Nicole I. Álvarez Fernández (nicole.alvarez@upr.edu)
El periodista y escritor polaco, Ryszard Kapuściński una vez expresó: “la convicción de que para tener derecho a explicar se tiene que tener un conocimiento directo, físico, emotivo, olfativo, sin filtros ni escudos protectores, sobre aquello de lo que se habla (…) Es erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida.”
Como parte de la ideología de Tinta Digital, los integrantes de la asociación decidieron desde un principio, humanizar su experiencia en Colombia, vivir de cerca la vida de los y las paisas y recorrer y adentrarse tierra adentro sin guía turístico.
Describimos esta vivencia como de humildad, ya que primero que todo no quisimos quedarnos en un hotel y mucho menos comprar comida en los fast foods americanos. Eso no es vivir la realidad de un país, sino adoptar una postura enajenada, desde la distancia y comodidad. Nuestro objetivo era experimentar en carne propia los problemas y las situaciones de los colombianos y superar los mismos retos cotidianos para lograr penetrar y comprender esta realidad mejor. A esto se le llama inmersión.
«En esta aventura descubrimos cómo nos han castrado de esa experiencia latinoamericana y a veces uno no siente ese lazo tan cercano como el que ellos sienten con otros países vecinos. No solamente nos une el mismo idioma, sino también sus realidades sociopolíticas», expresó el presidente de Tinta Digital, Manuel Crespo Feliciano.
Reconocimos que Colombia es un país peligroso. Al principio tuvimos miedo, ya que no lo conocíamos pero aun así decidimos aventurarnos. En una ocasión tuvimos la oportunidad de conocer un asentamiento muy pobre a las afueras de la ciudad, donde algunos nos miraban raro al escuchar nuestro acento. Conocer la otredad de cerca fue retante y a la vez muy bonito. La inmersión fue paulatinamente convirtiéndose en una experiencia gratificante.
Subimos a las «favelas» (en Medellín le llaman asentamientos) donde viven las comunidades más marginadas del departamento de Antioquia, para impartir una charla sobre educación y liderazgo.
“Yo pensaba que íbamos a dar esos talleres, a enseñarle a ellos, pero realmente terminamos cogiendo el taller nosotros, ya que entendimos cómo la mayoría de los colombianos viven. Vimos las situaciones que ellos tienen que superar», añadió Crespo Feliciano.
Esta experiencia nos ayudó a reflexionar sobre la accesibilidad de la educación en Puerto Rico a diferencia de muchas partes en Colombia. No obstante, reconocimos una vez más que la pobreza no es sinónimo de analfabetismo o falta de cultura. Todos los asistentes al taller se expresaban con fluidez y manejaban perfectamente la lengua.
«Como es tan accesible (el aprendizaje) no se valora, en cambio ellos con los pocos recursos que tienen, le sacan tanto provecho», indicó la profesora Sarah Platt.
Por su parte, los líderes de la organización nos mostraron que dentro de lo poco que tienen para ofrecer a sus estudiantes, los ayudan para evitar que los jóvenes de estas comunidades se adentren en o experimenten la vida en el bajo mundo.
«Para mi fue una experiencia que me cambió la vida. Verlos a ellos tan emocionados, me llenó a mí de alegría», manifestó Genesis Figueroa, fotógrafa de Tinta Digital.
Además, cuando terminamos con el taller, los niños y jóvenes de Bello Oriente nos expresaron su aspiración de cambiar y mejorar su país, pues todos ellos se consideran líderes de una manera u otra.
Fue bien gratificante poder sacarnos los cadillos de los zapatos y vivir en carne propia las vivencias de los colombianos durante estos nueve días.