Colaboración especial de: H Matthew D. Rodríguez Pagán
Es domingo en la tarde; el otoño acaba de comenzar hace unos días. Las hojas de los árboles aún permanecen verdes y el frío todavía no se apodera de la zona central del estado de Pensilvania, Estados Unidos. Una joven mujer está sentada en el piso de su sala, un piso forrado por una alfombra verde. Alrededor se pueden observar unas cortinas que cubren las puertas corredizas con imágenes de la naturaleza: pinos, ciervos y montañas. Incluso el calor del Caribe queda representado en las imágenes a través de refrescantes bebidas que reposan en las coderas de sillas playeras que tocan la arena frente al mar.
Es otro domingo más que para muchos representa el día del descanso, un día de reposo. Sin embargo, para esta joven, la historia es otra: sigue trabajando fuerte sin cesar. En esa alfombra verde se acomoda a doblar uno de los varios cestos de ropa para que sus hijas se puedan sentar cómodamente en el mueble y contemplen su película de caricaturas animadas. En la distancia se puede escuchar la maquinaria de un vecino corriendo. La joven se detiene un momento a echarle un vistazo a la película —un breve cambio de ritmo— antes de retornar a inspeccionar detenidamente y doblar los pantalones rosados cortos de su hija más pequeña.
Su nombre es Dianaliz Pagán Medina y tiene dos hijas: Dianeryz, de cuatro años, y Jeryaniz, de siete. La particularidad de los nombres de las niñas se origina de la combinación de los nombres de Dianaliz y su esposo, Jerry Cruz Vázquez.
Dianaliz «Nana», como la llama su padre, o Diana, como más bien la conoce su familia, es oriunda del pueblo Utuado, conocido como La Ciudad del Viví. Ahí comenzó su carrera universitaria en el Colegio Regional de la Montaña (CORMO) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), bajo el programa de Sistemas de Oficina. Luego se trasladó al Departamento de Lenguajes y Humanidades para dirigirse al Drama bajo las enseñanzas del ahora fenecido profesor y dramaturgo, Pedro Santalíz Ávila. En el grupo teatral de Santalíz Ávila, El Tinglado de Guaonico, Dianaliz pudo viajar a distintos destinos y universidades a realizar presentaciones.
«Me encanta teatralizar, demostrar los talentos que tengo», comenta Pagán Medina.
A pesar de esto, Dianaliz tomó la decisión de trasladarse al recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP) para culminar su bachillerato en Educación en Teatro en 2009, programa que no existe en Utuado.
Luego impartió clases de teatro en la Escuela Intermedia Ángel G. Quintero en Morovis, con su licencia provisional de maestra conferida por el Departamento de Educación de Puerto Rico (DE). En esa escuela conoció a niños sordos que la inspiraron a tomar cursos básicos, intermedios y avanzados de lenguaje de señas en el Colegio San Felipe en Arecibo, bajo la tutela del maestro Daniel Hernández. Simultáneamente, gracias al programa Crece 21—que, según un artículo de 2019 de El Nuevo Día, fue un proyecto de colaboración entre el DE y la UPR que ofreció adiestramientos a maestros del sistema público durante los años 2009 a 2012—Diana consiguió certificarse como maestra de español.
Más allá de ser maestra de escuela intermedia, Pagán Medina también impartió clases de teatro en la Escuela Superior Fernando Suria Chaves, en Barceloneta. Al momento no ha tenido la oportunidad de ejercer como maestra de español, lo cual ahora es su meta en los Estados Unidos. La motivación para mudarse al norte fue, en sus palabras: «Un año trabajaba, un año no y así no podía seguir, así que (como) no había permanencia…»
El 10 de agosto de 2012 agarró maletas y se encaminó al aeropuerto para ampliar sus horizontes. Su esposo, Jerry, la acompañó por dos semanas, pero mostró más resistencia al cambio, por la seguridad que su trabajo en la Compañía Embotelladora de Coca-Cola de Puerto Rico le brindaba. Por este motivo se regresó a Puerto Rico en lo que Diana buscaba trabajo y alojamiento adecuado.
«Si (en Puerto Rico) no me ofrecieron las oportunidades que yo quería, también por eso yo dije pues no, me voy. Me voy de la isla aunque la extrañe y la quiera».
