Por: Jediel Grafals Nieves (jediel.grafals@upr.edu)
Andrea Paola Lucena Fúster es una joven de 22 años originaria de Lares. Actualmente es estudiante universitaria, cajera, modelo y emprendedora: distintos roles que se han nutrido su vida personal y profesional, además de complementarse entre sí.
A pesar de ser petite, desde la primera impresión, Andrea emite seguridad y confianza, en gran medida porque su carisma facilita que se produzcan interacciones con naturalidad. Aunque su amabilidad no se puede confundir con su carácter, es diligente y puede resultar ser obstinada en ocasiones.
Se distingue por su larga cabellera de color castaño claro y por sus ojos verde esmeralda. Sus manos son pequeñas, suaves y delicadas. Siempre lleva anillos en sus dedos y una pulsera en la muñeca. Su presencia es tierna, sin embargo, la ambición y la disciplina son los motores que la conducen.
Aprendizaje fundamental en el ámbito laboral
Desde los 10 años estuvo expuesta al mundo de los negocios. Su hermano y ella solían pasar mucho tiempo en la panadería de sus padres, «La Gran Parada» ubicada en Lares. Estas vivencias despertaron en ella un sentido de emprendimiento. A pesar de tener buenas memorias, admite que su infancia no fue “muy genuina” y que no pudo compartir el tiempo que hubiese deseado en familia.
Lucena narra que un día de Acción de Gracias, donde por lo general las familias se reúnen para celebrar, estuvieron todo el día trabajando en la panadería y no fue hasta la noche que pudieron ir a casa de su abuela para compartir la festividad. “Esas experiencias me hicieron valorar más los momentos de ahora. Ahora tengo más tiempo con ellos, lo aprovecho y lo disfruto”.
Aparte de colaborar en la panadería de sus padres, posteriormente trabajó en la “Heladería Lares” a los 17 años y actualmente trabaja en una gasolinera Gulf en Hatillo, desde el verano de 2020.
La pandemia representó un proceso de retos y aprendizaje para Andrea, pues le costó no poder dar abrazos a sus familiares ni amigos, más la incertidumbre de cuándo todo acabaría. Sin embargo estos dos años también han implicado nuevas oportunidades en su vida. A causa de la pandemia, consiguió el puesto de cajera en la gasolinera a sus 21 años. Describe este espacio como su “terapia”, especialmente durante el periodo en que las clases de la Universidad eran virtuales, ya que sentía la necesidad de estar en otro ambiente fuera de su casa.
“La gasolinera me ha enseñado muchas cosas profesionales porque yo no sabía lo que era hacer cheques para suplidores, no sabía hacer órdenes para un negocio, mercancía, inventario y aprendí un montón. Tampoco sabía de matemáticas porque yo siempre he sido media trancada en eso, pero ahí aprendí a pulso”.
La paciencia es una de las virtudes que ha desarrollado en este trayecto: «si no tienes paciencia, no puedes bregar en servicio al cliente”. Todas estas experiencias desde su niñez hasta el presente fueron las que sentaron las bases para la creación de “A. Gala Boutique” en noviembre de 2021, su primer negocio propio.
El surgimiento de A. Gala Boutique
Desde niña, Andrea soñaba con tener su propio negocio y “A. Gala Boutique” surge espontáneamente como efecto de las circunstancias que la rodearon en 2021. En septiembre se enfermó con micoplasma y bronquitis, situación que la obligó a estar fuera de la Universidad y la gasolinera por un mes. En medio de la frustración de no poder continuar con su vida por la enfermedad, surge la idea de emprender y generar ingresos desde su hogar, vendiendo ropa para mujeres.
Por no tener un espacio físico para este propósito, Andrea almacena las piezas de ropa en un espacio designado dentro de su cuarto, enganchada en un «rack» de ropa. Su mercancía regularmente consta de blusas, «body suits», faldas, pantalones y trajes. Aunque la mayoría de su ropa va dirigida a mujeres jóvenes, mujeres entre 40 a 45 años también pueden conseguir ropa de su agrado. Su objetivo es que sus clientas se puedan sentir bien vistiendo de forma casual.
Montar el negocio no fue fácil, pero tampoco tan complicado ya que se instruyó a través de la internet, llenó las patentes, contactó los suplidores y decidió iniciar esta nueva etapa por sí sola. Con los conocimientos adquiridos en el garaje aprendió a manejar los ingresos y el presupuesto para su “boutique”, aunado a los consejos de su madre. “Como toda novata he tenido que aprender, al principio se tienen pérdidas, pero cuando vas adquiriendo conocimiento en ese campo dices: no, esto me sale muy caro con este suplidor y me puede salir más barato con este otro».
