Por: Cyd Marie Miranda (cyd.miranda@upr.edu)
Al momento de graduarse de la escuela superior, para muchos estudiantes supone un reto ir en búsqueda de un segundo hogar, en el caso de que la universidad donde el alumno haya sido aceptado, se encuentre lejos de su residencia. Cuando estamos en búsqueda de un hospedaje solo pensamos en un lugar cerca del recinto y no muy costoso. Ya cuando iniciamos nuestra nueva etapa pensamos en la libertad y adultez a la que hemos entrado. Sin embargo, nunca pensamos en que terminaremos encerrados en un hospedaje, inseguros, afligidos, acosados o paranoicos a causa de la ola criminal que afronta Puerto Rico y que no excluye también a los hospedajes universitarios.
Según el Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO), un hospedaje se define como un establecimiento, vivienda, edificio o apartamentos individuales para toda persona matriculada en una institución superior, post-secundaria o acreditada- sean estos públicos o privados. Como estudiante de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo, tomé la decisión de hospedarme para permanecer más cerca del Recinto y poder concentrar mis energías y esfuerzos en mis estudios. Igual que yo existen miles de estudiantes alrededor de todo Puerto Rico, pero lo que muchos no sabemos, es que la falta de seguridad que existe en muchos hospedajes, es un tema preocupante y al que debe atenderse con carácter de urgencia. En los últimos meses, han ocurrido y continúan aconteciendo varios sucesos que ponen en riesgo la seguridad de miles de estudiantes. A causa de esto he decidido investigar con más profundidad el tema y buscar quiénes o qué agencias pueden ayudar a los estudiantes que se enfrentan a la falta de seguridad en los hospedajes.
Robo en Urbanización Villa los Santos en Arecibo
En este caso por razones de confidencialidad, nuestra entrevistada decidió llamarse Alexandra. Lo importante de este personaje, sin embargo, no es su nombre sino su anécdota como estudiante universitaria en una institución educativa de Arecibo.
Mi corazón palpitaba a cien millas por hora. Mis manos temblaban y la desesperación de no saber si gritar o callar, reinaba en mí. No podía creer lo que mis ojos estaba viendo, cómo se intentaban robar mi carro frente a mí», expresa Alexandra, estudiante que se hospeda en Arecibo, mientras se encontraba en su apartamento estudiando y alrededor de las 12:30 a.m. escuchó un ruido afuera de la urbanización.
Fue un ruido muy leve, pero de todos modos decidí mirar por la ventana y ahí fue que vi un hombre arrodillado frente a la goma de mi carro. Desde el momento en que lo vi, todo en mi cuerpo sentía los acelerados pulsos de mi corazón. No me atreví gritar por miedo a que me viera y quisiera hacerme daño, así que busqué las llaves de mi carro y presioné el bíper para que sonara la alarma. Al escuchar el estruendo, el individuo se fue rápidamente y cuando pude observar bien, vi que intentaba robarse la goma de mi carro. El ruido que escuché eran los tornillos. Llamé a mis papás, les conté lo que sucedía y luego llamé a la policía. En lo que llegaba la patrulla me quedé hablando con mi mamá por teléfono. La paranoia ya reinaba en mí y cada segundo miraba por la ventana con miedo a que regresaran y supiera que lo había visto.
No habían pasado tres minutos y cuando me asomo nuevamente por la ventana, habían regresado a completar el robo, pero esta vez era un muchacho diferente. Estaban determinados en terminar el trabajo. Nuevamente, soné la alarma de mi auto, pero esta vez no se fue. Yo por nada del mundo iba a salir de mi hospedaje, así que lo que quedaba era ver cómo se robaban la goma frente a mí. Poco después llegó la policía y me ayudaron a radicar la querella, pero mi temor fue tan grande de que volvieran, que cuando mi papá llegó para verificar que estuviera bien, decidí irme con él para mi casa
La paz mental y el sentido de seguridad jamás serán igual
La realidad es que muchos de los hospedajes no cuentan con estacionamientos y los estudiantes tienen que dejar sus autos en las aceras, exponiéndolos a robo. Una urbanización en la que existen varios hospedajes en Arecibo es University Gardens, la cual está ubicada entremedio de dos de los residenciales más “calientes” de la zona: el Antonio Márquez Arbona y Las Mesetas. Estas urbanizaciones son conocidas mayormente por robos de piezas de autos, asaltos y crímenes.
