Por: Andrés Jové (andres.jove@upr.edu)
«No, no. Así no es. Es de tal manera. La forma en que lo dijiste, y lo que dijiste, no tenía sentido», dijo algún hombre que quería dar su propia «machoexplicación» a una mujer que se ha empapado del tema durante años y que, ciertamente, sabe lo que dijo y está perfectamente bien informada.
No es una sorpresa toparse con hombres que sienten la necesidad innata de querer demostrar, una y otra vez, que su capacidad intelectual es superior a la de una mujer. Este tipo de interacción tiene nombre y definición y se llama mansplaining o machoexplicación.
Cuando decimos que un hombre está mansplaining, nos referimos a cuando una explicación es dada por- valga la redundancia- un hombre, típicamente hacia una mujer, de manera condescendiente. Según la Dra. Kalitza Baerga Santini, el mansplaining no es más que cuando: «un varón interrumpe a una mujer para explicar, según él, de mejor manera lo que la mujer ya está explicando. Y probablemente ella es hasta experta en el tema que está hablando». Este tipo de interacción sangra al borde del machismo, el sexismo y la comunicación «violenta».
Al no dejar que ambos emisores transmitan sus opiniones de manera pacífica e ininterrumpida, se forma un juego de poder unilateral y desbalanceado. Fue precisamente esta situación la que se vio reflejada en el debate que se produjo entre los comunicadores Natalia Meléndez y Héctor «De Playmaker» Torres en días recientes durante el espacio digital “Head 2 Head”.
Todo comenzó cuando Natalia Meléndez, una respetada comentarista de deporte y ex deportista profesional, se encontró inmersa en una discusión acalorada con el locutor Héctor «De Playmaker» Torres. Ambos dialogaban referente a una temática que planteó Héctor y que, con el paso de la conversación, se tornó violenta meramente por el hecho de que Natalia tenía una opinión distinta a la de su compañero. Por decir más, Héctor perdió el control y recurrió a levantar la voz y menospreciar directamente a Natalia, diciendo que ella no sabía de lo que hablaba.
La comentarista fue cohibida de expresarse libremente y dejar conocer su punto, ya que Héctor no le permitía decir una palabra por sus constantes interrupciones. Natalia empezó a alzar su voz y quejarse de la manera en que la estaban tratando, pero Héctor decía que no tenía porqué gritar. ¡Qué irónico, cuando era él mismo quien se encontraba gritándole a ella! Luego, el compañero de Héctor, Antonio Latimer, intervino sutilmente, mientras le decía a Natalia que se tranquilizara, en vez de apoyarla a ella. Natalia, harta del menosprecio que estaba recibiendo por parte de sus compañeros, se retiró de la videoconferencia.
Este tipo de situación es inaceptable, no tan sólo en el área de trabajo, sino en todas las facetas de nuestras vidas. Las mujeres no han batallado más de cien años para ser silenciadas o censuradas por sus contrapartes masculinos. Es imperativo que nosotros, los hombres, reconozcamos que no siempre somos los expertos y que es importante reconocer la brillantez y la sabiduría que tienen las mujeres como personas perfectamente capaces de razonar y desenvolverse como profesionales en su campo.
Poco después, a través de su cuenta de Twitter, “De Playmaker” pidió disculpas a Natalia e informó que serían las únicas declaraciones que emitiría sobre el incidente ocurrido en el programa que este mismo produce y que transmite por #MoluscoTV. Sin embargo, a pesar de que muchos seguidores se solidarizaron con la periodista, el daño ya estaba hecho.
¿Cómo podemos prevenir este tipo de dilemas? Primeramente, entendiendo que las mujeres son nuestros pares y su valor es equitativo al nuestro. Las mujeres han tenido que estudiar tanto —o más— que los hombres porque ellas mismas reconocen la competitividad en el campo laboral por el único y sencillo hecho de ser mujer. Por lo tanto, no hay por qué estar corrigiéndolas o viéndolas como seres inferiores o no capacitadas para discutir temas comúnmente asociados a los hombres, como en este caso son los deportes.
Todos vinimos a trabajar y exponer nuestras ideas, sería insensato que le quitemos ese poder a alguien que puede enriquecer el diálogo o abundar a la discusión por razón de sexo, género o cualquier otra condición. De igual modo, escuchémoslas y respetemos sus opiniones (sean cuáles sean). Si podemos tomar en consideración las opiniones tan contrariadas de los compañeros varones, las mujeres también merecen el mismo respeto de ser incluidas y no excluidas del debate.
¡Muy bien explicado! Ojalá otros hagan eco de tus convicciones.