Por: Andreshaly Martínez Serrano (andreshaly.martinez@upr.edu)
“Patria, son tantas cosas bellas. Son las paredes de un barrio». Así cantaba la voz de Obie Bermúdez y Pedro Capó, haciendo que por cinco minutos me fuera del Choli y me transportara al verano pasado, para llegar a la conclusión y decir: “Qué grande eres, pero que mucho falta para vuelvas a ser Puerto Rico”.
El 24 de julio de 2019, Ricardo Rosselló Nevares renunció a la gobernación de Puerto Rico, forzado por la unión de un millón de puertorriqueños que salieron a las calles a protestar pacíficamente durante doce días. Puertorriqueños y puertorriqueñas que salieron a la calle por un mismo propósito: hacer de Puerto Rico un mejor lugar. En ese momento pensé: «por fin despertamos». Luego de dos meses, miro a mi alrededor y esas ganas de mejorar, parecen haberse esfumado en la nada.
La violencia no ha cesado, sino que parecería que va en aumento. Violan a una joven universitaria y en lugar de apoyarnos como sociedad, buscar el bien común y evitar que esto continúe, se crean excusas para justificar lo sucedido, siempre desfavoreciendo y culpabilizando a la víctima. Cada día se pierde más el amor por la familia llegando hasta el punto de acabar con sus vidas. Jóvenes que deberían estar enfocados en su futuro se ven involucrados en el mundo del dinero fácil, el narcotráfico y la criminalidad generalizada. Al acceder a la sección de Seguridad en la prensa se duplican las publicaciones que leí hace minutos en Locales. ¿Qué sucede, boricua?
No se equivoque, no digo que en nuestra isla solo ocurran cosas negativas, pero en nuestro presente estas son las que cada día nos alejan de volver a nuestra raíz.
Mi Puerto Rico de antes veía la niñez jugando baloncesto y voleibol en la cancha de la comunidad, una maestra enseñando a bailar bomba y festivales de reyes que alegraban la vida de los que no eran tan favorecidos. Mi Puerto Rico de antes se reunía en casa de la abuela a comer pasteles, arroz con gandules y tembleque. Mi Puerto Rico de antes llevaba con orgullo en el pecho el nombre de su patria, gritando: yo soy boricua aunque naciera en la luna. Todo esto junto con esa bandera que vi alzarse de la mano de aquella joven, mientras Obie y Capó cantaban “Patria”, hace que mi esperanza por recobrar este sueño, no muera.