«Todos tienen tres vidas: una privada, una publica y una secreta», dijo una vez, Gabriel García Márquez.
Muchas personas conocen a Ismael Rivera (1931-1987), como el cantante, campeón de la comunidad salsera y afrolatina, de una trayectoria que trasciende décadas y brechas generacionales. Sin embargo, no muchas personas tuvieron el privilegio de conocer a Ismael Rivera, como el hombre de familia. Eugenia «Ivelisse» Rivera, su hermana y creadeora de la Fundación Ismael Rivera, lo recuerda cada día con historias personales que le dan un contexto refrescante a la trayectoria artística de Maelo. El interprete de éxitos como “Las Caras Lindas” y “El Nazareno” es recordado por miles de personas a través de toda América Latina, pero no con el bagaje emocional con el que su hermana lo recuerda.
Nació el 5 octubre de 1931 en Santurce, Puerto Rico. Fue el primer hijo del matrimonio compuesto por Margarita Rivera García, ama de casa, y Luis Rivera Esquilín, carpintero ebanista. A Ismael le siguieron cuatro hermanos: Diego, Laura, Ivelisse y Tommy.
El semblante de Ivelisse Rivera, la hermana, a quien Maelo le llevaba 10 años, se asemeja a Ismael. Mirarla a ella es como mirar al Sonero Mayor en una de sus fotos sonrientes. Sonríe sobre todo cuando recuerda al Sonero Mayor. Lo único que cambia físicamente entre ambos hermanos es la estatura y el color de ojos. Los de él: expresivos y marrones. Los de ella: claros y permiten ver las entrelineas emocionales que contienen las anécdotas que recuenta sobre su hermano. Una de las cosas que uno nota desde el principio es la manera en la que Ivelisse Rivera habla sobre Maelo, sin ningún tipo de tabú.
Tiene el recuerdo fijo a través de las vivencias que ha tenido la familia y a través de artículos personales de Ismael, tales como: fotos, LPs y artículos personales de valor emocional, como cartas que Maelo le escribió mientras estaba en la prisión. También conserva la biblia personal de su hermano. A través de los recuentos de las vivencias de Ismael y el recorrido que brindó Ivelisse a través de muchas de las pertenencias del Sonero Mayor, otra cosa se aclaró: ella, de ninguna manera o forma, dejará que el legado de Ismael Rivera muera.
A través de sus anécdotas, Ivelisse Rivera recrea el personaje del Sonero Mayor: brillante, talentoso, proveedor, sobre protector con los suyos. “Él era más padre que hermano”, rememora.
“Ismael era el tipo de hombre que tenía que tener una comunicación franca”, aseguró ante la pregunta que si solía mantenerse en comunicación mientras estaba de gira con Kako y su Orquesta, Cortijo y su Combo, o sus Cachimbos.
A la vez, también recuerda que mientras se encontraba en Puerto Rico, el Brujo de Borinquen gustaba vigilar por sus hermanas.
“Él era muy celoso. ¡Uy!, sumamente celoso”, indicó Ivelisse mientras recordaba las veces en las cuales Ismael le indicaba a sus hermanas que no podía bailar boleros por “el guille” que querían tener los jóvenes de la época.
A través de estas historias, otra cosa se hace cierta: la necesidad de espacios que recuerden y celebren la vida del Sonero Mayor. Esta es la razón por la cual Ivelisse Rivera decide fundar la Fundación Ismael Rivera.
Actualmente, Ivelisse tiene en su poder todos los artículos que originalmente estaban en la Casa Museo Ismael Rivera, en un cuarto pequeño en su residencia. Muchas de ellas, tienen un valor histórico y emocional. Cuando se le preguntó lo que sucedió con la Casa Museo, esta fue la primera y única vez durante la conversación que Ivelisse Rivera dejó de sonreír.
“María la destrozó”, recordó Ivelisse con una risa forzada que intentaba ocultar la evidente preocupación en su cara. Actualmente, la Casa Museo que vio crecer al Sonero Mayor se encuentra cerrada al público hasta que la Fundación Ismael Rivera pueda recolectar los fondos requeridos para restaurar y exhibir los artículos personales de Maelo en el lugar que pertenecen.
Desde luego, Ivelisse Rivera necesita ayuda para administrar la Fundación. Afortunadamente se le acercó Roberto Beltrán, periodista colombiano y gran admirador de la cultura puertorriqueña que le propuso darle un nuevo enfoque la Fundación.
“Roberto ha sido una gran ayuda a la hora de mantener la fundacióna flote”, aseguró Ivelisse. Otra institución que les ha brindado apoyo son la Universidad del Sagrado Corazón en el proceso ha sido el Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Roberto Beltrán lleva varios años apoyando la Fundación Ismael Rivera en calidad de colaborador y es su director desde principios de este año. Hablar solo minutos con este individuo permite sentir el optimismo entorno a su rol y cómo quiere traducir el legado de Ismael Rivera como ícono cultural y líder comunitario. No solamente a través de la restauración de la Casa Museo Ismael Rivera, sino también de otras iniciativas educativas y comunitarias, una gran parte de la población de puertorriqueña podrá conservar un aspecto del patrimonio cultural y musical del país. Es seguro decir que el legado de Ismael RIvera está en buenas manos, gracias a la labor de Beltrán y Ivelisse Rivera.
La manera en la cual Ivelisse recuerda a Maelo es la manera en la que ella quiere que se le recuerde al cantante. Claro, a través de su obra artística, pero sobre todo por el calibre de persona que era Ismael Rivera como hombre de familia. Hacía lo que fuera por sacar a los suyos de la pobreza que caracterizaba Santurce en esa época. Fue allí mismo donde perdió la vida a causa de un infarto al corazón en 1987.
Las personas interesadas en contribuir a la recuperación de la Casa Museo pueden aportar su donativo a través de la plataforma ATH Móvil usando la opción «DONAR» y escribiendo el nombre «FundacionIsmaelRivera«, o enviarlo al PO BOX 6564 Loíza Station San Juan, PR 00914.