Una buena historia se compone de detalles, vivencias, lugares, sentimientos y más. Eso lo conoce muy bien Svetlana Alexiévich, ganadora del premio Nobel de la Literatura en el año 2015 y decimocuarta mujer en recibir este premio.
“He escogido un género, el periodismo, donde las voces humanas hablan por sí solas”, expresó en una ocasión la escritora y periodista.
Nació en Stanislav, conocido hoy día como Ivano-Frankivsk, Ucrania, el 31 de mayo de 1948. Apasionada por la escritura, comenzó a estudiar periodismo para el año 1967 y posteriormente al graduarse, trabajó en el periódico local de Minsk, capital bielorrusa. Fue este acontecimiento y su maestro Alés Adamóvich, los que borraron de su mente la duda sobre qué profesión debía ejercer: educación o periodismo.
Alexiévich emplea en sus escritos una combinación de literatura con periodismo, denominado por su maestro como “novela colectiva”. Son recopilaciones de testimonios que van unidos a la literatura y juntos dan forma a sus novelas. Estos testimonios traen el elemento humano a sus textos y provocan empatía en el lector.
La guerra no tiene cara de mujer es una de las “novelas colectivas” de Alexiévich en la que se narra la guerra desde el punto de vista de las mujeres. Esta novela fue escrita en el año 1983 y presentó la otra cara de la guerra. A través de entrevistas, la autora narra el lado no heroico de la guerra, el lado donde el crujir de los huesos era el pan de cada día. La autora narra que en muchas ocasiones sus entrevistas terminaron en llanto, pero luego recibía llamadas y cartas de mujeres que deseaban ser escuchadas y contar su versión de la guerra. Entre esas versiones de la guerra, se habla del amor, de lo que se dio y de lo que nunca pudo ser.
La razón por la cual Alexiévich se interesó en un principio por la participación de la mujer en la Segunda Guerra Mundial como tema de su obra, es que la voz femenina ha sido silenciada históricamente o se le da menos valor que a la experiencia masculina en estos conflictos. “Todos vivían su propia guerra”, por tal razón deseaba escuchar los testimonios de todas partes, desde las enfermeras y cocineras hasta las francotiradoras.
Otras novelas donde también utilizó la combinación de literatura con periodismo fueron:
Los chicos de zinc, testimonios de las madres que veían partir a sus hijos a la guerra de Afghanistán y Cautivos de la muerte, testimonios sobre aquellos que no resistieron la caída del régimen soviético y se suicidaron.
A lo largo de su carrera Svetlana ha sido galardonada con otros reconocimientos además del premio Nobel de la Literatura. Entre ellos: Premio Herder en Austria (1999), Premio del Círculo de Críticos Nacional del Libro, Estados Unidos (2005), Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán (2013).
Sus escritos son transparentes, muestran una verdad de la que apenas se habla. Su énfasis va dirigido al ser humano; en como este se desenvuelve ante las adversidades.