Por: Jobenny Rivera Plaza (jobenny.rivera@upr.edu)
“¿Quién diría que eso iba a suceder? Era uno de los días más hermosos en todo Manhattan. Jamás pensé que algo así sucedería en una nación tan poderosa, pero menos pensé que yo pudiera sobrevivir a este acto terrorista”, expresó Benny Acevedo, superviviente puertorriqueño del atentado del 11 de septiembre de 2001.
El reloj marca las 8:45 de la mañana, momento en el cual una de las torres gemelas es impactada por un avión, justamente en el piso ochenta. De primera instancia surge una gran confusión y los transeúntes piensan que se trata de un accidente. Veinticinco a treinta minutos después, un segundo avión colisiona con el edificio adyacente y el piso cuarenta estalla como el eje de impacto, derrumbándose velozmente.
El tiempo transcurre, miles de vidas comienzan a apagarse para siempre; el Pentágono y Pensilvania son sacudidos por la desgracia.
El presidente Bush ofrece el primer mensaje a las 9:30 de la mañana en el que informa a la ciudadanía que no se trata de un accidente, sino de un atentado terrorista por parte de Osama Bin Laden, cabecilla de la red Al Qaeda.
Benny Acevedo, forma parte de la diáspora de puertorriqueños que ha emigrado a los Estados Unidos y lleva tatuada su bandera y su cultura latina. A pesar de que han transcurrido varios años y que su memoria no está tan lúcida como en su juventud, aún recuerda con claridad las vivencias del 11 de septiembre de 2001.
Ese día su rutina comenzó temprano en la mañana como parte de su agenda de trabajo como gerente de uno de los bancos de mayor prestigio e importancia, localizado en las Torres Gemelas de la Gran Manzana.
JR: ¿Cómo se enteró del impacto hacia las Torres?
BA: Fue en un abrir y cerrar de ojos, para mí todo sucedió muy rápido. Yo trabajaba en el piso setenta y cinco; cuando los compañeros y yo escuchamos el primer estruendo pensamos que se trataba de un sismo y comenzamos a correr. En cuestión de segundos nuestra torre también había sido impactada por algo que no sabíamos qué era.
JR: ¿Cómo logró salir airoso del lugar?
BA: Te puedo decir que no salí airoso del todo, pues desde esa vez arrastro ciertas complicaciones de salud. (En ese momento) decidí bajar las escaleras lo más rápido posible mientras otros compañeros tomaban el elevador. Una vez estoy afuera, la torre comienza a derrumbarse por completa; sentí una impotencia enorme al querer ayudar a muchos compañeros sin poder, pues también tenía que pensar en mi familia.
JR: Ante este panorama ¿qué fue lo más desgarrador para usted?
BA: El ver la gente precipitarse fue horrible, ver hombres y mujeres ardiendo en fuego y tirándose por las ventanas agarrados de manos con otros compañeros fue desgarrador.
JR: ¿Cómo pudo escapar del caos?
BA: Fue muy difícil porque en cada lugar habían tumultos de personas llorando, los subways no funcionaban y mi familia no sabía si yo estaba vivo o muerto. Por eso decidí caminar hasta mi casa que quedaba como a unas cuatro o cinco cuadras.
Acevedo, cuenta esta vivencia afligido y lloroso por lo que agradece a Dios por haberle dado una nueva oportunidad de vida. Una vez ocurrió tan vil ataque, firmó su retiro para dedicar más tiempo a su salud y a su familia. Hace dos años decidió regresar a sus raíces en la isla y compró una casita a su gusto y antojo donde las barajas y fichas de dominó son su método de entretenimiento.