Dos de las causas principales se deben a la falta de compromiso y la pandemia del COVID 19.
En el semestre de otoño 2019, en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA) se inauguró Lobo Coop Café, una cafetería pequeño en el edificio de Learning Commons, inicialmente presentado como una propuesta cooperativista de un proyecto de clase. Con la idea de crear un espacio para compartir entre miembros de la comunidad universitaria y degustar de una variedad de cafés artesanales, en un inicio la cafetería mostró ser un éxito. Sin embargo, luego del paso de la pandemia, y de haberse graduado su gerente, Barbara Toledo, cerró sus puertas sin esperanzas de volver a abrir.
“Me da pena que pocas personas lo vieron como una oportunidad y que las personas que comenzaron el proyecto se desaparecieron justo antes de empezarlo al 100%. Pero, me alegra que un grupo de personas tuvo la experiencia de empezar un negocio y trabajar en él. Lo haría de nuevo, pero no en Arecibo. Pienso que no es la población adecuada para un proyecto como este.”
Así se expresó la ex alumna de Administración de Empresas en UPRA, Barbara Toledo, encargada de gestionar el proyecto.
Lobo Coop se sustentaba de una sola persona que luchó por su continuo funcionamiento, Barbara Toledo. Por falta de colaboradores, apoyo y visión, su cierre se volvió inevitable. Según Barbara, aunque Lobo Coop le permitió aprender sobre el cooperativismo a fondo y sobre la cultural mundial del café, también le enseñó la realidad que encontrar compañeros responsables representa un reto y no toda persona ve oportunidades, sino gastos, respecto a proyectos así. A pesar de esto afirmó que el valor de la experiencia fue algo vital para su formación universitaria y es algo que la universidad debe promover.
“Yo empecé como tesorera de la junta, pero terminé siendo la presidenta ejecutiva. Mi rol era como el de un gerente general o CEO, entre los empleados y la junta. Trabajé con la creación de procesos dentro de la empresa, recursos humanos, nómina, contabilidad, compras de inventario, coordinación con la universidad, e informar la junta. Se desaparecieron los demás, así que estaba sola solita”, añadió.
Proyectos cómo Lobo Coop ofrecen entornos prácticos, experiencias concretas para el aprendizaje de sus participantes. Le proveen a la institución un órgano para complementar su valor educativo y enseñar materias que superan el salón de clase.
“Definitivamente proyectos como el Observatorio de investigación social (OIS) y Lobo Coop son esenciales para la institución y el país. El cooperativismo es clave para nuestro desarrollo social y para crear otra forma de economía solidaria. Estos proyectos además promueven el emprendimiento, el reclutamiento y la retención del estudiantado. Además de que Fortalecen sus currículos y los hacen más competitivos a la hora de solicitar a escuelas graduadas y para conseguir empleo en sus respectivas profesiones.»
Dra. Hilda Vilá, profesora del Departamento de Ciencias Sociales y fundadora del Observatorio de Investigación Social en UPRA.
Pero, su existencia recae en la colaboración de, los estudiantes, profesores y la administración. Sin un esfuerzo continuo, un espíritu colaborativo y la dedicación desinteresada de las partes involucradas, no es de extrañarse que proyectos como estos, desafortunadamente, mueran en el intento.
“Mitad del esfuerzo viene del estudiantado y mitad de la administración. El estudiante puede intentar hacer todo el proceso legal, pero hasta que la administración no dé el pie para adelante, no se hace nada. Eso es experiencia que se está dejando a perder.”
Así se expresó Michael Ten, ex alumno graduado del Departamento de Ciencias de Cómputos en UPRA