El acoso es otro de los grandes problemas que enfrentan algunos estudiantes recientemente. El acoso se define cuando una persona hostiga, persigue o molesta a otra y se refiere a una acción o una conducta que implica generar una incomodidad o disconformidad en el otro. Esto fue precisamente lo que le ocurrió a la universitaria Stephanie Vargas en su hospedaje en la urbanización University Gardens.
Caso de acoso en hospedaje en Arecibo
Para comienzos de este semestre me había mudado para el hospedaje en University (University Garden) y todo me iba bien hasta que una noche de octubre salí de trabajar. Ese día llegué a mi hospedaje a eso de las 2:00 de la madrugada y comencé a limpiar; de repente sentí la presencia de alguien, como si me estuvieran mirando. Cuando miro a la ventana, había un señor mayor de edad observándome. Empecé a gritar y él decía que hiciera silencio y le abriera la puerta. Yo me hospedaba con otra compañera y ella estaba dormida en su cuarto. La levanté y luego llamamos a los guardias. Cuando llegaron, verificaron el lugar y los alrededores, pero no vieron a nadie.
La joven vivía en un segundo nivel, con portones que únicamente tenían acceso con llave. Ella especula que la única manera en que el hostigador hubiese llegado al balcón de su hospedaje era si se habría trepado en el techo de la casa. Desafortunadamente, para Vargas este no fue su único encuentro con su acosador.
Después de esa vez traté de poner todo en el pasado y pensaba que ya nada más sucedería. Me convencía que fue algo de una vez solamente, pero a la semana cuando llegué nuevamente de trabajar y me iba a bajar del auto, al mirar por los retrovisores, lo vi de nuevo. Estaba en un auto verde muy viejo que tenía el “bomper” amarrado con una soga. Ahí estaba esperándome. De repente llegó y se estacionó a mi lado; yo prendí el carro y aceleré por el miedo. Al siguiente día, sucedió lo mismo, pero esta vez logró tocar el cristal de mi carro, por lo que nuevamente prendí el carro y me fui. Aún no le había dicho a mi mamá porque no quería asustarla y me haría mudarme. Yo estaba de acuerdo y me quería mudar, pero estudio y trabajo y en ese momento no tenía tiempo de estar buscando donde vivir. La próxima semana volvió a suceder lo mismo y esta vez me forcejeó la puerta. Gracias a Dios tenía seguro. Ya para esa vez estaba más asustada porque cada vez se acercaba más. Decidí entonces quedarme en casa de unas amigas por un tiempo. Cuando sentí que estaba más segura, regresé a mi hospedaje y varios días después, sucedió algo peor: el señor llegó hasta mi hospedaje. Ese día lo seguí directo al cuartel y él me perseguía en su carro, pero cuando vio que entré al cuartel, se largó. Le notifiqué a la policía sobre el asunto, pero como no tenía la tablilla del carro, me dijeron que no había mucho que podían hacer.
Realmente uno nunca piensa en las cosas malas que le pueden suceder hasta que le pasan
Como resultado de ese incidente, Stephanie consiguió otro hospedaje y logró mudarse, dejando a su acosador atrás. Desafortunadamente no muchas jóvenes tienen la misma suerte de poder escapar la situación antes de que escale. Según estadísticas del Centro de Defensa de la Mujer y el Género, más de 13% de jóvenes universitarias indican haber sido acosadas en algún momento en sus hospedajes o áreas limítrofes.
