Por: Neida Rodríguez Rodríguez (neida.rodriguez@upr.edu)
En la sociedad en la que vivimos, desgraciadamente existe el estigma de que el aborto es “asesinar” una vida inocente. Se considera un crimen, aunque el embarazo es de alto riesgo para la futura madre. El tema ha hecho eco en los medios durante los últimos meses por la epidemia del virus zika. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), si una mujer embarazada es picada por un mosquito infectado, su bebé nacerá con microcefalia, otros defectos de nacimiento y desarrollo, y cabe la posibilidad de que aunque las pruebas iniciales demuestren lo contrario el bebé desarrolle los síntomas. Esto obliga a la mujer a tomar una de dos decisiones: terminar la vida del feto afligido o continuar el embarazo de un niño destinado a sufrir.
La situación ha causado polémica por que automáticamente si la mujer decide abortar, queda sellada de por vida como una asesina egoísta y, si decide proseguir el embarazo, personas cuestionarán el por qué optó tener el bebé y condenar al pobre a una vida llena de sufrimiento. Decida lo que decida, la mujer está entre espada y pared y, jamás ganará la batalla, sobre su cuerpo, ante los ojos de la sociedad. Debido a que la situación es una “muy delicada”, el Departamento de Salud ha preferido no mencionar el aborto como una alternativa y se ha lavado las manos como Poncio Pilato otorgándole el honor a la mujer en convertirse en asesina o mártir.
El Departamento no ha ofrecido la información completa y simplemente ha optado observar silenciosamente y no interviene debido al hecho de que el tan solo susurrar la palabra aborto es el tabú más grande que pudiese existir en la Isla. Esto quizás se le puede achacar a las creencias religiosas en el país. Pese a la corrupción en Puerto Rico, muchísimos problemas económicos, relevantes y dignos de más atención que el aborto, parecieran ser más aceptables ante la sociedad. Ver y presenciar diariamente temas relacionados al robo, asesinato, violación, injusticias sociales es más importante que el informarse adecuadamente y tomar una decisión inteligente sobre el terminar un embarazo.
Por lo tanto, automáticamente descartan la opción por “el qué dirán” o por pensar “Dios proveerá la ayuda necesaria”. Luego en la sociedad puertorriqueña se preguntan por qué las personas toman decisiones tan incorrectas y perjudiciales, cuando la pregunta debería ser, ¿Cómo podemos exigir al pueblo que haga lo correcto, si no se le dan las herramientas?