Pagán Medina permaneció viviendo con su padre Moises Pagán Vázquez los primeros dos meses, motivo por el cual escogió la capital de Pensilvania como su nuevo hogar. En ese transcurso, trabajó en un almacén donde conoció a una compañera quien la ayudó a conseguir un apartamento y un trabajo mejor, en una guardería infantil llamada McLamb Memorial Church Day Care Center, ya que el trabajo de almacén no era para ella. Ahí laboró por dos años y medio como asistente de maestra.
Desde el 2015 es maestra en Inspiration Station Early Learning Center, una guardería infantil fundada en la casa de su directora, Jenniffer Peck, en 2008 y quien lo extendió a un centro completo en 2014. Inspiration Station cuenta con una reseña de cuatro estrellas por la Keystone Stars, agencia que regula la calidad de los centros de educación temprana en Pensilvania. El centro atiende a niños desde seis semanas hasta cinco años; 72 estudiantes y aproximadamente 60 familias. Diana atiende a los niños pequeños de dos años, toddlers, mientras que su hermana Abidailys Pagán Medina, quien también trabaja ahí, atiende a los infantes.
«Es excelente compañera de trabajo. Bien organizada, limpia, le gusta ayudar, le gusta aprender mucho; servicial. Ayuda con el idioma», comentó Abidailys
Un día de trabajo para Dianaliz consiste en llegar a las 6 de la mañana a abrir el centro para comenzar a recibir estudiantes media hora más tarde. De ahí, el día está lleno de actividades como: llevar a los niños al baño, mantener la higiene de los alumnos y facilidades, proveerles meriendas, supervisarlos mientras juegan, llevarlos al patio de recreo, circle time (donde se les enseñan los colores, los números, las figuras, se leen cuentos y se hacen preguntas). Además, se enseña español y lenguaje de señas básico para los niños que todavía no saben comunicarse verbalmente bien. La joven maestra mantiene a los padres al tanto de todo lo que hacen los niños mediante The Sandbox, una aplicación para comunicarse con los progenitores.
«Es una gran maestra, ella es muy profesional, siempre positiva con los estudiantes y positiva con los otros empleados. Ella completa todos los requerimientos a tiempo y llega al trabajo a tiempo; y contribuye en otras áreas en la compañía fuera de horas laborables,» aseveró Peck.*
Pero el trabajo no acaba a las dos y media de la tarde. Tiene que salir rápido a recoger a su hija a la escuela, quien estudia a media hora de su trabajo, si el tráfico le permite llegar a tiempo. Luego tiene que lidiar con los quehaceres del hogar, disciplinar y atender a sus hijas, quienes discuten frecuentemente y con quienes tiene que negociar para que se comporten; no le queda de otra porque el cansancio no se lo permite. Además, tiene que estudiar el nuevo currículo utilizado en clase creado por la compañía Funshine Express y preparar sus clases.
Su esposo, Jerry, es testigo de eso. Según él dice, Diana acepta ir a cualquier actividad de los niños aunque tenga otras cosas que hacer, le gusta hacerle regalos a los niños que ella misma crea: «A veces gasta 40-50 pesos y está hasta las 3-4 de la mañana haciendo eso. No duerme hasta terminar eso. Ella no toma tiempo para ella». Inclusive, Jerry comenta que le dice a Diana que tome tiempo para ella, para distraerse, pero ella no lo hace y eso lo preocupa.
Dianaliz escogió trabajar en guarderías infantiles como modo de satisfacer sus ambiciones de ser maestra y poder cuidar a sus hijas, ambas quienes nacieron en Pensilvania. Un gran reto que tuvo fue ser maestra de su hija mayor, Jeryaniz, en el trabajo porque la niña no distinguía entre los papeles de maestra y madre que ejercía Diana durante año y medio de la pandemia que sigue en curso. Pero ese reto, como muchos, también lo superó, y ahora Jeryaniz cursa segundo grado en Mountain View Elementary School, mientras que Dianeryz, sigue en Inspiration Station con su propia maestra.
Shytasia, compañera de trabajo de Diana, quien ha trabajado como asistente de maestra de niños de un año en Inspiration Station por tres meses, y a quien le encanta el ambiente de trabajo en equipo, tuvo esto que decir de ella: «Yo la admiro por su licenciatura en teatro. Las cosas que ella hace son realmente creativas».*
Ahora, tras cruzar el mar en búsqueda de nuevos horizontes, superar retos y miedos, Diana y su esposo son propietarios de su propia casa. Lograron conseguir el sueño americano que muchos puertorriqueños salen en búsqueda de. Todo gracias a su mente positiva.