Un día totalmente soleado se convirtió en uno oscuro, en un abrir y cerrar de ojos.
Es jueves y es un día muy cargado en la universidad, ya que comienza con la primera clase en la mañana y continúa con las demás hasta las 5:30 de la tarde. Específicamente en la ultima clase, mientras el profesor habla, es interrumpido por uno de los compañeros, cuando comenta: “el mundo cayéndose y nosotros aquí” .
Al ver a través de la ventana del salón, llovía intensamente. Veo los reflejos de los relámpagos y el viento azotando fuertemente a los árboles. De repente nos percatamos que entra un poco de agua al salón y cuando el profesor abre la puerta, entra una ráfaga de viento y el agua de la lluvia como un par de intrusos.
La situación se complicó aún más cuando las notificaciones de aviso de tormenta e inundaciones repentinas llegaron a nuestros teléfonos, provocando una creciente angustia entre mis compañeros y yo, al pensar en el camino de regreso a casa.
Al salir de clase y llegar a mi apartamento, me encuentro con lo que ya es costumbre desde la llegada de LUMA Energy en el 2021: otra vez no tenía luz.
Abro la puerta de mi apartamento y me percato de que no tengo batería en el celular y procedo a cargar la batería en mi auto. Aproveché el momento en el que al fin cesó la lluvia y me senté a reflexionar con los cristales abajo y el asiento inclinado. Mientras se acercaba la noche, una orquesta de coquíes, grillos y aves, inundaban el entorno. Y claro, a lo lejos pude escuchar a los vecinos intentando prender una planta eléctrica, seguido por el olor a gasolina que recorría por la urbanización.
De pronto, llega una vecina preocupada y desesperada, a gritarle a otra residente:
-“Préstame fósforos, y todo lo que me des por que estamos en negro. Rápido, que tengo a mami sola, por favor”. Con tanto silencio que había esa noche, la conversación de las vecinas se escuchó como un eco en toda la calle.
El desespero de la vecina se escuchaba en su voz y es que representa una preocupación constante para los puertorriqueños dado el cambio climático y el inicio de la temporada de huracanes que se avecina en junio. Los recuerdos del Huracán María en 2017, aún están frescos y latentes en nuestra memoria. Los apagones no son solo eléctricos en Puerto Rico, sino sobre todo emocionales.
La falta de confiabilidad en los servicios básicos reflejan una falta de eficiencia en el sistema y mal manejo por parte del gobierno, lo que generan una actitud general de desconfianza y preocupación en la población. Esta situación perpetúa la sensación de desesperanza y frustración entre los puertorriqueños, quienes han enfrentado desafíos constantes debido a líderes gubernamentales incompetentes y la falta de recursos adecuados para el crecimiento y desarrollo de la isla. El estado perenne de supervivencia en el que nos encontramos, no representa un estilo de vida sano ni emocionalmente estable.
Según, la periodista canadiense, Naomi Klein, quien cundió el término la doctrina del shock, radica en la idea de que las élites financieras aprovechan situaciones de tragedia o crisis para introducir políticas que les favorecen, aprovechando la desorientación y la falta de respuesta rápida por parte de la población en tales momentos.
Los apagones no solo nos dañan los alimentos o nos hace perder nuestro programa favorito, sino que crean un impacto social y económico en la isla, el cual deteriora nuestras emociones al lidiar con desafíos continuos. La vida no debería ser una batalla constante ni centrarse en trabajar arduamente, sino en tener un equilibrio entre trabajar para vivir y vivir plenamente.
La constante preocupación por las necesidades básicas, como la alimentación, el alojamiento y la seguridad, puede afectar negativamente el bienestar emocional y psicológico de una persona. La falta de acceso a educación de calidad, oportunidades laborales adecuadas y recursos para el crecimiento personal puede limitar las aspiraciones y metas de vida. Vivir en una situación de privación constante puede limitar la visión de futuro y la esperanza de mejorar la calidad de vida. A pesar de todo, la resiliencia, humildad y valentía del pueblo puertorriqueño siguen siendo sus principales fortalezas.
Nos seguimos levantando…