
El imán Mohammed Shaban, originario de Jordania y de ascendencia palestina, relató cómo la comunidad musulmana en Puerto Rico ha sabido mantener vivas sus tradiciones mientras abraza la vida puertorriqueña. A su vez, la comunidad palestina ha dejado una huella que trasciende lo religioso y se entrelaza con la identidad misma de la isla. Casado con Johanna González, una puertorriqueña, la propia historia de Shaba encarna ese encuentro de culturas que no solo enriquece su vida familiar, sino también el mosaico cultural de Puerto Rico.

Foto por: Edelmarie Salamanca
“Ser palestino en Puerto Rico significa mantener vivas nuestras raíces mientras nos integramos a la vida de la isla. Aquí encontramos un lugar para practicar nuestra fe y, al mismo tiempo, compartir nuestra cultura con el pueblo puertorriqueño”, expresó Shaban.
Sus palabras reflejan el orgullo de una comunidad que, pese a la distancia con su tierra natal, ha encontrado en la isla un nuevo hogar donde su fe y su cultura florecen. Pero la presencia palestina en Puerto Rico no se limita a los templos ni a los rituales. También se manifiesta en la solidaridad y en la voz que se alza por la justicia. Cada semana, en el Viejo San Juan, marchas y concentraciones recuerdan que el dolor de Palestina no es ajeno a los puertorriqueños. En esos encuentros, se entrelazan banderas, historias y emociones, creando un puente de empatía entre dos pueblos marcados por la resistencia. Así, la comunidad palestina no solo preserva su herencia, sino que también enriquece la diversidad cultural de la isla, dejando claro que su historia late hoy con fuerza en el corazón de Puerto Rico.



