Estudiantes trans en Puerto Rico reclaman visibilidad y espacios seguros en la universidad

En Puerto Rico ser una persona trans continúa siendo una experiencia marcada por la lucha, la resistencia y la búsqueda constante de espacios seguros. Aunque en los últimos años se ha hablado más sobre inclusión para esta comunidad, la realidad que viven personas trans dentro y fuera de la universidad demuestran que la aceptación social y la protección siguen siendo limitadas.

Sarah Esther Ramírez García, estudiante de tercer año en la Universidad Católica de Mayagüez, donde cursa estudios para trabajadora social, comenzó su transición a los 15 años. Sus primeros pasos estuvieron marcados por el rechazo familiar y las burlas escolares.

Lo primero que recibí fue rechazo de mis padres y burlas de mis compañeros de salón”, expresó

Aunque en su vida universitaria ha encontrado espacios más seguros, la soledad sigue presente.

“Soy la única mujer trans en mi universidad. A veces me siento sola porque no veo a otras mujeres como yo en el recinto”, compartió.

Para ella, uno de los mayores retos es romper los estereotipos que limitan a las mujeres trans.

 “Mi reto más fuerte es romper el estereotipo de que solo nos ven en trabajos de belleza o sexuales. Yo quiero demostrar que podemos aspirar a cualquier carrera”, afirmó.

También destacó la importancia del respeto al nombre y a la identidad.

“Sería de gran ayuda que no nos llamen por el nombre asignado al nacer, sino por el género con el que nos identificamos”.

Dylan Mateo Rodríguez Rodríguez, estudiante de Comunicaciones en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA), comenzó su transición a los 14 años y describió ese proceso como uno cuesta arriba. Para él, los casos de violencia contra personas trans generan un miedo constante.

“Tantos casos de violencia no solo afectan el proceso de autodescubrimiento, también nos hacen preguntarnos si es seguro salir de nuestra casa o del país”, expresó.

Dylan considera que la educación es una herramienta clave para combatir la transfobia.

“El primer paso es ser vocal con respecto a la discriminación. La empatía es la clave”, dijo.

También señaló que gran parte del discrimen nace del desconocimiento.

“Me he topado con personas cuya percepción de la gente trans es tan errónea que nos tratan sin respeto. Todo nace de la desinformación”.

Para él, es necesario que las universidades cuenten con programas de apoyo y personal capacitado para atender procesos como el cambio de nombre y pronombre, además de orientar a la comunidad universitaria.

“Aunque sean dos o tres personas trans en un establecimiento, son vidas que igual importan”.

Nirvana Pérez, de 17 años, estudiante del Departamento de Comunicaciones de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA), lleva en transición desde los 15 años. Su sueño es ser actriz y asegura que “el mundo es su escenario”. Su experiencia como estudiante trans ha sido positiva. Desde el primer día expresó a sus profesores cómo deseaba ser llamada y, aunque legalmente aún no ha cambiado su nombre, recibió respeto y validación.

“Ha sido bastante bonito; el sistema me aceptó y socialmente he logrado integrarme» , relató.

Para Nirvana, la serie La Veneno y la etapa del aislamiento social por la pandemia fueron momentos importantes para descubrir más de sí misma y reafirmar su identidad.

Sin embargo, Nirvana también habló sobre el impacto de la violencia contra las personas trans en Puerto Rico. Los transfeminicidios, como los de Alexa Neulisa Luciano Ruiz, Michelle “Michellyn” Ramos Vargas, Penélope Díaz Ramírez, Serena Angelique Velázquez Ramos, Layla Pelaez Sánchez y Yampi Méndez Arocho, marcan profundamente a la comunidad.

“El asesinato de Alexa me movió mucho. Yo no pensaba que su muerte iba a generar ese reclamo de justicia”, expresó.

También señaló que la expectativa de vida de una mujer trans ronda los 35 años, una cifra que considera alarmante.

“Puerto Rico está fuera de control y hay que tomar medidas drásticas porque esto afecta directamente a la comunidad”.

Además de la violencia, existen barreras legales que afectan la vida de jóvenes trans. Nirvana explicó su frustración con la ley que penaliza los tratamientos hormonales en menores trans, aprobada por la gobernadora Jennifer González.

“Llevo desde los 16 años esperando ese proceso y que sigan empujándolo hacia atrás es frustrante. Hay personas que están al borde de la depresión por no recibir ese tratamiento. Esto es un riesgo para la salud mental y física”.

En cuanto a los espacios universitarios, Nirvana habló sobre el tema de los baños inclusivos.

“Yo me siento cómoda entrando al baño de mujeres, pero puede haber chicas que no se sientan cómodas con mi presencia y yo tampoco quiero incomodar. No digo que tenga que haber un baño solo para nosotras, pero sí que se tomen medidas para que todos puedan estar cómodos”.

Para ella, el mensaje que más le gustaría que la sociedad aprendiera de su experiencia:

“Me gustaría que supieran que somos personas, que no somos un relajo para que se burlen de nosotros. Lo que buscamos es vivir, trabajar, estudiar y sustentarnos en este país como cualquier otra persona”.

La representación en los medios también ha sido parte importante en la visibilidad de la comunidad trans en Puerto Rico. El documental Mala Mala mostró al país una mirada real sobre las vidas, luchas y resiliencia de personas trans. De igual forma, figuras públicas como Bad Bunny han utilizado su plataforma para denunciar la violencia, como ocurrió tras el asesinato de Alexa, contribuyendo a que la conversación trascienda los márgenes de la comunidad.

Las historias de Sarah, Dylan y Nirvana reflejan una realidad compleja. Para muchos estudiantes trans, la universidad puede representar un espacio más seguro que la calle, pero la violencia, el discrimen y las barreras legales siguen siendo amenazas constantes fuera de ella. A pesar de todo, sus voces coinciden en un mensaje de resistencia. Ser trans en Puerto Rico implica luchar, pero también implica amar, crear, estudiar y existir con dignidad.

Proyecto Matria ofrece una línea de ayuda 24/7 para personas de la comunidad LGBTQ+ qué enfrentan situaciones de violencia doméstica,agresion sexual o acecho en Puerto Rico.

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