En el caso de Arecibo, no es la primera vez que la seguridad en los hospedajes falla, ya que para esta misma fecha hace tres años, la seguridad de los alumnos de la UPR de Arecibo fueron víctimas de varios asaltos que estaban sucediendo en el mismo residencial. Algunos de estos actos ocurrieron tanto dentro del campus como en la urbanización.
«La seguridad es pobre, o más bien no existe. Hasta el día de hoy esta urbanización es uno de los lugares de mayor incidencia delictiva en Arecibo y no frecuentan patrullas velando por nuestra seguridad»– asegura Jobenny Rivera, estudiante que se hospeda en University Gardens hace dos años.
Desde 1992 existe una ley que protege a los universitarios cuando ocurren incidentes dentro de su campus. Esta ley es conocida originalmente como Acta de Seguridad en el Campus, Jeanne Clery Act. La legislación federal requiere a los colegios y universidades, tanto públicas como privadas, en Estados Unidos y Puerto Rico, que brinden información sobre la incidencia criminal dentro del campus, así como en sus alrededores. La ley es requisito para todas aquellas instituciones que participan de los programas de ayuda económica federal, tales como: Beca Pell, Préstamos Estudiantiles y Programas de Estudio y Trabajo. Su objetivo principal es llevar un desglose estadístico de los incidentes que ocurran en el campus y sus alrededores. Los crímenes establecidos en la Ley para fines estadísticos son: homicidios, ofensas sexuales, robo, agresión agravada, escalamientos, robo de vehículos y fuego intencional. La Universidades reportarán además aquellos crímenes que se relacionen con: crímenes de odio, violencia de género, usos de drogas y alcohol.
También es responsable de publicar alertas de seguridad cuando surjan incidentes establecidos en la Ley y aquellos que representen un riesgo a la seguridad estudiantes y empleados. Debe ser emitida en un período no mayor de 24 horas, utilizando aquellos medios que alcancen todos los miembros de la Comunidad Universitaria.
Reglamentación de hospedajes según el Departamento de Asuntos al Consumidor (DACO)
En un intento para resolver qué agencia es la encargada de orientar sobre qué hacer cuando suceden estos casos fuera de la universidad, realicé una entrevista a la señora Edna Flores, supervisora de la oficina de DACO en Arecibo, quien expresó que: “La regulación de los hospedajes dispone los requisitos mínimos de seguridad y comodidad que deben cumplir los locales destinados a hospedar estudiantes”.
La señora Flores evadía algunas preguntas dejando saber con su actitud que DACO no tiene nada que ver con la seguridad de los estudiantes más allá de regular permisos y verificar contratos. Asimismo, recalcó que:
La labor de DACO se limita a verificar que el dueño del hospedaje cumpla con los requisitos como tener la licencia vigente y visible, que cumplan con el contrato y con normas básicas de seguridad. Algunas de estas requieren tener portones con candados, la puertas con cerraduras que funcionen y llaves, etc.
También, Flores enfatizó que si algún estudiante está pasando por alguna situación de acoso o robo, que no dude en llamar a la policía o la Oficina de la Procuradora de las Mujeres. Esto solo me lleva a confirmar más mi hipótesis de que realmente no existe una persona o agencia responsable de velar por la seguridad de los estudiantes universitarios más allá de la policía de Puerto Rico. Realmente las universidades no tienen ningún programa o proyecto para prevenir o persuadir la criminalidad en los hospedajes de los estudiantes y el asunto es preocupante, por lo que debe atenderse como una prioridad.
Ciertamente existe una falta en agencias o institución que nos proteja de todos estos crímenes que están sucediendo a nuestros alrededores. Los estudiantes que se hospedan deben educarse en cuanto a sus opciones y practicar medidas de seguridad. El delincuente siempre tiene claro sus objetivos y al ser estudiantes universitarios y no tener ninguna ley o agencia que nos proteja, desde luego, nos convertimos en objetivos fáciles. Por tal razón, un descuido en la seguridad le brindará la oportunidad esperada. Los estudiantes tenemos el derecho y la obligación de reclamar medidas de seguridad que garantice nuestra integridad.