Tras el paso del Huracán María en el 2017, el Sector «Los Quemaos» en Lares, aún sufre su impacto. Sus residentes buscan la manera de continuar sus vidas, cosa que el gobierno aún le impide.
20 de septiembre del 2017: una fecha que Puerto Rico nunca olvidará. Para Julia Sanabria, y el Sector “Los Quemaos” del Barrio Latorre en Lares, es una pesadilla recurrente.
Tras el sonido de los fuertes vientos y la lluvia interminable, también se le podrían sumar los gritos de su vecino e hijo, Luis, y su familia, cuando un deslizamiento de tierra impactó su hogar y se llevó todo a su paso. Debajo de las fuertes lluvias y arropados en fango, comenzaron a correr hacia la casa de Julia, donde al menos sabían que podían estar un poco más seguros.
Más tarde, mientras todos estaban reunidos en casa de Julia, seguían sintiendo temblores y ruidos horrendos, “como si fuesen explosiones”, rememora Julia. No pararon hasta el día después, cuando se dieron cuenta que estaban completamente incomunicados. Las líneas de luz y teléfono ya eran inexistentes. Tampoco había agua y tenían el derrumbe en frente de la casa de Luis. Había otro, tres casas después de la de Julia.
El hijo de Julia, Luis, decidió tratar de ir a casa de su hermana Nixa, con su hijo Jates para avisarle sobre la situación y buscar ayuda en la oficina de Manejo de Emergencias en Lares. Con lo que él no contaba, era que después del derrumbe frente a su propia casa, hubiese tres deslizamientos de tierra más.
Con tierra en todo el cuerpo, después de cruzar los deslizamientos de tierra, comenzaron a caminar por la carretera principal, ya que por los derrumbes, nadie podía sacar sus autos. A los cinco minutos de travesía, un conocido los reconoció y les ofreció llevarlos hasta la entrada de donde vivía la hija de Julia, Nixa.
Cuando llegaron a la casa de Nixa, la encontraron aterrada. Por su mente nunca pasó ver a su hermano y sobrino llegar a su casa en dichas condiciones. “Hay como seis derrumbes, nadie puede salir.” Así le expresó Luis a su hermana mientras ésta comenzó a sollozar.
Eventualmente lograron contactar a las agencias pertinentes y la ayuda ya venía de camino. Cuatro días después la carretera estaba limpia, pero había otro problema más grandes a causa de los deslizamientos: la carretera comenzó a agrietarse por las corrientes subterráneas e irse por los barrancos. No había certeza si podían haber más deslizamientos de tierra. Los postes y cables de luz y teléfono eran inexistentes. La carretera se volvió tan angosta que apenas cabía un solo carro.
En febrero, gracias a un grupo de trabajadores estadounidenses, la luz iluminó nuevamente a la comunidad “Los Quemaos”. Alegría, comida y fuegos artificiales se veían por doquier, aunque esta alegría no les duraría mucho.
El Municipio convocó una reunión para los vecinos del Sector “Los Quemaos”. Se pensaba que era para anunciarles los arreglos que estarían haciendo a su sector, que indudablemente fue uno de los más afectados por María en el pueblo de Lares, pero se encontraron con una sorpresa. Los llamaron para decirles que tenían que desalojar sus hogares, ya que iban a cerrar la carretera.
“Lo único que pensé fue: Dios mío, ¿y ahora que hago, sin chavos y sin casa?”
Cuenta Julia, con tristeza en sus ojos.
Una semana después, Manejo de Emergencias, envió a la geóloga Ruth H. Velez Rosado para evaluar la calle y situación del Sector.
“Los hallazgos principales incluyeron que el camino tiene tramos inestables y viviendas en condiciones inestables. Este, con otros hallazgos, lleva a la conclusión de que esa carretera es inhabitable, los miembros del Sector deben ser relocalizados, velando por su seguridad y vida.”
Comenta la Geóloga Velez.
Los vecinos, en pánico, comenzaron a buscar opciones para salir del sector. Algunos sacaron préstamos, otros buscaron trabajos extra para poder pagar el alquiler de una casa. La mayoría, llenaban frenéticamente todos los documentos de FEMA, quienes prometieron un dinero para que se pudiesen reubicar sin problema alguno.
Ahora estamos en el 2020. Muchos vecinos que se mudaron tuvieron que volver a sus casas en “Los Quemaos” ya que, el trabajo y las promesas del gobierno no les daban para pagar un hogar. Algunos como Luis, lograron reubicarse a otro lugar, ahora a quince minutos de su mamá, aunque aún espera con ansias esa ayuda prometida del gobierno, para poder al fin terminar de pagar su hogar.
Otros como Julia y su esposo don Luis no han podido irse, ya que no pueden buscar otro lugar, sin tener la certeza de que cuentan con el dinero para poder adquirirlo.
“Ya llevamos tres años en esto. Por lo que veo, primero me muero antes de que logre mudarme de aquí”
Dice Luis, esposo de Julia y residente afectado.
Cuando pasaron los temblores a principios de año, estaban asustados de que la situación empeorara a causa de los movimientos de tierra. Como bendición del cielo, no pasó nada. Nada empeoro, pero como dice Julia:
“Eso no es seguridad de que un día pueda empeorar más.”
Julia está consciente de los peligros de esa calle. Cada vez que anuncian una tormenta o un huracán, su hija Nixa, le ofrece alojamiento por el tiempo que necesite. Pero por ahora, sigue los protocolos establecidos por el Departamento de Vivienda (agencia encargada de este proyecto, después de que FEMA estuviese trabajando por dos años) para poder reubicarse. Muchas horas de llamadas por teléfono, y muchos inspectores y se ven pocos resultados.
(Se trató de comunicar con el Departamento de Vivienda, FEMA y el Municipio de Lares, para obtener comentarios sobre la situación y no se obtuvo respuesta alguna.)