Por: Aixamar Jerez Rodríguez (aixamar.jerez@upr.edu)
Desde su llegada a Puerto Rico en la década de 1960, el aikido ha cultivado una comunidad de practicantes dedicados a la armonía y la defensa personal sin agresión. Este arte marcial japonés, desarrollado por Morihei Ueshiba, combina técnicas de combate con principios de paz y autocontrol.
En Puerto Rico, maestros apasionados han trabajado incansablemente para expandir el alcance del aikido, brindando a los puertorriqueños una forma única de fortalecer cuerpo, mente y espíritu. Entre los principales promotores de esta disciplina, se encuentra en Dojo Shiyuukan Del Norte en Arecibo, que no solo enseña aikido, sino que también abre puertas a través de becas para estudiantes de bajos recursos.
“Lo más importante en el aikido no es vencer al oponente, sino aprender a vencer nuestras propias limitaciones”, afirma el Sensei Javier Jerez, cuarto dan y maestro principal de dojo. Según Sensei Jerez, el aikido en Puerto Rico no solo ha crecido como una práctica marcial, sino también como una herramienta para fomentar la disciplina, la resiliencia y la comunidad.
El aikido llego a Puerto Rico gracias a maestros de Japón que buscaban difundir el arte por el mundo. En un inicio, esta disciplina comenzó a ser de gran interés entre jóvenes aficionados a las artes marciales. Desde entonces, numerosos instructores y centros han surgido alrededor de la isla, con el propósito de mantener viva la esencia del aikido.
En el caso de Shiyuukan Dojo del Norte, fundado hace más de una década, con el enfoque de crear un espacio inclusivo donde personas de todas las edades puedan aprender y desarrollarse. Sus programas de becas, especialmente, han permitido que muchos estudiantes superan barreras económicas y se dediquen de lleno al arte del aikido.
“El aikido me ha ayudado a encontrar equilibrio no solo en el tatami, sino también en mi vida diaria”. Así comentó Enmeláis Vélez, una estudiante que lleva un año practicando en el centro. Ella comenzó sus entrenamientos buscando una actividad que la ayudara a manejar el estrés y destaca cómo las lecciones del aikido han transformado su perspectiva sobre los conflictos. “Aprendí a ver los problemas como algo que deba enfrentarse con fuerza bruta”, comparte.
El programa de becas del Shiyuukan Dojo del Norte está diseñado para apoyar a estudiantes apasionados que, por razones económicas, no puede costear las mensualidades o los materiales necesarios para entrenar. Estas becas cubren, desde uniformes, hasta el costo de los exámenes de acceso nivel practicantes y se enfocan completamente en su desarrollo.
“Cuando recibí la beca, sentí que alguien creía en mí y en mi capacidad de mejorar”, dice Alexander Rodríguez, otro beneficiario del programa. Un joven de 17 años comenzó a practicar hace un año. “El dojo es como una familia. Aquí no solo entrenamos, sino que aprendemos a ser mejores personas”, explico.
Sensei Jerez resalta que el programa de becas es fundamental para el centro, ya que busca formar individuos íntegros, comprometidos no solo con su propio crecimiento, sino también con el bienestar de su comunidad. “El aikido nos enseña que estamos todos conectados. (A) apoyar a toda la sociedad”.
Para quienes aún no conocen el aikido, el centro organiza clases de pruebas gratuitas, permitiendo que los interesados experimenten esta disciplina sin compromiso. Sensei Jerez asegura que cualquier persona, sin importar su edad o condición física, puede beneficiarse del aikido.
El Shiyuukan Dojo del Norte en Arecibo representa mucho más que un lugar para aprender aikido; es un espacio de crecimiento personal y colectivo. A través de su programa de becas, ha demostrado que las artes marciales pueden ser una herramienta poderosa para transformar vidas, especialmente cuando se eliminan las barreras económicas.