Por: Genesis J. Figueroa (genesis.figueroa6@upr.edu)
A nueve años de su muerte, periodistas, escritores y alumnos de comunicación recuerdan sus contribuciones en el campo del periodismo. Recientemente se anunció que su última obra dedicada a su travesía africana, Estrellas Negras -que llegó por primera vez a las librerías polacas en 1963- ha sido reeditado en 2013 y ahora la editorial Anagrama lo ofrece por primera vez a los lectores hispanos. Esto y muchos otros legados –como el periodismo intencional– son claves de este gran hombre, que además de corresponsal y poeta, fue fotógrafo.
El Maestro -como le llamaba Gabriel García Márquez- nació un 4 de marzo de 1932 en Pińsk, antiguo territorio de Polonia. Desde los siete años de edad Ryszard fue testigo de la guerra, de los constantes movimientos de ciudad, de las deportaciones forzosas de los nazi, del hambre, de la angustia, de la falta de un par de zapatos. Esto será, a lo largo de su carrera, la motivación para sus escritos. Su tema de vida eran los pobres, con los que sentía un lazo de afinidad y empatía. La guerra, la pobreza, los viajes, la lucha contra la opresión y el poder totalitario, y darle voz a quienes no la tenían, era solo una muestra de todo lo vivido por este gran hombre. Kapuściński o “Kapu”, como le llamaban las personas para las que el nombre les era difícil de pronunciar, fue testigo de la independencia del Tercer Mundo, estuvo presente en 27 revoluciones, vivió varios coup d’ etat, sobrevivió la malaria cerebral y fue encarcelado más de una vez.
El reportero, comenzó en 1950 a estudiar en la Facultad de Letras, Historia y Filología de la Universidad de Varsovia. Ya en 1955 se graduó y comienza a trabajar para el diario polaco Sztandar Młodych. Más adelante, en 1964, se convierte en el único corresponsal de la agencia de prensa Polaca PAP en el extranjero y visita más de 100 zonas. Recorrió la India, Afganistán, Irán, China, la colapsada Unión Soviética, América del Sur y África, entre muchos otros países durante más de cuatro décadas. Es aquí donde Kapu comienza a cubrir sucesos históricos, desde guerras, hasta reuniones entre grandes potencias y líderes mundiales.
“En el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico.”
El fenecido periodista polaco, nos ha dejado una gran aportación a todos los lectores y futuros periodistas. Y es que su obra periodístico-literaria es capaz de transportar a cualquier lector al momento en que surgió, no importa donde se encuentre, el lugar, o el tiempo, son extrapolares. También nos dejó el verdadero periodismo, el periodismo Intencional, que es aquel que se fija en un objetivo y que intenta provocar un cambio. La amalgama de géneros, es otro de los tantos legados, a través de ello Kapu ofrece la oportunidad de unir géneros para llevar la noticia, la fotografía, el escribir como si estuviera recitando una poesía, la crónica, la imponderabilia…
“Los cínicos no sirven para este oficio”
En uno de los temas centrales de Los cínicos no sirven para este oficio, un libro –conversado- sobre el trabajo del periodista, sobre sus dificultades y sus reglas, sobre la responsabilidad de los intelectuales que, hoy en día, se dedican a la información.
“Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina «empatía». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”…