Por: Aaliyah Z. Cruz
En Puerto Rico, miles de personas sordas enfrentan diariamente un entorno diseñado para oyentes, donde la falta de accesibilidad en servicios esenciales como salud, educación, empleo y espacios públicos perpetúa la exclusión.
Estas barreras invisibles no solo limitan las oportunidades de esta comunidad, sino que reflejan un problema estructural que afecta a toda la sociedad. Sin embargo, en medio de este panorama, figuras como Iraida Barreto Sánchez, intérprete de lenguaje de señas, emergen como defensoras incansables, liderando el cambio hacia un futuro más inclusivo.
Un Idioma de Vida
Para Iraida Barreto Sánchez, hija de padres sordos aunque ella es persona oyente, el lenguaje de señas no solo es un medio de comunicación, sino una herramienta de inclusión. Desde pequeña, asumió el rol de intérprete en su hogar, aprendiendo a navegar entre dos mundos: el de los oyentes y el de las personas sordas.
“Aprendí el lenguaje de señas porque era una obligación, el único medio para hablar con mis padres”, recuerda Iraida.
Este deber, que muchos podrían ver como una carga, le enseñó el valor de la empatía y la responsabilidad, formándola como una defensora de los derechos de la comunidad sorda.
Su primera experiencia formal como intérprete le llegó a los 19 años, cuando ayudó al hijo sordo de un amigo cercano a recibir asistencia en la escuela. Desde entonces, su carrera se ha desarrollado en espacios educativos, gubernamentales y eventos públicos, siempre con el objetivo de garantizar la inclusión.
Las barreras de la invisibilidad
Aunque existen avances en la concienciación sobre la importancia de la inclusión, la realidad de las personas sordas sigue marcada por desafíos cotidianos. Una de las principales barreras que enfrenta esta comunidad es la falta de acceso a servicios esenciales.
En los hospitales, por ejemplo, la ausencia de intérpretes limita la capacidad de las personas sordas para comprender diagnósticos, tratamientos y opciones médicas. “Imagina no entender qué ocurre con tu salud en un momento crítico”, señala Barreto, subrayando cómo esta situación pone en peligro vidas y genera una experiencia de frustración y exclusión.
En las oficinas gubernamentales, donde se toman decisiones críticas relacionadas con beneficios sociales y derechos, la falta de intérpretes y recursos accesibles dificulta que las personas sordas ejerzan plenamente su ciudadanía. Este problema también se extiende a los tribunales, donde la falta de acceso a una representación adecuada viola derechos fundamentales.
En el ámbito educativo, los estudiantes sordos enfrentan un panorama desolador. Aunque existen leyes que garantizan una educación inclusiva, la falta de maestros capacitados en lenguaje de señas limita significativamente su aprendizaje.
Barreto explica que, en Puerto Rico, solo hay una escuela, el Colegio San Gabriel ubicado en San Juan, que, de manera limitada, está preparada para atender a estudiantes sordos. Este déficit educativo perpetúa una brecha que se extiende al ámbito laboral, donde la falta de preparación y los prejuicios reducen las oportunidades de empleo para esta comunidad.
Las leyes y su limitada aplicación
Existen leyes a nivel federal y local que buscan proteger los derechos de las personas sordas, como la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA, por sus siglas en inglés) y la Ley Núm. 136 de 1996 en Puerto Rico, que reconoce la lengua de señas puertorriqueña como idioma oficial de esta comunidad.
Sin embargo, Barreto señala que, aunque estas legislaciones son un paso importante, su implementación es limitada. “No hay consecuencias cuando no se respetan las normativas de accesibilidad. Los derechos existen en el papel, pero no en la práctica”, afirma.
Por ejemplo, la Ley Núm. 46 de 2000 exige que las agencias gubernamentales de Puerto Rico provean intérpretes de lenguaje de señas, pero en la mayoría de los casos, estos servicios no están disponibles o son insuficientes. Del mismo modo, la Ley de Equiparación de Oportunidades para Personas con Impedimentos (Ley Núm. 238 de 2004) establece medidas para garantizar la inclusión en el trabajo, la educación y el transporte, pero su impacto en la vida cotidiana de las personas sordas sigue siendo limitado.
