Rafael «Rafy» Gerena, pastor de la iglesia El Maestro en Camuy, ha dedicado su vida a servir tanto en el ámbito educativo como en el comunitario. Con casi tres décadas como maestro en la escuela Luis Felipe Crespo, y ahora como líder espiritual de su comunidad, Gerena es una figura fundamental en Camuy, donde su compromiso ha dejado huella en cada rincón del municipio. Además de ser un hombre alto con barba blanca y ojos azules, Rafy Gerena es conocido por su carisma y amor por la vida. En su tiempo libre, disfruta de ir a la playa y pasar momentos con su hija e hijo, quienes, según él, lo mantienen joven. Fue maestro de español en la misma escuela donde su esposa todavía trabaja como maestra de computadoras, lo que refuerza el vínculo de servicio y educación que define a su familia.
Su influencia se extiende más allá de las fronteras de Puerto Rico. Desde la devastación provocada por el huracán María, el pastor Gerena ha encabezado esfuerzos para reconstruir viviendas y ha llevado sus labores misioneras a Asia, África y el Medio Oriente. Inspirado por sus hijos, quienes realizaron viajes misioneros en su juventud, el pastor encontró en sus experiencias la motivación para expandir su trabajo, impulsando la creación de una escuela de misioneros. Esta institución capacita y provee recursos a quienes desean llevar ayuda y esperanza a comunidades necesitadas alrededor del mundo.
Al ser consultado sobre la financiación de estas misiones, Gerena explicó que todo es posible gracias a las donaciones voluntarias de los miembros de la iglesia, quienes contribuyen con diezmos y ofrendas, sin que se les exija participación obligatoria.
Su agenda diaria también refleja su devoción al servicio. Lunes y martes, el pastor dedica su tiempo a brindar consejería espiritual a miembros de su iglesia, atendiendo a un promedio de ocho a nueve personas al día. Los miércoles, visita a ancianos y personas que, debido a su salud, no pueden acudir a su oficina. Su labor abarca desde proyectos de construcción de centros de refugio para niños y niñas maltratados en países como Bangladés y África hasta la creación de pozos de agua en Egipto y una escuela cristiana en China.
Gerena también ha enfrentado grandes retos. Uno de los momentos más difíciles fue cuando tuvo que emprender un viaje misionero mientras su esposa estaba hospitalizada, una decisión que lo hizo cuestionarse como esposo y padre. En otra ocasión, mientras intentaba llevar suministros a Venezuela, fue detenido por las autoridades y despojado de los recursos destinados a construir una iglesia local, una experiencia que describió como frustrante.
A pesar de las dificultades, su fe y compromiso se mantuvieron firmes, incluso durante los momentos más dolorosos, como la pérdida de sus padres en un corto intervalo de dos meses. “Me costó mucho seguir adelante”, confesó, “pero sabía que mi comunidad me necesitaba”.
Al preguntarle sobre su legado, el pastor Gerena expresó su deseo de ser recordado como un hombre que amó profundamente a su familia y que fue un esposo y padre dedicado. Su vida, desde las aulas hasta el púlpito, es un ejemplo de fe y servicio, un testimonio del impacto que una sola persona puede tener en el mundo.