Luego de 25 años de ejercer su profesión, Betzaida Rivera Rivera, mejor conocida como Maestra Betzy por sus alumnos de segundo grado, aún reafirma que perseguir su interés por educar, la llevó a encontrar su vocación. A pesar de llevar la mitad de su vida dejando su huella en los niños que serán el futuro de nuestro país, cada año obtiene experiencias diferentes y enriquecedoras con sus adorados estudiantes. Incluso, su pasión por la enseñanza la ha llevado a cubrir necesidades básicas con su bolsillo.
Parte de su infancia, la pasó en el campo entre Toa Alta y Corozal donde su madre se dedicaba a cuidar niños de aproximadamente ocho días de nacidos hasta cumplir sus cinco años. Una experiencia que caló profundamente en su vida y fue despertando su fascinación por instruir.
“Toda esa vivencia que tuve influyó en mí totalmente: dedicarle tiempo, paciencia y tolerancia a los niños. No sabía que esa experiencia de mi niñez me iba a marcar tanto como para ahora mismo aplicarlo en mi día a día.”
Al entrar en la etapa universitaria, Betzy, se dirige por el camino de lo que le apasiona desde pequeña: la educación. «Empecé a analizar cosas que normalmente las personas no hacen». Ella pensó que en el futuro quería tener una familia y un hogar. Entonces, optó por ser maestra, que además de sentir pasión por ello, sería la opción perfecta para poder dedicarle todo el tiempo necesario su futura familia.
Al culminar su bachillerato en Educación Elemental en la Universidad Interamericana de Barranquitas, adquiere una Certificación en Educación Preescolar y realiza la práctica con niños de segundo grado.
Actualmente, imparte clases en la escuela Dr. José Padín en Corozal, donde a diario recibe a sus alumnos de segundo grado con dulzura y entusiasmo. Su mayor satisfacción es saber que aporta “su granito de arena” en la vida de los niños y que forma gran parte de su crecimiento y desarrollo.
“Cada año, ver que dejaste un granito en cada niño y ver que gracias a lo que tú aportaste el niño creció, maduró o es mejor, verdaderamente opaca todo lo malo que pueda haber alrededor.”
La maestra Rivera reseñó algunas adversidades que enfrentan los maestros con el Departamento de Educación de Puerto Rico. Entre ellas, la falta de recursos y materiales. Mayormente, tienen que hacer inversiones de parte de su bolsillo para poder tener la comodidad de un buen inicio de clases.
“En este inicio escolar yo gasté alrededor de $500 para poder iniciar mis clases. Tuve que pintar el salón, corregir unos defectos que habían dentro del salón y comprar materiales”.
A lo que añadió: “Cuando amas lo que haces, lo disfrutas y lo que gastas de tu bolsillo lo haces con amor”.
Parte de la labor de los profesionales de la educación es hacer sentir a sus estudiantes seguros, brindándoles confianza y espacio para subirles los ánimos. Pues no todos los alumnos tienen el mismo estilo de vida, no todos tienen el privilegio de tener familias funcionales que le brinden el cariño y la atención necesaria.
“Eso es lo más difícil de esta profesión, poder llegar a los niños y poderlos sacar de ese sufrimiento, pero a la vez es una satisfacción grande dar felicidad y ese amor que ellos necesitan con tantas ansias.”
Betzaida Rivera Rivera, es apasionada por hacer de la educación de los niños una experiencia inolvidable y enriquecedora. Su desprendimiento y humildad logran que cada estudiante que pase por sus manos se lleve una marca de lo que es su cariño y su gentileza. Su pasión por enseñar demuestra que aún existen profesionales que llevan consigo esa vocación.
“Con los años que llevo de maestra, con las experiencias vividas, si me tocara volver a escoger una profesión volvería a ser maestra porque realmente lo disfruto. Y aunque hayan situaciones que puedan empañar, ya sea por falta de materiales o porque los fondos tal vez no llegaron, esas cosas pasan a un lado porque para mí es tan importante lo que hago con esos niños».