La Universidad de Puerto Rico (UPR) atraviesa una crisis multifacética que afecta tanto la calidad educativa como la salud de su comunidad. A los recortes presupuestarios y la protesta estudiantil por la asfixia financiera se suman las deplorables condiciones de infraestructura en varios de sus recintos. Recientemente, videos virales de las malas condiciones en Arecibo y Bayamón han visibilizado un problema que afecta tanto a la formación académica como a la salud física de los estudiantes. La falta de mantenimiento en los edificios está exponiendo a los estudiantes a hongos, humedad y filtraciones, lo que ha generado problemas de salud entre ellos. Esta crisis pone en riesgo el bienestar de toda la comunidad universitaria.
El pasado mes de mayo, la Junta de Control Fiscal (JCF) decretó un nuevo recorte de $100 millones a la asignación del Gobierno de Puerto Rico para el próximo presupuesto anual de la Universidad de Puerto Rico (UPR), según fue denunciado por la Junta de Gobierno de la UPR. Tanto la mala gobernanza como la cultura de la austeridad propiciada por los recortes multimillonarios a la UPR, han sido las causas de esta delicada situación que afecta la comunidad universitaria en cada uno de los once recintos del sistema.
La infraestructura deteriorada y su impacto en la salud
La UPR enfrenta una grave crisis de infraestructura, con recintos como Arecibo y Bayamón siendo los más notorios. En Arecibo, un video viral mostró baños cerrados, ascensores fuera de servicio y hongos en las paredes. En Bayamón, la situación es similar: edificios con pasillos oscuros, cristales rotos y filtraciones en los techos.
La falta de mantenimiento ha derivado en graves problemas de salud para los estudiantes. En Bayamón, una estudiante anónima compartió su experiencia: “Comencé a sentirme mal poco después de empezar las clases. Me diagnosticaron problemas respiratorios graves. Mis pulmones, que antes funcionaban al 100%, bajaron al 80%”. Debido a su salud, la estudiante fue obligada a cambiar a clases virtuales, recomendación médica debido a la humedad y hongos del recinto.
Este caso no es único. Otros estudiantes han reportado problemas similares, como alergias, asma y afecciones pulmonares. La humedad y los hongos en las paredes, junto con las filtraciones en los techos, están empeorando la salud de los estudiantes. Esto genera un entorno insalubre que afecta el bienestar de la comunidad universitaria.
El mal mantenimiento: Preocupación recurrente
La falta de mantenimiento adecuado está afectando tanto la infraestructura como la calidad de vida dentro del campus. Los estudiantes no piden edificios nuevos, sino que exigen que los existentes se mantengan en condiciones decentes. Un estudiante del Recinto de Bayamón afirmó: “Lo que necesitamos no son edificios nuevos, lo que necesitamos es que los edificios que ya tenemos se mantengan en condiciones adecuadas”.
Además de los problemas de salud, el mal mantenimiento afecta la comodidad y la seguridad en el recinto. La preocupación por la limpieza, reparación de filtraciones y hongos está presente en todas las conversaciones entre estudiantes. Sin acciones inmediatas, la situación solo empeorará, afectando tanto la calidad educativa como la salud de los estudiantes y el personal.
La crisis económica y su efecto en la infraestructura
El deterioro de la infraestructura está directamente relacionado con la crisis económica que atraviesa Puerto Rico. Los recortes presupuestarios y la disminución de fondos federales y estatales han dejado a la universidad sin los recursos necesarios para mantener sus instalaciones. Esto ha generado un ciclo de desinversión que impacta negativamente tanto la calidad educativa como el bienestar físico de los estudiantes.
José Torres Rosario, empleado no docente de la UPR con más de 30 años de experiencia, explica que la falta de mantenimiento afecta no solo a los estudiantes, sino también al personal. “La infraestructura de la universidad es fundamental, pero con el paso del tiempo se ha deteriorado por la falta de presupuesto, reclutamiento y equipo. Esto no solo afecta a los estudiantes, sino también a los empleados, quienes también deben trabajar en un ambiente adecuado”, señala Torres. Además, denuncia que la burocracia y los puestos de confianza con salarios elevados desvían recursos que deberían invertirse en materiales, equipos y el bienestar de los estudiantes.
