La época de Buenos Aires: Parte II

“Comienzos alegres”: Un colegio alrededor de la placita de Buenos Aires en Arecibo.

Por: Dr. Otilio González Cortés, catedrático del Departamento de Comunicación Tele-Radial, UPRA

Una vez Rexach Benítez consigue en 1966 la aprobación por parte del Consejo de Educación Superior de Puerto Rico para iniciar la oferta de cursos en instalaciones provisionales al tiempo que se inicia el diseño y posterior construcción de nuevas facilidades, se lanza de lleno en montar el andamiaje que permitiría iniciar la oferta de cursos del nuevo Colegio. En conjunto con el alcalde Goitía y un Comité de ciudadanos Pro Colegio que apoyan el proyecto, identifican un área dentro de la zona urbana de Arecibo, alrededor de la placita de Buenos Aires, en la que se ubican las instalaciones provisionales.

Estas incluyen la antigua unidad de salud pública, como edificio de Administración y sede de las oficinas de los decanos y otras oficinas de servicios directos a los estudiantes, incluyendo también Registraduría. Detrás del edificio de Administración se instalan estructuras temporeras que alojan a los Departamentos académicos: Biología, Matemáticas, Química, Español, Inglés, Humanidades y Ciencias Sociales. También, el antiguo Teatro Tanamá pasa a ser la Biblioteca del Colegio y al lado, se acondiciona una estructura para que sirviera de anfiteatro. Cercano a la Biblioteca, en lotes vacíos, se ubican instalaciones provisionales que alojan los salones de clases y laboratorios. Durante este semestre se adquieren, acondicionan y equipan todas estas facilidades con un presupuesto de $126,000. En la medida en que crece el nuevo colegio, se alquilan otros espacios en la zona.

Según José Sierra, catedrático jubilado de Inglés y ex director de la División de Educación Continua y Estudios Profesionales que comenzó su trabajo en Arecibo durante los primeros años del Colegio Regional, la ubicación provisional se da en Buenos Aires porque en ese lugar había disponibilidad de edificios vacantes. “El gobierno municipal buscaba identificar espacios donde se pudieran ubicar las oficinas. En Buenos Aires estaba vacante el edificio de la Unidad de Salud Pública, y había un teatro, que estaba abandonado. También había espacios allí que podían usarse como salones, casas disponibles. Y como la matrícula no era tan alta les parecía que el área llenaba los requisitos”.

Roland Borges era residente de Buenos Aires y recuerda la época de la construcción de las instalaciones provisionales. “Fue muy poco lo que levantaron en construcción; trajeron ranchones prefabricados que son unos de latón con cartón adentro. Sé que habilitaron unos donde era la (fábrica) Alcoholado Superior Setenta que estaba la cancha… habilitaron esa zona para unos salones; habilitaron al lado de la planta de hielo en un edificio que había allí. Hay un garaje de gasolina (donde) habilitaron un anfiteatro para dar clases y unos salones. En el Edificio Terraza en la parte de arriba habilitaron también para hacer salones. Estaban regados, es más, detrás de la casa de un ingeniero donde había un patio grande; allí hicieron otro rancho prefabricado que lo usaron de laboratorios. Había una casita de madera que la usaron de librería… Prácticamente todo lo que había disponible en la zona… el colegio llegó y de momento se habilitó todo y empezaba la gente a moverse de un lado para otro. A medida que fue creciendo fueron añadiendo otros edificios”, recuerda Sierra.

Bernardo Rodríguez, un ex estudiante del colegio regional que se crió en la zona urbana de Arecibo, recuerda el impacto del nuevo colegio en la región.

Cuando el Colegio llega, que se empiezan a ubicar los hospedajes, eso trajo una inyección económica increíble. La infraestructura se revitalizó bien dramáticamente y Arecibo se puso joven con tantos muchachos, con muchas ideas y muchas intenciones buenas”.

 

Reclutamiento de personal y de estudiantes

Profesora Celeste Benítez, encargada del reclutamiento de personal docente, 1967. (Foto: Archivo Histórico, Sala de Arecibo, Biblioteca UPRA)

El nuevo colegio requería la contratación de personal en todas las posiciones y promover el reclutamiento de estudiantes. Durante los primeros meses del 1967, Rexach Benítez inicia la contratación del personal no docente, y junto a su entonces esposa, la profesora Celeste Benítez, comienza el reclutamiento de la facultad necesaria para comenzar clases en agosto de ese año.

El reclutamiento docente se centra en profesores que habían solicitado trabajo en el recinto de Río Piedras y formaban parte de los acervos de candidatos existentes en ese recinto, en profesores provenientes del Colegio Regional de Humacao (de donde provenía Rexach Benítez), maestros de la zona de Arecibo con alta preparación académica y estudiantes recién graduados de programas de maestría de Río Piedras y Mayagüez. José Sierra recuerda la contratación de personal en esa época.

En su nuevo puesto como director-decano de Arecibo, Roberto Rexach Benítez cuenta con el respaldo de su entonces esposa, la profesora Celeste Benítez, quien ocupa la dirección del Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades. Posteriormente se convierte en senadora y secretaria de Educación de Puerto Rico. Ambos participan del desarrollo del nuevo Colegio.

“Esos comienzos fueron alegres. Fueron comienzos en los que no hubo falta de recursos. Todo estaba disponible. Fue la época dorada cuando se empiezan a contratar profesores del exterior y también profesores locales”.

Se quiso contratar profesores del área, de Arecibo y pueblos vecinos para darle un sentido de pertenencia con la institución. La doctora Conchita Lorenzo, profesora jubilada de Biología, fue una de las primeras profesoras en pertenecer al nuevo colegio regional. Trabajaba como catedrática auxiliar en Baltimore Community College, cuando solicita a UPR Río Piedras. El profesor Rexach Benítez identifica su solicitud en Río Piedras y se comunica directamente con ella.

“Yo no sabía que iban a abrir un Colegio en Arecibo y otro en Cayey. En verano fui a Humacao a hablar con él; me ofreció el mismo rango y nos pagaban $100 más por trabajar en los colegios regionales”.

Reunión para a designación de nuevos directores- decanos de los colegios de Arecibo y Cayey. (Foto: Archivo histórico, Sala de Arecibo, Biblioteca UPRA)

Ese verano de 1967, todo el personal docente seleccionado para trabajar en los nuevos colegios de Arecibo y Cayey -y algunos no docentes- es convocado a adiestramientos en Humacao.  “Allí en Humacao fue que nos conocimos”, recuerda Lorenzo.  “Allí en Humacao, en unas entrevistas, fue que me escogieron para dirigir el Departamento”.

Casi ninguno de los nuevos profesores era de Arecibo y  Lorenzo recuerda que tuvo que buscar residencia en este pueblo. “Tuve que mudarme a Arecibo y no me arrepiento. He vivido la mayor parte de mi vida en Arecibo”.

Lorenzo recuerda que firmó su contrato sin visitar el nuevo Colegio. Ya había sido advertida por el director-decano Rexach Benítez que las estructuras habilitadas eran provisionales, y que se construiría un nuevo edificio. Había equipo básico en los laboratorios. “Después nosotros equipamos todos los laboratorios”. Comenzó a trabajar en Arecibo unas dos semanas antes de que iniciaran las clases.  Recuerda que había poco personal, pero mucho entusiasmo con la próxima apertura del Colegio.  “Tuve que pasar el mapo el día antes de que abriera para que estuviera decente porque había un Open House para la comunidad”, dijo Lorenzo.

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Author: Colaborador/a de Tinta Digital

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