Desafíos en el ámbito laboral
El acceso al empleo es otro de los grandes retos para la comunidad sorda. A pesar de que las personas sordas pueden desempeñarse en una amplia variedad de roles, los prejuicios y la falta de comunicación efectiva perpetúan la exclusión. Barreto explica que muchas empresas no comprenden el valor de incluir a personas sordas en sus equipos, perdiendo así la oportunidad de aprovechar su talento.
Además, la falta de adaptaciones accesibles en los procesos de selección y capacitación dificulta que las personas sordas ingresen al mercado laboral. Este problema no solo afecta a esta comunidad, sino que también limita la diversidad y la innovación en el entorno empresarial.
La tecnología: Una herramienta con límites
En los últimos años, la tecnología ha emergido como una herramienta para mejorar la accesibilidad. Servicios como la interpretación remota y las aplicaciones de traducción en tiempo real pueden facilitar la comunicación en situaciones donde los intérpretes humanos no están disponibles.
Sin embargo, Barreto advierte que la tecnología no puede reemplazar la interacción humana. “Cada persona sorda tiene su propio ’acento’, estilo y vocabulario en el lenguaje de señas. Alimentar un algoritmo de inteligencia artificial sería eterno porque cada sordo tiene su propio ‘algoritmo’”, explica.
Propuestas para un futuro inclusivo
Ante este panorama, Iraida Barreto y otros defensores de la comunidad sorda han propuesto soluciones concretas para construir una sociedad más inclusiva:
• Intérpretes en todos los espacios públicos y eventos importantes. Garantizar la presencia de intérpretes es esencial para que las personas sordas puedan participar plenamente en la sociedad.
• Capacitación en lenguaje de señas. Formar a maestros, personal médico y servidores públicos en lenguaje de señas puede mejorar significativamente la inclusión en sectores clave.
• Educación inclusiva desde edades tempranas. Incorporar el lenguaje de señas en el currículo escolar no solo beneficia a los estudiantes sordos, sino que también fomenta la empatía y la conciencia social entre los oyentes.
• Campañas de sensibilización. Estas pueden ayudar a erradicar prejuicios y estereotipos sobre la sordera, promoviendo una mayor integración social.
Un llamado a la empatía
Más allá de las políticas y los recursos, Barreto cree que el cambio debe comenzar con un esfuerzo colectivo por entender y aceptar a la comunidad sorda.
“La inclusión no es solo cuestión de accesibilidad, es una cuestión de humanidad. Cada gesto, cada esfuerzo, cuenta”.
Barreto también subraya la importancia de la familia como primer espacio de inclusión. Muchas personas sordas crecen en hogares donde los familiares no aprenden el lenguaje de señas, lo que agrava el aislamiento. “Si no tienen accesibilidad en su propia familia, ¿cómo podrán imaginarla en el resto del mundo?”.
Transformando Barreras en Oportunidades
A pesar de los desafíos, historias como la de Iraida Barreto Sánchez demuestran que el cambio es posible. Su labor no solo da voz a quienes han sido silenciados, sino que también inspira a luchar por una sociedad más justa y empática.
“Fomentar la comunicación no es complicado. Algo tan simple como usar pantomima o imágenes puede marcar la diferencia. Lo importante es mostrar interés genuino, asegura Barreto”.
Con cada palabra traducida, Barreto transforma barreras en oportunidades, construyendo puentes entre dos mundos. Su misión no termina con interpretar el lenguaje de señas; busca interpretar los sueños y aspiraciones de una comunidad que, a pesar de todo, nunca ha dejado de luchar.Este esfuerzo no solo beneficia a las personas sordas, sino que enriquece a toda la sociedad. Una comunidad inclusiva es una comunidad más fuerte, capaz de aprovechar el potencial de cada individuo para construir un futuro más.