El precio del esfuerzo es elevado para miles de jóvenes que no solo luchan por su futuro académico, sino también por su estabilidad económica.
Por: Kiara E. Román Maldonado
12 de diciembre de 2024
Sobrevivir se ha vuelto la norma para muchos estudiantes en Puerto Rico. Desde el divorcio de sus padres, Nayeli Rodríguez de 22 años y residente de Lares, asumió la responsabilidad de ser el principal sustento económico de su hogar. A pesar de que su madre trabaja a tiempo completo, su salario no es suficiente para cubrir los gastos.
En Puerto Rico, muchos estudiantes enfrentan un reto difícil de balancear: cumplir con las exigencias de sus estudios universitarios, mientras cargan con responsabilidades laborales y familiares. La historia de varios jóvenes refleja la lucha diaria de quienes deben ser responsables no solo de su educación, sino también de su sustento económico. La constante presión de equilibrar estas áreas afecta el bienestar físico y emocional.
El impacto psicológico: entre el agotamiento y la incertidumbre
Estudiantes entrevistados compartieron experiencias similares. Nani, quien cursa su cuarto año en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA) comentó:
«Es difícil mantenerte concentrada en los estudios cuando siempre estás agotada. Sientes que todo depende de ti, pero no sabes cuánto tiempo más podrás soportarlo».
Estas vivencias reflejan un problema creciente: el impacto de estas responsabilidades en la salud mental, que a menudo priorizan sus obligaciones económicas sobre su bienestar emocional.
En el ámbito educativo, la carga emocional también se asocia con tasas más altas de deserción escolar. En Puerto Rico, el 40% de los estudiantes que trabajan más de 20 horas a la semana reportan considerar abandonar sus estudios debido a la presión
A nivel institucional, las universidades en la isla han comenzado a implementar recursos como talleres de manejo del estrés, aunque el acceso a estos servicios sigue siendo limitado para muchos estudiantes. Expertos en salud mental recomiendan estrategias como fomentar prácticas de atención plena, establecer límites claros entre trabajo y estudio, y mejorar el acceso a recursos de salud mental en los campus
La transportación: un lujo para muchos
El sistema de transportación en Puerto Rico también constituye un obstáculo importante para los estudiantes. Muchos dependen de vehículos propios para poder asistir a la universidad, trabajar y cumplir con otras responsabilidades. Yoli, otra estudiante de UPRA, que se hace cargo de sus gastos, comenta
“Gasto gran parte de mi sueldo en gasolina y mantenimiento del carro”.
Esto resalta las dificultades económicas a las que se enfrenta debido a la falta de apoyo familiar y la necesidad de transporte propio para sus estudios y trabajo. Para aquellos que no tienen acceso a un auto, el sistema de transporte público no es una opción viable, lo que aumenta su estrés financiero y limita su tiempo disponible para estudiar.
En Puerto Rico, aunque el sistema de transporte público solo está disponible en el área metropolitana y de igual forma de manera limitada. La mayoría de los jóvenes deben contar con un auto propio. Según estadísticas, el 70% de los estudiantes en esta área tienen vehículo propio, mientras que solo el 30% utiliza el metro urbano.
Esta dependencia del auto privado genera un gasto adicional significativo, ya que muchos destinan gran parte de sus ingresos al pago de gasolina y mantenimiento. Esto sumado a las exigencias laborales y académicas, afecta directamente el tiempo y la capacidad de los estudiantes.
Responsabilidades familiares: el peso adicional para las mujeres
En muchas familias puertorriqueñas, las responsabilidades recaen principalmente sobre las mujeres, lo que crea una doble carga que limita sus oportunidades académicas y personales. Estas jóvenes no solo deben cumplir con sus obligaciones académicas y laborales, sino que también asumen tareas domésticas y el cuidado de familiares.
Según un estudio realizado por el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, aproximadamente el 70% de las mujeres jóvenes en la isla son las principales encargadas del cuidado de niños y ancianos en sus hogares. Además, el informe revela que las mujeres jóvenes enfrentan una mayor carga de trabajo doméstico no remunerado, lo que disminuye sus posibilidades de dedicarse a sus estudios o tener tiempo para sí mismas.
Esto se ve reflejado en las declaraciones de Nani, quien relata que debe levantarse más temprano para llevar a su hermana a la escuela mientras sus padres trabajan. «No hay otra opción», explica, destacando cómo las estructuras familiares tradicionales y la falta de apoyo económico obligan a muchas mujeres a asumir múltiples roles.
El papel de las instituciones y el gobierno
La falta de apoyo de las instituciones educativas y del gobierno agrava aún más la situación del estudiantado. Muchos intentaron exponer sus dificultades, pero las respuestas fueron despectivas o insatisfactorias. Una estudiante, que prefiere permanecer en el anonimato, comenta que, a pesar de haber explicado su situación, la respuesta que recibió de sus profesores fue: “Debe organizarse mejor”. Este tipo de respuestas es común entre la comunidad universitaria que enfrenta dificultades, ya que a menudo se minimizan las complejidades de su realidad y se les insta a manejar todo de forma individual.
Las ayudas económicas, aunque existen, no son suficientes y los requisitos a menudo resultan complicados. Muchos no pueden acceder a las becas necesarias para cubrir los gastos educativos, lo que los obliga a asumir más trabajo para mantenerse. La desconexión entre las necesidades reales de los estudiantes y las políticas de apoyo es evidente.
Soluciones posibles para aliviar la carga de los estudiantes
Para aliviar la carga de los estudiantes en Puerto Rico, es necesario implementar diversas soluciones. Una de ellas es mejorar el transporte público, ampliando rutas y horarios, ofreciendo subsidios para estudiantes y creando un sistema de transporte universitario accesible. Además, aumentar las becas y ayudas económicas, simplificando los procesos de solicitud y estableciendo programas específicos para estudiantes trabajadores, junto con fondos de emergencia para situaciones imprevistas, sería clave.
La flexibilidad académica también juega un papel crucial, por lo que ofrecer clases híbridas o en línea, horarios nocturnos y programas de apoyo académico a distancia permitiría adaptarse mejor a las necesidades de los estudiantes. Finalmente, brindar apoyo psicológico y emocional, a través de servicios de asesoría psicológica gratuita y la capacitación de los profesores para que ofrezcan empatía y comprensión, sería fundamental para mejorar el bienestar de los estudiantes.
La historia de Nayeli refleja una realidad compartida por muchos estudiantes en Puerto Rico: la constante lucha entre el trabajo, los estudios y las responsabilidades familiares. Para ella, ser la principal fuente de ingresos de su hogar mientras busca completar su carrera universitaria no es solo un desafío, sino una carga emocional y física que parece no tener fin.
Su experiencia pone de manifiesto la falta de apoyo adecuado por parte de las instituciones y del sistema en general, que no consideran las dificultades únicas que enfrentan los estudiantes trabajadores. La historia de Lina, como la de muchos otros jóvenes, nos recuerda que detrás de cada estudiante hay un esfuerzo incansable por alcanzar sus metas, a pesar de los obstáculos que se presentan.