Por: Karla M. Cordero (Karla.cordero1@upr.edu)
Sentado en una mecedora, rodeado por pinturas, un edifico repleto de historia ubicado en un rinconcito de Arecibo, allí se encontraba Fernando Márquez. Un hombre con apariencia bohemia y espíritu activista en pro del medioambiente. Hijo de médico ecuatoriano, y con mucho orgullo dice “llevo 33 años aquí y soy arecibeño”. Embajador artístico y activista, quien a pesar de no ser pintor ha dedicado mitad de su vida a restaurar propiedades históricas, a establecer intercambios con pintores, coordinando eventos para embellecer las calles de Arecibo.
Su interés por el mejoramiento urbano de la ciudad, surge luego de recoger un documento de la doctora María Cadilla en el que narraba que Arecibo cumplía sus 500 años de historia documetada desde la llegada de los españoles, mientras se reconocía la milenaria pre historia de la región del abacoa. Tras ser rechazada su petición a San Juan para convertir el lugar en zona histórica, regresó a su casa indignado y pintó frente a ésta “ARECIBO ZONA HISTÓRICA 1515”. Fue en este momento donde Márquez comenzó un movimiento artístico, que con el tiempo ayudó a convertir a Arecibo en una zona icónica.
“El arte me ha viavibilizado un medio de expresión y de un arma sin ser letal contra una propuesta incineradora de basura en medio de Arecibo”
Aunque ya la frase pintada frente a la casa de Fernando Márquez, era muy reconocida, aún las pinturas no pasaban a ser murales. Márquez notó que una vez visitas un museo, no regresas más porque, ¿para qué ver dos veces la misma cosa? El otro detalle eran las colecciones privadas, que no eran accesibles al público general, viendo este escenario se le ocurrió brindar arte libre al pueblo. Una tarde, mientras hablaba con su amigo pintor, DAVID ZAYAS, le propuso pintar en un espacio cómo él quería que la gente lo viera. El reto estaba en realizar una obra de arte pero que a su vez, ayudara a educar al pueblo contra la propuesta incineradora de basura.
Es con la pieza “EL CAPITÁN DEL ALBACOA” que comienza el proyecto de los murales en Arecibo, para el año 2014. En el mural se aprecia un niño en un barco, jugando con su espada de madera. El deber de enseñarle a un niño a defender sus derechos, es la proyección que la pintoresca imagen quiere mostrar.
La misión y visión del proyecto «Arecibo es 500!» y sus artistas, ha sido llevar arte y en muchos de ellos, mensajes pro ambiente a través de sus murales de forma pacífica.
La negociación
Márquez es la medula en la coordinación de los eventos artísticos. Desarrolla la logística, la estadía de los artistas, la música, las amistades, las brochas, los toldos, la pintura, y todo tipo de material para los proyectos. A cambio los artistas le dan su talento. Es una colectiva para dar arte al pueblo y atraer atención al mismo.
“En cierta manera soy un artista, creo los Art happenings y vivo por medio de ellos porque yo no tengo la habilidad”.
El arte como manifestación
Mientras entraba la brisa por el balcón de aquel tercer piso, Márquez nos narraba que el arte es una manifestación muy hermosa y con mucho espíritu, es por eso que siempre ha estado muy conectado a él. Existe una diversidad de temas que se pueden explorar a través de las obras. Por ejemplo, algunos de estos artistas van documentando como era Puerto Rico hace un tiempo atrás. “Aquí vas viendo cómo la revolución del arte va a la par con el desarrollo del ser humano”. Por desgracia, no todos pueden apreciarlo. Un famoso dicho dice que “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, así es el arte. No vemos cuán importante es para nosotros hasta que comienza a desaparecer.
“En el arte encuentro todas las facetas del ser humano en una sola”.
Siguen en pie
Aunque con el tiempo se han perdido algunos murales, el movimiento continúa con sus proyectos sobre la mesa. Con colaboraciones artísticas a nivel internacional, las calles de este pueblo se siguen levantando.
Para leer más sobre estos trabajos, visita su página oficial en Facebook: Arecibo, mi calle, mi barrio, mi pueblo