Por: Andrea Acevedo (andrea.acevedo4@upr.edu)
Se trata de una guerra que pocos conocen y muchos se sienten distante a ella. Sin embargo, es el diario vivir de cualquier mexicano que se encuentra en la zona de conflicto: enfrentarse a la narco-guerra, a la corrupción generalizada y a la impunidad. Marcela Turati es una periodista nacida en la Ciudad de México, que dice haberse convertido en feminista ante tanta injusticia y dolor cubriendo la violencia en su propio país.
Existen periodistas que se convierten en recolectores de voces de las víctimas de esta guerra, quienes en la mayoría de los casos son mujeres. Son siempre las mujeres que recogen los cadáveres de sus hijos en fosas clandestinas.
El peso de la narcoviolencia mexicana está recargado sobre las mujeres. Ellas son las que recogen los cadáveres del familiar asesinado en una balacera y presentado como delincuente. Son las que recorren el país para conocer el paradero del esposo, el hijo o el hermano, desaparecido. Son las que se organizan para exigir el esclarecimiento de las masacres de sus hijos. Son las que se quedan al frente de los hogares en los que falta el varón y sobran los niños por alimentar. Son las que acompañan a otras mujeres en su búsqueda de justicia o las que curan las heridas de las y los supervivientes de esta guerra. Son las Antígonas modernas, las que cumplen la ley de la sangre, aunque esto signifique rebelarse contra el Estado.
Gracias al activismo de estas mujeres y la preocupación por conceder a otros colegas protección para realizar el oficio periodístico, Turati decidió fundar la organización Periodistas de a Pie, en el 2006. Su propósito era dar capacitación a periodistas que cubren la violencia y la pobreza. “Como para limpiarnos el alma para poder seguir cubriendo sin perder la alegría de vivir.” Así expresó Turati en el libro La Ira de México (2016), quien junto a la voz de otros seis colegas, compartió con el mundo los retos que enfrentan los periodistas mexicanos ante la narco-política.
Para Marcela, es difícil situar el momento preciso que se volvió feminista, pero su transformación comienza en el año 2010, cuando era reportera en Ciudad Juárez, el epicentro de la violencia mexicana. Los asesinatos en el país eran como sacados de una película de horror y las desapariciones una epidemia. En este momento había comenzado la llamada guerra contra las drogas, a mando del ex presidente Felipe Calderón.
El problema parece no tener fin, ya que las autoridades son negligentes y solo buscan cerrar los casos, sin encontrar el culpable o el cadáver de la víctima. La sed por buscar justicia y encontrar a los desaparecidos por el conflicto, se apodera de las mujeres mexicanas, sobre todo esas madres que quieren dar con el paradero de sus hijos. Ellas solo quieren saber la verdad y darles una digna sepultura a los cuerpos, por eso crearon organizaciones de apoyo para buscar los restos en las fosas.
Turati menciona que reportar estos sucesos terribles le ocasiona distintas emociones. Incluso recuerda la primera vez que lloró escuchando un testimonio. La periodista siempre acompañaba a las madres cuando buscaban los cadáveres de sus seres queridos en las fosas. Una vez, una anciana le preguntó a una forense: “Si me entregan un saco de huesos y me dicen que es mi hijo, ¿cómo hago para saber que es él?”
Según revela una investigación periodística independiente con datos de fiscalías estatales, en México se registraron al menos 2,000 fosas clandestinas entre los años 2006 y 2016 con 2,884 cuerpos sepultados por el crimen organizado. Según mencionado anteriormente, en el año 2006 estalla la guerra contra las drogas bajo la presidencia de Felipe Calderón, quien pretendía combatir a los narcotraficantes con la fuerza pública.
Se trata de una cacería de hombres, ya que de cada 10 asesinados, 9 son hombres. Además, los narcos tienen una superstición de la figura materna. La socióloga Martha Sánchez explica a la periodista Turati que una vez ellas crean los grupos y entran a lugares peligrosos para buscar los cuerpos de sus hijos, no se atreven a hacerles daño. Mientras, la cultura machista se apodera de los padres, quienes lloran en silencio la muerte o desaparición de sus hijos.
Se calcula que en el país de México cada día desaparecen 13 personas, una cada dos horas.
Hoy en día, Marcela Turati no solo lucha junto a estas madres, sino también por sus compañeros de profesión. En el 2010 realizó su primera marcha, exigiendo justicia para los periodistas asesinados y desaparecidos. Intenta detener la normalización del dolor humano y todos estos crímenes, la mayoría, todavía impunes.
Sus colaboraciones:
Marcela Turati es reportera de la revista Proceso y además, colaboradora en varios medios internacionales y revistas de América Latina. En el año 2011 publicó su primer libro titulado: Fuego cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco. Luego se publicaron libros que recopilan testimonios suyos y de otros compañeros periodistas como: La Ira de México (2016).
Sus reconocimientos:
Por sus esfuerzos y valentía de hacer periodismo a pesar del peligro, Turati ha sido reconocida y premiada por el Premio de Excelencia de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), el Premio Wola de Derechos Humanos y el Premio Louis M. Lyons a la conciencia e integridad en el periodismo de la Fundación Nieman en la Universidad de Harvard.