Por: Naisha Rivas Rivera (naisha.rivas@upr.edu)
En su gentil mirada puedes observar el pasar de los años. Svetlana Alexievich es una mujer que ha sabido recoger la voz de miles de personas invisibilizadas por la guerra y otros conflictos y ha dejado una gran huella en la literatura moderna, tanto así que su obra polifónica la llevó a ser galardonada con el Premio Nobel de la Literatura en el 2015, la única homenajeada de su país, Bielorrusia.
“Lo que me preocupa es lo que llamaría la historia perdida: la huella invisible de nuestra estancia en la Tierra y en el tiempo”, expresó la escritora.
Biografía
La escritora de catástrofes, como la denominan algunas personas, estudió periodismo en la Universidad de Minsk y al graduarse, recorrió casi toda la Unión Soviética para poder capturar los sucesos históricos que afectaron a su gente. En sus obras literarias, expone el sufrimiento de los sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Afgano-Soviética, la caída de la Unión Soviética (URSS) y el desastre de Chernóbil.
Desde pequeña ocupó un rol activo en la prensa escolar y siempre supo que sería escritora. Sus escritos son una colección de testimonios que se unen entre sí para explicar la realidad de la que no se habla. Ella se interesa en las personas pequeñas, esas que pasan desapercibidas, porque según la escritora el sufrimiento expande a las personas. Su deseo de humanizar la historia fue la que la llevó a publicar eso que estaba oprimido por el gobierno.
Durante su carrera como periodista impartió clases de historia y lengua alemana. Además, publicó varios artículos en la revista Neman de Minsk y perteneció a la prensa de Narowla. Svetlana tuvo como inspiración a dos hombres sumamente importantes en el ámbito literario: Alés Adamóvich y Ryszard Kapuściński. La cronista de la vida y muerte de las personas soviéticas llama a sus escritos “novelas en voces”.
La censura de sus publicaciones por el gobierno de Alexander Lukashenko, presidente de Bielorussia, la llevaron a emigrar de su país natal y tomar refugio en París, Gotemburgo y Berlín durante 11 años. “La realidad siempre me atrajo como un imán, me torturó e hipnotizó, y quería capturarlo en papel”, expresó Aleksiévich.
Voces de Chernóbil
En el 1997 publicó uno de sus libros más aclamador y controversiales: Voces de Chernóbil, que aún sigue prohibido en Bielorrusia. Este libro estilo documental narra las diferentes historias de los sobrevivientes del desastre nuclear más grande del mundo.
Luego de 10 años del accidente, Svetlana se dio la tarea de buscar la verdad escondida por la Unión Soviética. Luego de entrevistar a más de 500 personas incluyendo a liquidadores, bomberos, políticos, doctores y viudas, la periodista también expone sus condiciones de vida después del fatídico, 26 de abril de 1986.
La guerra no tiene rostro de mujer
Dedicado a las mujeres que fueron una pieza fundamental en la resolución de la Segunda Guerra Mundial. La escritora brinda la perspectiva del género al rememorar la historia bélica, su carácter ante la guerra y sus vivencias en aquellos tiempos. Según Alexiévich, la guerra no tenía rostro de mujer, ya que la guerra era devastadora, cruel, maléfica y deshonesta, mientras que las mujeres eran lo opuesto.
Los muchachos de zinc
Sus páginas recuperan los testimonios de los soldados, doctores, enfermeras y viudas de la Guerra Afgano-Soviética. Las historias más difíciles de contar son presentadas mediante las palabras de la escritora que no incluye nombres reales en el libro. Cada uno de los relatos muestra las marcas provocadas por la contienda que ha sido olvidada durante los años. El nombre de la obra literaria alude a que los soldados fallecidos regresaban a su país en ataúdes de zinc sellados.
Los últimos testigos
No se trata de los soldados sobrevivientes de la guerra, sino de los niños soviéticos que lo perdieron todo a raíz de las disputas en los campos de batalla. Ellos perdieron sus casas, a sus padres, hermanos y amigos. Sobrevivieron por fuerza de voluntad y varias veces por milagros desconocidos.
Los testimonios contienen diferentes voces, sin embargo, todos tienen un hilo conductor y representan un monumento al sufrimiento y a la valentía.
La importancia literaria de los escritos de la bielorrusa Svetlana Alexiévich no se puede negar. Su estilo es único, particularmente porque hilvana sus historias con observaciones y entrevistas que realiza a partir de un suceso en específico. No solo transcribe lo que dicen las personas, sino sobre todo, permite homenajear a las víctimas con su testimonio que perdurará en la historia.