Por: Messier Z. Torres Feliciano (messier.torres@upr.edu)
Vivimos en un país donde los penepés se cogen de bobos a ellos mismos, los populares van sin miedo, los pipiolos pelean y los partidos de minoría, buscan votos como mejor pueden. Como el pueblo, nos dejamos llevar por una campaña de relaciones públicas o por la euforia del momento. Sin embargo, vivimos en un país en el que destronamos a un gobernante y aun así, somos incapaces de salir del carrusel de la ignorancia.
Recuerdo el Verano del 2019 cuando diferentes medios le preguntaban a varios jóvenes y adultos por qué se manifestaban. Lo que más me sorprendió fueron algunas de las respuestas:
-Porque Ricky se tiene que ir
Caballero o dama: ¿Y por qué se tiene que ir?, preguntaban los reporteros. Porque dijo esto o escribió aquello, contestaban sin dar mayor explicaciones.
-Y Wanda también se debe ir porque es corrupta y Pierluisi no tiene que estar ahí porque su nombramiento inconstitucional.
– ¿Quién cree que deba ser gobernador entonces?, pregunta el periodista:
– «No lo sé”.
Son las tres palabras que me chillan en el oído y no me dejan dormir. Cada vez que las oigo en cada protesta, siento una puñalada en el corazón por culpa de algunos votantes ignorantes de hoy. Gente que dice que tenemos que sacar a los rojos y a los azules, pero no saben dar una solución.
Decía Albert Einstein que, “todos somos ignorantes, lo que pasa es que no todos ignoramos las mismas cosas”. Profundo, ¿verdad? Pues así estamos viviendo. Mi pregunta es: ahora que sacamos a un gobernante de su trono, ¿cómo será nuestra temporada de elecciones? ¿Nos dejaremos llevar por cuatro caravanas desorganizadas y por dos o tres gritos de un candidato sobre una tarima?
Preguntémonos qué es lo que necesita el país a nivel colectivo y no solo individual. ¿Nos dejaremos llevar por lo que dicen que pueden ofrecer o buscaremos más que eso? Es nuestro país, exijamos y luchemos por lo nuestro, porque cuando los de abajo se mueven, los de arriba trepan un palo para no caerse.
Mientras tanto, antes de ir a las urnas, hagamos la fila para la feria política, mostremos la pulserita y entremos al carrusel hasta marearnos y emborracharnos para cuando nos toque cortar el palo de raíz con la papeleta, nos volvamos a cortar a nosotros mismos.