Por: Emanuel Concepción Mártir
El pasado mes marzo se celebró el IV Coloquio de Investigación de la Historia de las Mujeres en la UPR Recinto de Utuado, en conmemoración de los 85 años del sufragio femenino. En este evento participaron varios investigadores sobre este tema, como por ejemplo, la profesora Sara Bonilla del Rio, quien analizó cómo el derecho al voto representó un adelanto para la mujer y nos mostró el caso de María Martínez, quien fue la primera senadora de Puerto Rico y también de América Latina. Aunque la mujer puertorriqueña no fue pionera en obtener el sufragio en América Latina, la lucha comienza a manifestarse a fines de siglo 19, convirtiendo a la isla en una de las primeras naciones en conceder este derecho.
Otras de las ponencias se enfocaron en el complicado y lento proceso que conllevó el sufragio femenino universal. De esta manera los participantes hicieron un recorrido socio-histórico de la mujer puertorriqueña y caribeña y su participación en la sociedad y en la política. Algunos de los hitos de este proceso de concesión del derecho a votar universal ocurrió el 21 de agosto del 1927 cuando la Liga Femenina envió una carta a la legislatura solicitando el sufragio de la mujer. Esta petición se basaba en la condición de igualdad educativa y hace referencia a la mujer profesional. El 18 de abril de 1929 se aprobó un proyecto sometido por el senador García Méndez, concediendo el voto a las mujeres mayores de 21 años que supieran leer y escribir. Las mujeres continúan la lucha y el 20 de febrero de 1935 lograron que el Senado de Puerto Rico apruebe un proyecto concediendo el voto universal.
El impacto de la masa femenina fue tan grande que los partidos comenzaran a ver la fuerza y el poder que tenían las féminas. Muchas personas pensaron que las mujeres no tenían interés en la política, pero se demostró lo contrario por la alta participación en las urnas de elección.
Con el tiempo hemos visto cómo cada día que pasa las mujeres tienen más poder en la política, como electoras o candidatas para diferentes puestos políticos. El mayor ejemplo es Sila María Calderón