Semanalmente administra sus redes sociales donde recibe los pedidos de sus clientas. El proceso de empaque consta en envolver cuidadosamente la pieza de ropa dentro de un pedazo de papel (tissue paper), aplicar un “sticker” con el logo de “A. Gala Boutique”, insertarlo en una bolsa de envío, sellarla y llevarla al correo para realizar la entrega.
Parte de su trabajo es mercadear las piezas de ropa que vende. En estos momentos, su prima y ella son quienes principalmente modelan las piezas de ropa para tomar fotografías y subirlas a las redes sociales. Un proceso que realiza por lo menos mensualmente, cada vez que recibe mercancía nueva
La moda y el modelaje son dos experiencias más que han influido directamente en el desarrollo de su “boutique”. Su interés por la moda despertó en su primer año de Universidad, cuando comenzó a preocuparse por sus “outfits” y por lucir bien. En este tiempo aún no modelaba, pues se inauguró como modelo de pasarela en el 2019 con su participación en el evento “Spring Summer Runway”.
“A. Gala Boutique” significa todo para Andrea, siente gran entusiasmo y pasión por el desarrollo de su proyecto. Actualmente, cuenta con sobre 600 seguidores tanto en su página de Facebook como Instagram, en un periodo de cinco meses. “A medida que lo hago, veo que no es un trabajo, o sea, yo lo veo como algo que me gusta hacer”.
Su madre, Morayma Fúster, es su fuente de inspiración en su vida y quien la ha encaminado en este proceso. Es de ella que aprendió la perseverancia para trabajar por lo que desea, aunque sienta miedo en el proceso. Espera que en algún futuro pueda adquirir un local donde pueda tener su boutique de forma física donde pueda emplear a otras personas.
Su formación como periodista
Los negocios solo representan una de las facetas de la joven, debido a que también vive enamorada de las comunicaciones. A los 15 años, cuenta cómo iba a casa de su abuela los domingos y se encerraba en un cuarto con su prima para “jugar” a ser presentadoras de noticias. “Ella daba el informe del tiempo, yo daba el entretenimiento, entonces yo también buscaba en internet lo más reciente. Yo me creía que yo estaba en televisión y ella también, y lo hacíamos bien”.
Tres años después, en 2017, cuando estaba pronta a graduarse de escuela superior, decidió solicitar admisión en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA) para estudiar Comunicación Tele Radial con énfasis en Noticias. Desde entonces, se encuentra realizando el bachillerato por los pasados cinco años. Para Andrea, lo más gratificante como periodista es llevar el mensaje y servir para dar voz a aquellas personas que no pueden hacerlo.
Entre las experiencias más enriquecedoras para ella fue el curso de “Principios de Radio”, en donde ejecutaron un programa radial en vivo por cuatro días consecutivos como parte del trabajo final del curso. El grupo preparó unas camisas y visitaron distintos pueblos de la isla. El día que más recuerda fue cuando visitaron el Túnel de Guajataca en Isabela. Uno de los roles que fungió fue como administradora de redes sociales, donde aprendió a pautar estratégicamente las promociones para el programa.
Actualmente toma el último curso del currículo, “Producción de Noticias para Radio y Televisión”, para realizar su práctica supervisada y graduarse en diciembre 2022. Confiesa que una vez se gradúe, desea ejercer como periodista de prensa escrita, ya que es lo más que le gusta del periodismo.
El mayor reto que enfrenta ahora es encontrar un balance dentro de todas sus responsabilidades. Estudia de lunes a viernes en la Universidad, trabaja un día a la semana en el garaje (sábado o domingo) y además mantiene la “boutique” activa realizando órdenes y enviando pedidos. Solo cuenta con un día libre a la semana: “el día que tengo libre, intento hacer los trabajos de la Universidad y hacer cosas de la boutique, pero también para compartir con mi familia o con mis amigas”.
Andrea divide su vida profesional en distintas facetas: como universitaria, modelo, cajera y emprendedora, pero llegó a la conclusión de que todas la llevan a un mismo fin.
“Todas se conectan al final del día, todas son comunicación. Tienes que comunicarte en la gasolinera con las personas para hacer un buen servicio al cliente. Interactuar en las redes sociales con tus seguidoras para tener un buen servicio. Con las comunicaciones tengo que hacer noticias, proyectarme bien ante las cámaras para llevar el mensaje a las personas. Todas al final de cuentas interactúan”.