Por: Alexandra Sanabria, estudiante del Departamento de Comunicación Tele-Radial, UPRA
Cada cuatro años desde el 1998, la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA) cobra vida y se convierte en punto de encuentro para hispanistas a nivel internacional. El Teatro, los múltiples anfiteatros, la Biblioteca y el vestíbulo se llenan de colores, melodías y sabores en un compartir de ideas y sabiduría, expresión artística y humana. A su vez, se avivan los corredores con estudiantes dispuestos a escuchar diferentes ponencias y participar de actividades interactivas que ocurren simultáneamente.
Tras la iniciativa del profesor William Mejías y el apoyo incondicional de las profesoras Emma Domenech y Evelyn Jiménez del Departamento de Español, UPRA se ha convertido en casa de grandes figuras del mundo de las humanidades, las letras y las artes.
El Congreso Internacional de Literatura: Escritura, Individuo y Sociedad en España, Las Américas y Puerto Rico, ha resultado ser un espacio no sólo académico, sino también cultural.
“La Universidad se rejuvenece y crece el orgullo por nuestra institución”, reiteró el profesor Mejías, organizador de los primeros tres congresos.
Durante las cinco ocasiones en que se ha celebrado esta iniciativa, los estudiantes, la facultad, miembros de la comunidad y exponentes internacionales han convergido. El Congreso atrae tanto a exponentes de países hispanohablantes como de otras lenguas.
Un Congreso internacional
El Congreso no siempre recibió tanta atención. “En sus inicios la gente no entendía la envergadura, pensaba que era algo local. Fue impactante cuando se estaba armando”, afirmó el profesor Mejías.
Curiosamente, el evento goza de una peculiaridad que también le ha brindado notoriedad. “Ha contado con la dicha de escoger honrar personas que poco tiempo después ganan grandes premios”, destacó Emma Domenech, catedrática auxiliar del Departamento de Español. Entre estos destacan Mario Vargas Llosa, literato peruano que a pocos años de habérsele concedido un DoctoradoHonoris Causa(2006) recibe el Premio Nobel de Literatura (2010).
De igual forma podemos distinguir a la escritora Elena Poniatowska, quien también recibió un título doctoral honorífico por parte de la UPRA y tres años más tarde fue galardonada con el Premio Cervantes.
Si bien el Congreso de Literatura ha recibido a humanistas de diversas partes del mundo, no se ha olvidado de honrar a escritores locales. Entre estos se encuentran las hermanas Luce y Mercedes López Baralt,quienes fueron las primeras homenajeadas y son representantes internacionales de los hispanistas en Puerto Rico.
Otras figuras a quienes se les han dedicado los congresos incluyen a: José Ferré Canales, Luis Rafael Sánchez, Rosa Montero, Mayra Montero, y más recientemente, Ana Lydia Vega.
Luego de recibir su grado honorífico, Ana Lydia Vega -escritora y columnista- demostró su aprecio por el evento.
“Salgo con el ego inflado de cariño, salgo en una nube de felicidad. Arecibo es una ciudad que siempre he amado, obligaba a mi esposo a traerme al Paseo del Atlántico que tanto mencionaba René Marqués. Me siento completamente universitaria porque en Francia no existen graduaciones, que es de donde me gradué de doctorado”, compartió Vega.
Un café con Vargas Llosa
A su vez, esta actividad cuenta con la peculiaridad de hacer accesible a estas personalidades.
“Este Congreso te permite poder decir que por los pasillos de la Universidad caminó Mario Vargas Llosa y se tomó un café con un estudiante”, señaló la doctora Emma Domenech.
Tanto fue el espacio para el acercamiento que según Mejías, los visitantes “no dejaban de asfixiar a Vargas Llosa pidiéndole autógrafos y hubo que esconderlo por un momento”.
La cultura a tonos y sabores
Además de la oferta intelectual, este congreso ha contado con la participación de la Sinfónica de Puerto Rico dirigida por el maestro Ángel “Cucco” Peña, quien deleitó a la audiencia con ritmos autóctonos.
Asimismo, hubo degustaciones culinarias en una actividad denominada Sinestesias, que fusionó la cocina con presentaciones artísticas, en una clara alusión a la figura de estilo. En palabras de la profesora Emma Domenech -una de las organizadoras del evento- “(el Congreso) te da una visión distinta de lo que es la universidad y los intercambios que debe tener un estudiante; ver otras cosas que el mundo ofrece”.
Más allá de UPRA
El evento también se extiende fuera de la Universidad con cenas en hoteles de la región y actividades en centros culturales, como la Casa Ulanga.
También se celebró una obra de teatro sobre el Capitán Correa en el Teatro Oliver y a la salida hubo una recreación de una fiesta patronal. La celebración contó con música de los géneros bomba, plena y trova, comida típica y comparsas de personas vestidas con el atuendo tradicional de las Máscaras de Hatillo. De esta forma se le otorgó un toque distintivamente puertorriqueño a la actividad.
El legado en palabras y arte
“Este tipo de actividad, aunque nos deja extenuados, siempre produce ganancias que no se pueden medir de ninguna manera”, expresó Domenech.
Sin embargo, el profesor Mejías reitera que sí existe un legado material más allá de las memorias y las experiencias vividas. Estos son las publicaciones del material generado por el Congreso: Morada de la palabray A lomo de tigre.
Luego de tanta energía invertida, al finalizar cada uno de los congresos, nuevamente se queda el Teatro con sus butacas naranjas y cortinas negras. Cada cuatro años, no queda huella tangible de que en ese espacio se celebraba la lengua y la cultura. Esto fue cierto, hasta que durante el quinto congreso, un mural a la entrada del Teatro capturó la imagen de la hispanista Ana Lydia Vega. Este mural sirve como recordatorio de que en la UPRA se reúnen los grandes.