“En Estados Unidos hay más armas que habitantes”, según datos del Congreso de la nación americana.
por: Milliana G. Cotto Hernandez (milliana.cotto@upr.edu)
Ayer un estudiante de séptimo grado de la escuela intermedia Jackson Memorial en Ohio se quitó la vida en el baño y como resultado, dejó también herido a un compañero. Este lamentable suceso se suma a la lista de pérdidas de vidas asociadas a la falta de control en cuanto a la venta de armas que existe en los Estados Unidos. Como consecuencia, me pregunto, ¿qué espera el gobierno de Trump para tomar cartas en el asunto?
Desde la masacre perpetrada en la Escuela Primaria Sandy Hook de Newtwon, Connecticut, en el año 2012, han acontecido 30 ataques con armas de fuego en escuelas a través de toda la nación americana. En el Congreso de EE.UU. y en las legislaturas de muchos estados, los legisladores republicanos, sin embargo, han obstaculizado los intentos de promulgar un control de armas de fuego.
Por años hemos escuchado en las contiendas políticas de Estados Unidos la necesidad de una regulación efectiva que permita un estricto control de armas que llegan a las manos de los ciudadanos. Desde entonces hemos sido testigos de violentos ataques en escuelas o lugares públicos, que han resultado en un profundo luto y dolor en nuestras conciencias. Al sumarse otro suceso de tal impacto social, los republicanos salen con sus discursos baratos de “nuestros pensamientos y oraciones están con las víctimas y familiares”.
Siguen aconteciendo bárbaras escenas sangrientas en los planteles escolares estadounidenses mientras republicanos y demócratas debaten sobre la creación de un muro absurdo para proteger a la nación de inmigrantes «peligrosos». Se olvidan del odio y la amargura que se ha construido en la mente de los ciudadanos, como en la de Nikolas Cruz, el autor de la más reciente masacre de Florida.
La pregunta es ¿hasta cuándo tendremos que esperar a que se regule la venta de armas? Sabemos que los intereses económicos con las campañas políticas son altísimos, pero sin duda, la vida humana sobrepasa cualquier cálculo político o matemático.
Que Dios nos agarre confesados y ayude a este mundo para que los gobernantes se quiten la venda de los ojos y entiendan que debe regularse la tendencia de armas para todo ciudadano. Urge colocar la salud mental, la seguridad ciudadana y la regulación de armas como prioridades para este 2018. La creación de nuevas políticas públicas que atiendan estos asuntos y se enfoquen en la educación y los valores éticos y morales deben ser prioridad para todos, pues antes de halar el gatillo del arma, se ha asesinado el pensamiento.