Tanto Puerto Rico como el mundo entero enfrenta un difícil proceso en las plataformas visuales e impresas en el periodismo. La información se ha convertido en un negocio monopolizado con grandes dimensiones financieras. Asimismo, vemos cómo se ha homogeneizado la información y se nos presenta cada vez de una manera más simplificada, en lo que llamamos en el mundo de las comunicaciones: el formato tableta. Todo esto diseñado para una audiencia perpetuamente conectada a internet, con poco tiempo para leer, digerir, e incluso pensar. El periodismo bueno carece cada vez más, de eso no hay duda.
Ante esta situación, ¿cuál es la labor de un profesional que maneja información?
En tiempos pasados, el periodista era visto como una figura importante y seria dentro de la sociedad- incluso como un intelectual. En sus manos no solo existe la responsabilidad de la información, sino cómo y cuáles eran las formas de organizarla, vociferarla y exponerla. Hoy en día, sin embargo, esa visión ha cambiado. Más que periodistas serios, profesionales y comprometidos con una verdadera vocación de hacer el mundo un mejor lugar, existen trabajadores de medios- condicionados por sus empresas y que suelen estar más preocupados en enchufar el micrófono y cuestiones tecnológicas, que en realmente cubrir un conflicto de manera responsable e informada.
“La libertad del periodista está limitada por los interés de la cabecera para la que trabaja”, decía el fenecido periodista polaco, Ryszard Kapuściński.
A propósito, en este último mes he estado leyendo un libro que me fue regalado. Un excelente libro para aprender cómo llegar a desarrollar fructíferas relaciones interpersonales como comunicador, y también con otros. Por esto decido crear esta entrada para poder compartir tan enriquecedora información. El libro se titula “La vida, el pensamiento y la obra del escritor y periodista, Ryszard Kapuściński” por la doctora Sarah Platt, mi profesora, inspiración para mi blog y mentora en mi formación.
Me centraré en esta ocasión en el segundo capítulo de este libro, dedicado específicamente a “El pensamiento de Ryszard Kapuściński”. El otro es la verdadera importancia en el periodismo, pues el periodista en esencia trabaja para los otros y con los otros. No existe otra manera de hacer periodismo si no es con las personas. Esto es precisamente lo que hemos olvidado en el siglo XXI. Como menciono en el encabezado de esta entrada, no podemos tapar el sol con un dedo, pues estamos sufriendo un problema ante la transformación y evolución de la profesión del periodismo en la isla, y también en todo el mundo.
¿Cómo es posible que sigamos adentrándonos en un agujero con poca luz que ilumine nuestro pensamiento? Los responsables de manejar la información hemos hecho caso omiso a los reales problemas y por esa razón tenemos una sociedad desinformada. La información es ahora negocio y más que ocuparse por cubrir acontecimientos de una manera ética y transparente, los medios hoy se ocupan por ser los primeros- sin importar a cuesta de qué.
“Vivimos en un mundo paradójico, porque se supone que el desarrollo de los medios de comunicación unen al mundo, que no hay fronteras y puedes informarte en directo de lo que pasa en cualquier parte del mundo, y lo que luego pasa generalmente es que los temas más internacionales ocupan una mínima parte en los medios, frente a la información local, plagada de titulares sensacionalistas, cotilleos, “personajillos” y toda la información- mercancía, que al final no es ni mucho menos la más relevante”, expresó una vez Kapuściński.
Lo que piensan Malinowki y Kapuściński sobre la figura del otro:
Según la autora del libro que mencioné anteriormente, Bronisław Malinowki, el padre de la antropología moderna y también una figura clave en el pensamiento de Kapuściński, resume su estudio sobre el otro en tres facetas para poder entender al “otro. Aunque esta guía es esencialmente antropológica en su planteamiento, puede también aplicarse a la vida cotidiana con otras personas y en el mundo de las comunicaciones. Cuando nos hallamos frente a otro, es decir, un ser humano diferente a nosotros, ya sea por cuestiones culturales, religiosas, geográficas u otras, debemos aprender a prepararnos para este encuentro. Lo diferente por lo general es rechazado, y así nos han enseñado desde pequeños. Malinowski, sin embargo, nos recomienda seguir esta guía para primero conocer al otro, poder comprenderlos mejor y ser tolerantes ante dichas diferencias.
Primero tenemos el esqueleto que nos habla sobre la forma y estructura del individuo. Cómo vive, dónde vive, cuáles son sus características biológicas, genéticas. Segundo, las imponderabilidades de la vida cotidiana y comportamiento típico, es decir, su cultura y modo de vivir. Por último, el punto de vista, es decir, su forma de pensar y sentir. Es esencial conocer estos tres puntos, sobre todo en el caso de los comunicadores, para poder comprender a nuestro entrevistado y así llevar de una manera clara y verosímil la información.
“La vida de cada persona está fundamentada e influenciada por la presencia de los otros. Sólo la vida circundada de otras personas confirma nuestra identidad. Los Otros son un espejo viviente gracias al cual podemos percibir nuestra propia existencia. El hecho de que en el mundo existan otros seres dinamiza y testimonia, a su vez, nuestra propia entidad. Sin los otros nos moveríamos en un desierto donde nuestro existir resultaría irreal y opinable a nuestros propios ojos», según Kapuściński.
¿Porque nos hemos alejado de nuestro objetivo como comunicadores?
¿Dónde ha quedado nuestro interés por causar cambios y periodismo intencional?
La vasta mayoría culpa la tecnología y la convergencia en los medios por estos cambios en el oficio periodístico y la información. Kapuściński, por su parte, decía:
“Las nuevas tecnologías han trastornado al periodismo; se han formado grandes grupos mediáticos con ambiciones planetarias; la instantaneidad y la noticia en directo han modificado las condiciones de investigación y el imperativo del rendimiento ha reemplazado a las más nobles exigencias cívicas. Pero en todas partes, otro periodismo, más preocupado por la verdad y el rigor, resiste en nombre de una sana concepción de la información y de la democracia”.
Formo parte de una generación en la que la tecnología está conectada a nosotros en todo momento. Se producen relojes que no solo marcan tiempo, sino día, mes y año, y pueden incluso conectarte otras personas alrededor del globo o seguir órdenes. Asimismo, teléfonos y otros aparatos inalámbricos que me permiten acceder a cualquier lugar e información sin ninguna limitación. Es evidente que los tiempos tienen que cambiar, pero el periodismo de hoy es un reflejo de un periodismo sufrido y también de una sociedad desinformada, desensibilizada y en ocasiones, ajena a esto.
La tecnología no es mala para nuestra profesión, desde luego nos permite tener contacto con el otro, solo que de una manera diferente. Mi intención no es defender la tecnología, sino que intento dejar evidente que no es el problema en el periodismo. El problema se arraiza en el periodista que solo tiene un título profesional y busca un bienestar económico. No me alejo de esa realidad, pero como mencionó mi profesora Sarah Platt en una entrada en su blog Morphologie, el famoso escritor y también periodista, Gabriel García Márquez, una vez dijo:
“Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo”.
Nuestro fin debe ser claro y transparente; hagamos buen periodismo, intentemos comprender al otro, acercarnos a él y comprender su realidad. Es la única razón por la cual existimos: para dar voz a quiénes no la tienen.