Por: Keishla Arbelo Quijano (keishla.arbelo@upr.edu)
Ricardo Ramírez de 33 años, residente del Barrio San Antonio en Quebradillas, ingresó a la Marina de los Estados Unidos, en el 2000 a sus 18 años. Obtuvo un ascenso a Sargento de las Fuerzas Especiales de dicha unidad y muchos reconocimientos a lo largo de su carrera militar, pero no es esto lo único que lo distingue. El Sargento Ramírez se destaca por ser el primer oficial en la historia del ejército de los Estados Unidos en regresar al campo de batalla con una amputación ya que perdió su mano izquierda en combate.
Ramírez era infantero, su trabajo era buscar y encontrar al enemigo, reportarlo y en caso de peligro, eliminarlo, pero el 21 de febrero de 2006, todo cambió. Se encontraba en una misión en la ciudad de Falujah en Irak. Su equipo fue atacado, y luego de responder al ataque, ordenó reforzar municiones. “Después de que un ID (bomba improvisada) detonara cerca de donde estaba, tenía que buscar a los culpables, luego de responder al ataque nos compartimos armas para todos estar al mismo nivel; me pasaron una granada y me detalló en mi mano”, comentó con cierta tristeza.
“Escuché una detonación, sentía un olor bien fuerte a sangre con explosión, buscaba entre mis compañeros y no veía a nadie herido; cuando intenté subirme las gafas con mi mano izquierda, sentí como un trapo dándome en la cara y ahí supe que el afectado era yo” expresó Ramírez.
El Sargento no se dio cuenta que el herido era él y trató de buscar entre sus compañeros quien era el afectado para asistirlo. Cuando por fin se percató que se trataba de su mano, se arrodilló para ponerse un torniquete, sus compañeros corrieron a ayudarlo y lo llevaron a un hospital del ejército, en Bagdad, capital de Irak. “En el hospital ya estaba un poco ido por la morfina, me dijeron que no podían bregar conmigo ahí y me enviaron en helicóptero para el hospital Balag, en Irak. Cuando escuché eso ya yo sabía que me iban a cortar la mano, porque esa es la carnicería de nosotros, si te envían para allá es porque te van a cortar algo” dijo.
Ricardo nunca pensó que dejaría la Marina, cuando recobró el conocimiento lo primero que preguntó a su general fue “¿cuándo vuelvo para la unidad?”, pero no fue todo tan fácil. El ejército de los Estados Unidos no acepta personas con ninguna amputación, por tal razón lo pensionaron.
Él nunca se dio por vencido y decidió luchar por volver a estar en el campo de guerra que era lo que más le apasionaba. Fueron cinco años de batalla, en los que tuvo que pasar las escuelas más difíciles del ejército. “Entrenaba igual que todo el mundo, mientras los demás podían pasar las pruebas con 80, yo tenía que pasarlas al 100% porque tenía que demostrar que aún sin mi mano estaba apto para estar ahí”, contó el sargento.
En ocasiones dudó volver al ejército porque se le habían cerrado muchas puertas. El entrenamiento era duro ya que no tenía la misma agilidad de sus 18 años, además del dolor y la incomodidad generada por el garfio, volvió más adulto y tenía su espalda, tobillos y hombros afectados. También tenía un diagnóstico de TBI (lesión cerebral traumática) por sus siglas en inglés y trastorno por estrés postraumático, pero sabía que iba a volver de alguna forma.
En 2011 llegó la llamada tan esperada por Ramírez por parte del ejército, instándole de que se reintegrara. “Cuando me lo dijeron, como que no lo creí porque siempre hubo mucha oposición y pensé que no era real”, rememoró. Aún así, ya tenía todo listo y rápido recogió sus cosas para irse. “Cuando llegué al trabajo todo el mundo se me quedó mirando porque no me conocían y se preguntaban ¿quién es este tipo sin una mano? Ellos pensaron que eran mis amigos los que se iban a la guerra, pero cuando vieron que era yo el que me iba con ellos se sorprendieron” dijo con una risa irónica.
El Sargento Ricardo Ramírez ganó la batalla más difícil de su vida, le ganó la guerra a su propio ejército, volvió al campo de batalla y con una sola mano, se desempeñó igual o mejor que antes.
Actualmente trabaja como contratista del ejército y no descarta la posibilidad de volver al campo de guerra ya que su prioridad siempre será la milicia. Le gustaría entrar al equipo secreto de los Estados Unidos, “hay un grupo que quisiera entrar, uno de esos que no saben si existes o no, todavía estoy luchando por eso”, comentó con entusiasmo.
Ramírez también juega fútbol en el equipo del ejército. “Lo más importante de todo es nunca rendirse”, concluyó.