Por: Ivarelis López Martínez (ivarelis.lopez@upr.edu)
Pasas la entrada principal del famoso “CUTA” y la estatua del lobo te da la bienvenida. No están pidiendo ver tu tarjeta de vacuna en la caseta del guardia, así que no hay tapón para entrar. Luego de la gran hazaña para conseguir estacionamiento, te colocas la mascarilla y sigues andando. No has pisado bien los edificios del recinto y ya te sientes asfixiado.
Entras a oficina tras oficina, salón tras salón y tus pensamientos son una combinación de “que nadie se me pegue, por favor” y “el COVID no me puede agarrar en la universidad”. Tus manos ya están resecas de tanto alcohol y la cara te pica gracias a la dichosa cubierta. En unas horas más podrás regresar al ambiente seguro y conocido que es tu hogar.
La realidad de lo que ha sido el regreso a las clases presenciales es mucho más compleja de lo que parece. El pasado martes, 17 de agosto la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA) dio inicio a un nuevo semestre académico, con el objetivo de volver a la normalidad que existía antes de la pandemia del COVID-19.
El resultado ha sido una serie de quejas y señalamientos a través de los medios de comunicación y las redes sociales tanto de estudiantes como del personal docente y no docente de la institución. Sus preocupaciones giran en torno a la falta de medidas de prevención del coronavirus o cumplimiento de estas.
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) establece las siguientes medidas de seguridad para la prevención del coronavirus: vacunarse, utilizar una mascarilla, distanciamiento físico, evitar las multitudes y los lugares mal ventilados, lavarse las manos con frecuencia y limpiar y desinfectar.
No obstante, la comunidad universitaria de la UPR en Arecibo se ha expresado sobre la falta de distanciamiento físico, mal uso de las mascarillas, pobres trabajos de desinfección de las áreas comunes y conglomeraciones en los salones de clase.
Distanciamiento físico
Entre las fechas del 10 y el 20 de septiembre se realizó un sondeo de opinión del cual participaron un total de 138 personas: 87 estudiantes, 41 docentes y 10 empleados no docentes de la UPRA. Unos 69 de ellos contestaron su sentir acerca de que estar en el recinto arriesgaba su salud, mientras que 47 indicaron sentir ese riesgo sólo en algunas áreas de la universidad. Luego, ampliaron su respuesta y la mayoría expresó que su mayor preocupación era dentro de los salones de clase en donde no se practica el distanciamiento físico.
Ramón Torres Santiago, Oficial de Salud y Seguridad en la UPRA, indicó que la institución se rige por la Guía para la prevención del COVID-19 en escuelas del K-12 establecida por el Departamento de Educación. Torres explicó que esta guía, la cual es frecuentemente actualizada, aconseja mantener tres pies de distancia dentro de los salones “sin negar la educación a los estudiantes”. De no poder mantener dicho distanciamiento se implementan “medidas alternativas” como disponer de alcohol, termómetros y paños desinfectantes en cada salón.
El Decanato de Asuntos Académicos es el que se encarga de distribuir las secciones que se ofrecerán y asignar los salones. Entonces, ¿por qué no tomaron la medida alternativa de abrir más secciones? O, ¿por qué no se ofrecen más cursos de manera virtual o híbrida? ¿Es prudente, dado al estado actual de la pandemia del COVID-19 en Puerto Rico, ofrecer un semestre totalmente presencial a una matrícula de más de 3,000 estudiantes?
No obstante, el Decanato de Asuntos Estudiantiles junto con la Oficina de Salud y Seguridad han establecido protocolos y medidas de prevención del coronavirus para actividades extracurriculares, específicamente para las relacionadas a asociaciones estudiantiles.
“Me parece que los requerimientos de seguridad que se le exigen a las asociaciones al momento de llevar a cabo sus actividades deben ser los mismos que se deben implementar en el salón de clases”, expresó Haley Dasta, presidenta de la asociación de lenguaje de señas de la UPRA, Silent Lexicon.
Uso de la mascarilla
Durante el tiempo que va desde que la UPR en Arecibo dio inicio a su semestre, se han reportado varias quejas de personas que no llevan el uso correcto de la mascarilla.
Diversos estudiantes se han quejado con relación a compañeros de clase, profesores y personal de la universidad que han visto sin mascarilla dentro del recinto. Está estipulado que la cubierta debe usarse en todo momento, sin importar el estado de vacunación de cada individuo. Entonces, ¿quién se supone que vigile que esta orden se cumpla? Claramente no se puede tener ojos en cada rincón del recinto, pero ¿se puede confiar que cada quien es responsable de obedecer estas normas?
Desinfección de las áreas
Se supone que, para minimizar el contagio del COVID-19, se limpien con frecuencia las superficies de alto contacto; esto incluiría los pupitres, mesas, puertas, interruptores de luz, teclados, entre otros. Ramón Torres garantizó que se contrató personal para llevar a cabo esta labor y que los salones son desinfectados “a veces hasta cinco y seis veces al día”.
Más del 80% de los encuestados respondieron sentir algún riesgo a su salud estando dentro del recinto. Un 75% cataloga las medidas tomadas en la universidad como “pobres” o “inexistentes”. Por otro lado, un 30% indicó que las clases y labores administrativas deberían regresar a una modalidad virtual mientras que el 54% optaría por una modalidad híbrida.
Si los estudiantes, los docentes y el personal no docente se sienten inseguros dentro de la universidad, ¿por qué no se toman en cuenta? ¿Se deberían hacer ajustes a los protocolos de salud y seguridad? O, ¿tal vez no es posible llevar un semestre de manera presencial sin correr los riesgos?
El asunto no debería ser una elección entre salud o educación. Lo primero que se debe estar instruyendo a la comunidad universitaria de la UPRA es que sin la salud, no se alcanza nada. Para lograr la educación de calidad que es capaz un recinto de la UPR se necesitan a todos sanos y seguros.