Rostro de frustración de Serena Williams lugo de ser sancionada por el arbitro. (Foto suministrada).
Por: Mairim H. Batista Serrano (mairim.batista@upr.edu)
Una sanción dentro de una cancha de tenis generada por el enfado de Serena Williams en la final femenina del US Open ha trascendido mucho más allá del aspecto deportivo. Williams estuvo a punto de ser descalificada del torneo luego de recibir tres penalidades de parte del árbitro Carlos Ramos. Todo comenzó con una sanción por un alegado “couching” que recibió Serena de su entrenador durante el US Open, acción que ella negó rotundamente diciendo: “Nunca en mi carrera he hecho trampa, prefiero perder antes de hacerlo”.
Pero este altercado no termino ahí, Williams no podía creer la acción del árbitro en su contra y decidió no quedarse callada “Me has robado, eres un ladrón y un mentiroso. Me debes una disculpa». Tras ese duro intercambio de palabras, Serena recibió otra amonestación por parte de Ramos y le quitó un juego, que dejó el marcador del segundo set en 5-3. «¿Me vas a quitar esto porque soy una mujer?», reclamaba Williams. Era evidente la frustración de Serena, esta penalidad provocó que se fuera abajo en el marcador y desatara su furia contra su raqueta rastrallándola contra el suelo, acción que provocó otra amonestación. “Me robaste un punto, eres un ladrón”, dice entonces Williams cuando se estaba levantando.
“Tercera violación. Abuso verbal. Un juego de penalización. Miss Williams”, dijo entonces el juez, situando el marcador en 3-5 contra la estadounidense. Serena no podía creer lo que estaba escuchando y se va a la esquina hablar con el comisario del torneo Brian Earley y la supervisora del Grand Slam Donna Kelso. Pero estos no actuaron a favor de Williams, Serena perdió el partido entregando el título a Naomi Osaka. Inmediatamente volvió a dirigirse al juez de silla Ramos para volver a decirle: “Me debes una disculpa”. Pero la disculpa nunca llegó y al contrario Williams fue multada con un total de 17.000 dólares por tres infracciones al código de conducta durante la final del Us Open. ¿Creen que tiene lógica? Pues no, al contrario es sumamente injusto.
Ella perdió el partido y tomó la derrota con gracia, pero permaneció callada durante toda la premiación. Mas tarde en una conferencia de prensa afirmó que continuaría peleando por los derechos y la igualdad de las mujeres y denunció a Ramos por su sexismo. «Nunca le han arrebatado un partido a un hombre por haberle dicho ‘ladrón’. Me desconcierta grandemente, pero voy a seguir con mi lucha por las mujeres», dijo Williams.
Lo sucedido con Serena Williams nos debe llevar a pensar y a cuestionarnos si verdaderamente valoramos el esfuerzo de nuestras atletas femeninas, ¿Estaremos siendo sexistas? ¿Le daremos la misma importancia a un éxito conseguido por un equipo femenino que por uno masculino? Miremos lo que sucedió en los Juegos Centro Americanos y del Caribe, cuando Keyshla Rodríguez ganó la primera medalla para el levantamiento de pesas boricua en dichos juegos, pero los puertorriqueños estaban más pendientes a que Jaime Espinal no podía participar que a celebrar tan valioso triunfo de una mujer.
Pareciera que eventos como los de Serena Williams pasan lejos de Puerto Rico y es un tema que no afecta tanto a nuestras mujeres atletas, pero estamos equivocados. Altercados como estos son los que nos abren los ojos y nos hacen darnos cuenta que sucede en la Isla y más cerca de lo que pensamos. Tan cerca como en el pueblo de Aguadilla, es el caso de una niña del pueblo de Aguadilla a quien le fue negada la participación del torneo escolar de sóftbol por ser niña. Kevin Gonzales, padre de la niña exige al Departamento de Educación que se le permita a su hija jugar con el equipo de niños ya que su escuela no cuenta con un equipo de niñas. Gonzales sostiene que su niña se ha desarrollado a nivel muy alto en el deporte de béisbol y suele jugar ligas como Little League y American Congress en equipos de niños (no existe liga de niñas) y está al nivel de participación y habilidad de cualquier niño. Si la niña tiene las habilidades y lo ha demostrado ¿Porqué no dejarla jugar? ¿Será que temen que luzca mejor que los niños?
Casos como este nos hacen preguntar: ¿Verdaderamente existe la igualdad?