Por: Nashaly Z. Muñiz Molinero
En la vida siempre hay un final, para algunos es difícil creerlo, pero para otros es justo y necesario. Meses atrás el país fue testigo del posible cierre del Zoológico Dr. Juan A. Rivero, ubicado en Mayagüez y el traslado de la elefanta Mundi al estado de Georgia. Esto representa una situación difícil para la Sultana del Oeste, en la que el complejo es un importante destino turístico, pero el cierre hubiese sido justo para la vida animal que perdió muchos años encerrada en un pequeño pedazo de tierra enjaulado.
La historia de Mundi ha estado marcada por acuerdos políticos, investigaciones incompletas, promesas que no se convierten en hechos; todo por el interés de mantener un animal en un área que, según los líderes de la orden, está en condiciones aptas para la elefanta y los animales que aún permanecen en el zoológico. José Guillermo Rodríguez, alcalde de Mayagüez, ha mencionado a través de entrevistas que los mayagüezanos, “quieren a Mundi”, pero seamos honestos: amor no es sinónimo de esta letanía, porque si eso es amor, la elefanta nunca estaría interesada en recibirlo.
Le ha tocado vivir sin tener la oportunidad de conocer otro ser de su especie. No ha tenido otra opción que acostumbrarse el único entorno que ve cómo hogar desde el 1996, cuando llegó al zoológico. Han transcurrido años largos sin saber dónde está su familia. Incómodo debe ser poder dar solo 15 a 20 pasos en un espacio que ha sido asignado por los demás. Le ha tocado escuchar toda una vida, “es feliz”, idea percibida y dicha por los que no son de su especie. Debe ser complejo vivir bajo circunstancias donde su libertad se decide a cuenta de los que no han vivido ni un por ciento de lo que le ha tocado vivir a Mundi.
La muerte continua de varias especies, la falta de recursos para garantizar una calidad de vida digna, así como el mejoramiento académico de los empleados del zoológico, muestran de manera cruda que en Puerto Rico no existe una cultura de prevención, sino que se espera llegar a un nivel crítico para entonces tomar acción
Es necesario el traslado de la elefanta para darle una calidad de vida justa, no como la que ha tenido. Toca mantener un equilibrio en la vida y con los demás, porque no es necesario decir «no soportaría vivir en cautiverio» o «no vivo para ser el entretenimiento de otros» y terminar aportando a someter a los que no son de tu especie a un proceso de entrenamiento para que te hagan reír y los puedas observar tras un cautiverio. Es injusto y egoísta de nuestra parte propiciar este tipo de actividad, mientras sumamos dolor a la vida de estos animales.