Por: Genesis J. Figueroa Torres (genesis.figueroa6@urp.edu)
La fotografía no puede cambiar la realidad, pero sí puede mostrarla -Fred Mc Cullin
Nueve días en Colombia fueron suficientes para captar las imágenes que les mostraré a continuación; cada una muestra la realidad de una nación que no necesariamente aspira a lo mismo. Bastaron nueve días para sentir el NO rotundo que eligió la mayoría de los votantes colombianos el día 2 de noviembre en las urnas del país. Tan solo nueve días fueron capaces de mostrarme la unión y lo especial que puede llegar a ser un país y su gente.
Santo Domingo
Luego de visitar el Parque Regional Ecoturístico Arví, un espacio natural ecológico localizado en el nororiente de Medellín, decidimos tomar el metrocable, uno de los medios de transporte más modernos que aún expande su infraestructura para proveer un mejor servicio a la ciudadanía y conectar la periferia con el centro de la ciudad. El plan era el siguiente: subimos al punto más alto con nuestro chofer Johan, conocimos el parque y luego bajamos en el metrocable para subirnos por primera vez y esperar en la estación Santo Domingo. Lo que no sabíamos era que nos quedaríamos varados durante treinta minutos dentro de él a causa de una avería.
Metrocable
La tarde del 28 de septiembre después de ofrecer un taller a jóvenes y adultos de la comunidad Bello Oriente, decidimos tomar el metrocable para volver a la ciudad. No contábamos con un atraso, pero dado a que estas cosas suelen suceder cuando uno menos se lo espera, decidimos cantar desde lo alto y suspendidos en el aire (tal vez a veinte pies de altura o más) y observar nuestro nuevo entorno: una ciudad geográficamente parecida a un valle y que de noche se alumbra con cientos de luces que parecen un enorme árbol de Navidad.
Libros
Al cabo de varios días en Medellín, pude entender cuán importante es la educación para todos. Tras tres días en el Festival de periodismo Gabriel García Márquez y haberle formulado la misma pregunta a más de cinco taxistas y conductores de Uber, me di cuenta de que las comunicaciones y la ingeniería son las profesiones que más se anhelan y de mayor prestigio en Medellín. Un día mientras caminamos con prisa, pasé por un quiosco de libros (que por lo que capté era una librería de barrio) y tuve que detenerme a tomar la foto. Otra vez me quedé atrás.
Entre el SÍ y el NO
El pasado dos de octubre se llevó a cabo un plebiscito de Sí o NO al acuerdo de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Eran aproximadamente las cinco y treinta de la tarde y el pueblo estaba ansioso de recibir el gran resultado. Nos encontrábamos frente al televisor de un local en el pueblo Marinilla, en el Departamento de Antioquia. Minutos más tarde, tras recibir la noticia (para algunos, la desgracia), comenzamos a escuchar bocinas de autos, comentarios de la gente sorprendida y carros con la bandera del país paseándose alrededor de la plaza.
Arte
Visitamos dos museos en menos de cinco días: el Museo de Botero y La Colección de Arte del Banco de la República. Además de contar con esculturas del gran Botero por doquier, Colombia es una nación donde se resaltan y fomentan muchísimo las artes, comenzando por el sector de la educación, hasta en su asequibilidad para el público (muchos museos son de entrada gratuita).
Como decía John Dewey: «El arte es un modo de predicción que no se encuentra en planos y estadísticas y que insinúa posibilidades de relaciones humanas que no se encuentran con reglas y preceptos, admoniciones y administraciones.»
Exaltación
Durante más de una ocasión pudimos observar al personal de los museos, sobre todo guías educativos, ofreciendo el recorrido a niños (ninguno pasaba de seis años). Es necesario resaltar el comportamiento, la atención y las ganas de aprender que les brotaban por los poros a estos chiquillos. Reafirmamos de esta manera, el gran compromiso colombiano con la educación para estas nuevas generaciones. Nunca se me borrará la imagen al salir de la sala cuando estaban estos niños y escuché al guía de fondo decir:
-«¿Cómo se llamaba el hijo del señor Botero?»
-«Pedrito, Pedrito», contestó a coro una multitud de pequeñines.
Motos
El metrocable, el metrobus, las chivas, los taxis, los Uber y las motos… ¡No sé ni cuántos medios de transporte existen en Colombia! Lo que sí se es que los mencionados son los más conocidos. Motos por todas partes, con hasta tres pasajeros a bordo, conductores y conductoras, en zapatos para ir al trabajo y tacones. Lo importante es llegar rápido, a tiempo y vivo. ¡Hasta la policía y soldados andan en moto! ¿Será porque a todas horas hay tráfico?
Entre calles
Mientras caminaba por las calles de Bogotá, acompañada del frío, las artesanías y los hermosos edificios que han sido testigos de su historia, ya era hora de volver a casa. Apenas estuve unas horas en La Candelaria, la Plaza Bolívar, la catedral y los museos y solo con eso bastó. Sin contar el sinnúmero de personas con las cuales crucé miradas, sonrisas y hasta saludos. Sin duda, Bogotá queda pendiente.
Elimina malos pensamientos
Esta foto tomada desde el aire (metrocable) retoma la frase de uno de los jóvenes del taller que impartimos gracias a World Vision: «hacer deportes me elimina los malos pensamientos.» Y es que en las periferias de Medellín -los asentamientos de escasos recursos y alto índice de criminalidad- se exaltan los deportes, principalmente el fútbol. Esto redirecciona a los niños y jóvenes por un momento del entorno donde se encuentran y así se evita – a veces- caer en el vicio y el atractivo mundo del narcotráfico.
Caminando
Desde la van que nos permitió explorar las calles de Bogotá, tomé esta imagen que simboliza una metáfora de esta experiencia que tuvimos al conocer la realidad colombiana de frente. En el centro vemos una dama con el rostro cubierto (me encantaría saber exactamente por qué). Esta fotografía me transporta a algunas de las calles de Colombia donde la pobreza, la basura, la adicción, la prostitución y el hambre brota a flor de labios.
No podemos ocultar la realidad de lo que acontece al viajar, visitando únicamente la cara limpia de la moneda. Ni mucho menos formar parte del «safari de la pobreza», como nos explicó Alexander Ramirez, coordinador de World Vision Colombia. Este concepto surge de la noción en el que algunos turistas representan meros observadores, enajenados de la realidad de los países que visitan y su único interes es cargar una Canon de último modelo colgando del cuello para llevar un «souvenir» a casa. Nuestro deber como periodistas y ciudadanos conscientes se refleja en el resultado de nuestra travesía de nueve días: la verdadera convivencia con la realidad colombiana desde diferentes espectros y reflejos, para así lograr un mejor entendimiento de los fenómenos que nos rodean y dar voz a quienes no la tienen.
A esto Ryszard Kapuscinski le llamaba empatía, uno de los pilares del periodismo intencionado:
Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina «empatía». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás.