Por: Keisha R. Vera Soto (keisha.vera@upr.edu)
Transportarse al pasado y escuchar un gran estruendo que estremece la tierra. Algo que a cada segundo se aproxima con más fuerza, alimentándose de vapor y expulsando humo a través de una chimenea.
La obra comienza en época española y no se finaliza bajo el dominio español, luego de la Guerra Hispanoamericana en 1898. Sin embargo, los norteamericanos de American Railroad Company continuaron la creación en 1904.
Este es el año donde todo comienza a dar un giro. El inicio de una era que jamás sería igual que antes. Surge la gran excavación de dos túneles, uno a cada lado del Cañón del Guajataca. Unidos por un viaducto de acero de 250 metros de largo y una elevación de 40 metros sobre el nivel del Río Guajataca. En el 1906, finalmente culmina la grandeza de una obra ingeniera: El Túnel de Guajataca.
El ferrocarril que viaja desde Isabela a San Juan llega a darse a conocer en Puerto Rico. Aborda muchos pasajeros alrededor de la isla, cada uno con razones peculiares. Una de ellos siendo Carmen Cortés de siete años, residente de Isabela. Ella transcurre por el tren con el fin de llegar a San Juan a cuidar a su tía. El camino que demora casi todo un día, la deja sin palabras al contemplar lo maravilloso que es Borinquen. Luego de tantas experiencias vividas en la capital, retorna camino a su pueblo natal. Observa la vista increíble, los árboles y el mar, todos unidos la llevan a su hogar.
El último viaje de pasajeros en 1953, pero el transporte de las cañas de azúcar seguía operando. Hasta que, en 1957, el Tren de Circunvalación cesa sus operaciones. Dejando este túnel sin más funcionalidad.
Pasan décadas y llega el año 2018. Entre un inmenso bosque que parece no tener fin se resalta a lo lejos El Túnel de Guajataca. Se encuentra desolado, su única compañía son las olas que golpean fuertemente las rocas siendo ellas las únicas que se escuchan en el lugar. La arena arropa el camino hacia la entrada del túnel y la basura son los adornos que resaltan: un lugar tenebroso. El caminar se dificulta por los agujeros y las barreras entre el mar que están colapsadas desde hace mucho tiempo. La costa es lo único que resplandece, opacando así el túnel que yace en la orilla. Es cómo caminar en el cementerio, todo sombrío. Solo que el perfume que se esparce en el lugar es el de un basurero, que por más alejado que estés de allí aún continúa el incómodo olor.
Lo que fue ya es desconocido, un lugar turístico apenas visitado que solo se admira a lo lejos en la calle principal y es retratado desde el mirador. Solo los que logran recorrer la costa en él lo recuerdan como un tesoro preciado. Sus riquezas se perdieron y deja de tener el esplendor que le otorgaba al pueblo de Isabela.
Actualmente, en el año 2020 renació otra historia. A pesar de que el mundo entero ha sido invadido por un virus, el COVID-19, se pusieron manos a la obra. Desde agosto trabajan muchas corporaciones sin fines de lucro para restaurar el Túnel de Guajataca. El trabajo siendo de tres meses, lo que es evidente la magnitud de abandono que tiene este lugar turístico.
El bosque que se atraviesa para llegar al túnel se encuentra en todo su verdor, con un cielo pintado de azul brillante. Al abrir las puertas del auto el salitre azota y el bravío mar estremece los oídos. Desde el estacionamiento se resalta la estructura y “definitivamente hay que conocer a Puerto Rico antes de visitar otros lugares”. Como relata el poeta y filósofo español, Jorge Agustín Nicolás Ruiz, “el que no conoce su historia está destinado a repetirla”.
Temprano en la mañana una gran cantidad de turistas llegan a cada instante. Muchos de ellos con su familia y otros con canoas para cruzar a través del Río Guajataca, muy cercano al mar. El Túnel de Guajataca ahora es un atractivo turístico donde se transmite paz. Rodeado de pequeñas mariposas que se esparcen en las montañas. Tan solo pensar que las ágiles piernas recorren donde en el antaño pasaba el tren es imponente.
Los colores que abrazan el túnel, las fotografías que no paran de ser tomadas, la alegría de los visitantes, los carteles que conmemoran la historia, no hay nada más hermoso que vivir la experiencia.
Héctor “Tito” Varela forma parte de la corporación sin fines de lucro Conservación Costera de Puerto Rico (CoCo PR), una de las que colabora en esta iniciativa. Él transmite su energía reflejando su pasión, amor y nostalgia por su pueblo Isabela. “El túnel es el aspecto ícono más grande que existe después del morro que viene siendo este carácter histórico cultural y no solo eso entre Quebradillas e Isabela tenemos los dos túneles más grandes que existen en Puerto Rico”.
Después que se realiza esta rehabilitación, las personas desean desarrollar nuevas ideas de negocios o relocalizar los mismos al área del Túnel de Guajataca. Debido a la gran acogida que ha tomado en cuanto a la población puertorriqueña y extranjera.
El Túnel de Guajataca ha vuelto a tener su resplandor que por mucho tiempo había sido opacado por la suciedad y el abandono. Volver al pasado a ver el ferrocarril sería algo inimaginable, pero con tan solo ver la gran obra que es hoy, es suficiente para sentir la satisfacción de su esencia.
Que bello reportaje, no sabia la historia y me encantó , gracias por la información.
Excelente reportaje, mucho éxito …Dios te bendiga