La visión de Ángel Rodríguez: Sostenibilidad para la UPR
En medio de esta crisis, Ángel Rodríguez Rivera, en su artículo «La sostenibilidad de la UPR» (6 de diciembre de 2024), destaca que la administración universitaria se ha enfocado en recortes, incluyendo la posible reducción de recintos. Sin embargo, Rodríguez critica este enfoque, señalando que la verdadera raíz del problema no es la cantidad de recintos, sino la falta de inversión en la universidad. Según él, la disminución de matrícula no es solo un “reto demográfico”, sino un reflejo de la falta de recursos para ofrecer educación de calidad.
Rodríguez destaca que la infraestructura deteriorada y la escasez de fondos son factores claves que afectan la calidad educativa y la salud de los estudiantes, lo que pone en riesgo el futuro de la UPR. Si no se toman medidas rápidas, la universidad podría seguir perdiendo relevancia y calidad, afectando tanto la educación como el bienestar de los estudiantes.
El Impacto en la Percepción Pública y la Protesta Estudiantil
La crisis de infraestructura ha generado un descontento generalizado entre los estudiantes. Muchos se sienten abandonados tanto por el gobierno como por la administración universitaria. La indignación se ha intensificado tras la difusión de los videos virales, que han expuesto las malas condiciones de los recintos. Los estudiantes no solo están luchando por mejores condiciones académicas, sino también por un ambiente seguro y saludable.
El presidente del Consejo de Estudiantes de la UPR Cayey, Emmanuel Espada, comenta: “La calidad educativa de la UPR está para formar profesionales de alta calidad para el mundo laboral». Si no contamos con las condiciones adecuadas para estudiar, la calidad de los futuros profesionales se ve comprometida”. Esta opinión refleja el sentimiento generalizado entre los estudiantes, quienes exigen mejoras inmediatas en la infraestructura.
Paola Figueroa, estudiante de la UPR Bayamón, expresó: “Todos queremos un recinto limpio, en el que nos sintamos bien. No pedimos un campus nuevo, solo que cuiden lo que ya tenemos”. Esta frase resume la frustración de los estudiantes, quienes no exigen lujos, sino condiciones mínimas para estudiar y trabajar de manera efectiva.
El Caso de Bayamón: El Edificio NEC
Dentro de los problemas más específicos, el edificio NEC de Cayey ha sido señalado como uno de los más afectados. Un estudiante de Biología de este recinto comentó: “Aunque los alrededores son bonitos y la mayoría de los salones están en buenas condiciones, el NEC tiene filtraciones, hongos y mal mantenimiento. Esto nos afecta a todos, y varios compañeros han sufrido problemas de salud por estar en este edificio”. Este es solo uno de los muchos ejemplos de cómo el mal mantenimiento está afectando la salud de los estudiantes.
Soluciones y Futuro de la UPR
Expertos sugieren que la UPR debe buscar alianzas estratégicas con el sector público-privado y organizaciones no gubernamentales para renovar sus infraestructuras. Sin embargo, estas soluciones deben ir acompañadas de un compromiso con el mantenimiento adecuado de las instalaciones existentes. La falta de recursos no debería ser excusa para la negligencia.
José Torres Rosario también destacó la importancia de redirigir los recursos a áreas fundamentales como materiales, equipos y el bienestar de los estudiantes.
“El dinero debería invertirse en lo que realmente importa, no en puestos de confianza que no contribuyen al bienestar de los estudiantes”, concluyó Torres.
La Universidad debe priorizar la salud y el bienestar de los estudiantes, profesores y personal, garantizando que las instalaciones sean aptas para el estudio y la enseñanza. La infraestructura no solo debe cumplir con los estándares académicos, sino también con los estándares de salud, ya que un entorno insalubre pone en riesgo la formación de los futuros profesionales del país.
Conclusión
La UPR se enfrenta a una encrucijada. La crisis presupuestaria, la falta de recursos para infraestructura y el creciente descontento estudiantil podrían definir su futuro. La renovación de la infraestructura no solo es una cuestión de mejorar las condiciones académicas, sino también de proteger la salud de todos los miembros de la universidad. La falta de mantenimiento adecuado está afectando tanto la calidad educativa como la salud física de los estudiantes, lo que plantea un desafío urgente para la administración universitaria. Si no se toman decisiones rápidas y eficaces, la UPR podría seguir perdiendo relevancia y calidad, afectando la educación y el bienestar de la sociedad puertorriqueña en su conjunto.