchas comunidades, es más fácil y barato comprar una hamburguesa que una ensalada. La educación sobre nutrición y el acceso a alimentos frescos y saludables deben ser prioridades si queremos cambiar el rumbo de esta tendencia.
Otro factor que contribuye al problema de la obesidad es la falta de actividad física. De acuerdo con el informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), solo el 40% de los adultos en Puerto Rico reporta realizar alguna actividad física moderada semanalmente . Esto es especialmente alarmante cuando consideramos que las recomendaciones de salud sugieren al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana.
El aumento en la tecnologia sedentarismo, en gran parte impulsado por el aumento en el uso de la tecnología y el estilo de vida urbano, ha reemplazado los tiempos en los que jugar al aire libre o caminar largas distancias formaban parte de la rutina diaria. La falta de infraestructura adecuada, como parques seguros o aceras transitables, también contribuye a que las personas prefieran quedarse en casa.
El tercer y tal vez más crítico factor es la falta de inculcación en los jóvenes sobre la importancia del ejercicio físico. Desde la pandemia han sido muchas las escuelas que han removido la clase de educación física del currículo académico. Segun el Centro de Periodismo Investigativo (CPI), el Programa de Educación Física en las escuelas públicas recibe anualmente cerca de $400,000 del presupuesto del DE, que en 2023-2024 fue de $2.6 mil millones. Es decir, solo un 0.015% del presupuesto de la agencia va a educación física. Si se divide ese número por 851 escuelas, se trata de menos de $500 anuales por cada plantel, encontró el Centro de Periodismo Investigativo (CPI).
Las escuelas deben tomar un rol más activo en promover el ejercicio como parte de un estilo de vida saludable. Sin embargo, esto no puede hacerse únicamente en las aulas; el apoyo debe venir desde los hogares. Los padres deben ser los primeros en modelar la importancia del ejercicio. Si un niño crece viendo a su familia llevar una vida sedentaria, es probable que adopte esos mismos hábitos.
La obesidad y el sobrepeso son algo que la cultura actual ha normalizado, con movimientos como: Este es mi cuerpo y me acepto así y Ámate como eres y ama tu cuerpo. Hay que preguntarnos: ¿De verdad estamos fomentando el amor propio y la alta autoestima, o simplemente estamos normalizando la gordura? Es necesario amar nuestro cuerpo, pero si lo amamos de verdad, nos preocupamos por mejorarlo, cuidarlo y ejercitarlo.
Si queremos frenar la crisis de obesidad en Puerto Rico, debemos actuar de manera integral. Esto incluye mejorar el acceso a alimentos saludables, promover el ejercicio desde edades tempranas y, sobre todo, educar sobre los peligros del sedentarismo y la mala alimentación.
Las políticas públicas deben ir dirigidas a crear espacios que fomenten la actividad física y a asegurar que los alimentos saludables sean accesibles y asequibles. Mientras tanto, en nuestros hogares, podemos comenzar con pequeños cambios: caminar más, preparar comidas más balanceadas y, sobre todo, inculcar en nuestros niños la importancia de moverse. De lo contrario, las estadísticas seguirán aumentando, y con ellas, las enfermedades asociadas a la obesidad.
Es hora de que Puerto Rico despierte ante esta realidad y tome medidas para garantizar un futuro más saludable para las próximas generaciones.