“Yo no sabía quiénes eran esas personas que venían a mi casa; aparentemente eran del FBI buscando cualquier información de mi padre para poder acusarlo”. Así relata Andrés Negrón Wells, hijo del presidente del Partido Nacionalista en Arecibo, quien a sus 84 años, aún recuerda la injusticia a la que su padre fue sometido durante cuatro décadas, por expresar oposición al gobierno de los Estados Unidos.
No compartir el mismo ideal político que imponía el gobierno era razón suficiente como para ser encarpetado, ser vigilado diariamente por la policía y en ocasiones, incluso encarcelado injustamente. En el caso de Negrón, su asistencia a reuniones del Movimiento Pro Independencia de Puerto Rico(M.P.I.) en la década del 60 fue el indicador principal para crear sospechas por parte del gobierno.
Como líder del Partido Nacionalista en Arecibo hasta el año 1950, Andrés Negrón Carde, se dedicó también a la tapicería de muebles, hasta que fallece en 1988. Cuando el FBI le asignó la carpeta #2797, en su interior se dividía en siete volúmenes, las cuales contenían toda la información de su ubicación, con quiénes estaba y qué estuvo haciendo a lo largo de los 40 años que estuvo bajo investigación (1941-1981). La carpeta también contenía fotos, algunas hojas de periódico y entrevistas por agentes de la policía a personas “cercanas” a él. Los federales sospechaban que fuera peligroso, tuviese armas o supiera manejar explosivos.
“Yo supe que lo investigaban y seguían luego de que se lo llevaron arrestado en el 1950 por la Revuelta Nacionalista. Cuando él sale de la cárcel es que yo me entero de qué es lo que está pasando. Yo sí sabia que él se movía por el pueblo de Arecibo en reuniones del Partido Nacionalista y que cada vez que don Pedro Albizu Campos estaba disponible, él lo llamaba y mi papá iba para allá como guardaespaldas personal de don Pedro”.
Así lo recuerda su hijo, Negrón Wells, quien junto con su familia fue testigo del asecho por parte de la policía de Puerto Rico a su padre (qpd) desde el 1.º de agosto del 1941, hasta el año 1981.
Negrón Wells, conoció a Pedro Albizu Campos cuando era niño. «Tenía como siete años y estaba en San Juan con mi papá que me llevó a un juego de pelota. Cuando salimos del juego, que era un domingo por la mañana. Fue para el mismo tiempo (cuando a) don Pedro lo habían liberado de la cárcel y estaba en el Hotel Normandie. Entonces mi papá me llevó al cuarto donde estaba don Pedro».
Su papá le presenta a don Albizu y Negrón recuerda cómo Albizu se dobló desde la cama en la que estaba sentado, lo tomó y lo sentó al lado de él. “Es la primera vez que lo conozco y que lo veo. Años, muchos años más tarde, recuerdo que una vez vino a mi casa, ya que mi papá estaba presidiendo el Partido Nacionalista Puertorriqueño”.
“Estoy en el balcón de mi casa, cuando vienen desde abajo y me preguntan: ¿Está don Andrés ahí? Sí, (le contesté). Dígale que baje acá. Mi papá sale de la casa, se asoma al balcón y cuando lo ven, le dicen que bajara. El bajó, entonces ahí lo cogieron y lo metieron dentro de un Jeep y se lo llevaron preso. Yo sufrí, porque se estaban llevando a mi padre y no entendía ni sabía el por qué de las cosas. Recuerdo cómo mi mamá me ayudó a llevarle algún desayuno por la mañana a la prisión de Arecibo”, comentó Negrón.
Jamás pensó que se llevarían arrestado a su padre por estar afiliado al Partido Nacionalista Puertorriqueño, ni por su amor patrio, ni tampoco por su anhelo de independencia. “Así es que empieza la situación y comienzo a vivir una vida distinta a la que estaba viviendo, porque sabía que cada rato venían por allí a preguntar por él y a entrevistarlo afuera en carros que venían a buscarlo”.
En esos primeros 14, 15 y 16 años de edad, Negrón Wells, no tuvo ninguna situación que lo afectara directamente a él, hasta que un día fue a solicitar trabajo en el Departamento de Hacienda en noviembre del 1955. “Necesitábamos recursos, éramos bien pobres y yo quería trabajar. Fui a solicitar a San Juan, me preguntaron mi nombre y quiénes eran mis padres, entonces me rechazaron”.
P: ¿Cómo te diste cuenta? ¿En ese momento te lo dijeron?
“No, no me lo dijeron, pero me pusieron muchos pretextos, que yo tenía que buscar una información y tenía que buscar un montón de datos. Entonces yo era joven, pero me las traía y me fui inmediatamente y busqué unas personas famosas en Puerto Rico como un colector de rentas internas en San Juan y el dueño de una funeraria que había estado en Arecibo y ahora estaba en San Juan, quien además era amigo de mi papá.
Me agarré de eso, voy y busco esa información de esas personas, me dan unas cartas de recomendación para el Departamento de Hacienda y me dan la posición que yo quería como cobrador de impuestos del gobierno de Puerto Rico de Contribuciones”. Puesto que obtuvo y ejerció por siete años.
A pesar de la vigilancia constante a su padre, este nunca permitió que lo alejaran de sus creencias. Hasta su último día, espera ver su tierra libre y aunque había renunciado a la presidencia del Partido Nacionalista luego de salir de prisión, siempre siguió ayudando de la forma en que podía. “Luego de que mi papá renuncia al partido en ese entonces, en momentos libres de su trabajo iba por algunas calles de Arecibo (re)colectando algunos fondos para entregárselos al partido y que el partido tuviera un dinero para poder seguir haciendo una campaña”.
Cuenta Andrés: “Todo el mundo lo quería y lo apreciaba porque él era un hombre tremendo, muy querido por toda la comunidad de Arecibo. Nadie le faltaba el respeto ni nada, sino que era un hombre muy querido y amado en su trabajo (como) tapicero de muebles. La gente nunca me habló mal de él, nunca. La gente lo quería muchísimo”.
Es por eso que cuando Andrés Negrón Cardé fallece, todos sus conocidos, familiares y amigos esperaron en la calle Magallanes de Arecibo, donde residió a lo largo de su vida y tenía su taller de tapicería. Cuando pasó el coche fúnebre por la calle, todos se colocaron en medio y pidieron bajar la caja donde yacía su cuerpo del auto en el que lo transportaban al cementerio. Lo llevaron frente a su taller, y con nostalgia cuenta Negrón Wells:
“Había cientos de personas viendo lo que estaban haciendo con mi padre, porque ellos lo querían mucho, lo amaban y lo respetaban. Eran unos valores morales que él tenía que no se veían donde quiera. Si llegaba una mujer a su taller él se retiraba su sombrero, se lo colocaba en el pecho y hasta que no terminara de hablar con ella, no se lo volvía a colocar. Ese era él”. Luego lo llevan al cementerio y lo estaban esperando otra multitud más para poder tocar la caja fúnebre y darle el último adiós.